Según cifras del DANE (2018), en Colombia el 30 % de la población está conformada por niños, niñas y adolescentes. Según la Comisión de la Verdad, quienes pertenecen a esta población deben ser reconocidos como sujetos políticos que tienen voz y pueden hacer valer sus derechos cuando estos están siendo vulnerados. Para hacerlo, hay que tener en cuenta su diversidad cultural, pertenencia étnica y los hechos que han tenido que afrontar dentro del marco de un conflicto armado que resulten ajenos a sus sueños y estilo de vida.

En Colombia, de las 9.048.515 personas víctimas, 2.239.704 son niños, niñas y adolescentes. Dentro del marco del conflicto armado, ellos tienen derecho a contar sus historias de lucha y resistencia, y a exigir la no continuidad y no repetición. Sin embargo, aún faltan mayores esfuerzos para que la sociedad colombiana escuche sus voces. Según investigaciones de la Comisión de la Verdad en 2019:

A las personas más jóvenes de la sociedad se les ha relegado a posiciones de insumisión, bajo el pretexto de su edad y las respectivas diferencias en materia de desarrollo biológico y psicológico, posibilitando que la violencia ejercida en su contra sea aceptada y asumida como una consecuencia necesaria.

Según cifras del DANE (2018), en Colombia el 30 % de la población está conformada por niños, niñas y adolescentes. Según la Comisión de la Verdad, quienes pertenecen a esta población deben ser reconocidos como sujetos políticos que tienen voz y pueden hacer valer sus derechos cuando estos están siendo vulnerados. Para hacerlo, hay que tener en cuenta su diversidad cultural, pertenencia étnica y los hechos que han tenido que afrontar dentro del marco de un conflicto armado que resulten ajenos a sus sueños y estilo de vida.

En Colombia, de las 9.048.515 personas víctimas, 2.239.704 son niños, niñas y adolescentes. Dentro del marco del conflicto armado, ellos tienen derecho a contar sus historias de lucha y resistencia, y a exigir la no continuidad y no repetición. Sin embargo, aún faltan mayores esfuerzos para que la sociedad colombiana escuche sus voces. Según investigaciones de la Comisión de la Verdad en 2019:

A las personas más jóvenes de la sociedad se les ha relegado a posiciones de insumisión, bajo el pretexto de su edad y las respectivas diferencias en materia de desarrollo biológico y psicológico, posibilitando que la violencia ejercida en su contra sea aceptada y asumida como una consecuencia necesaria.

Una de las consecuencias que tienen poca injerencia en la toma de decisiones de los niños, niñas y adolescentes es que en algunas ocasiones son considerados como no humanos y son instrumentalizados por los adultos, para su beneficio propio dentro de las lógicas del conflicto. El ejemplo más claro es el reclutamiento de menores de edad por parte de grupos armados.

En este especial multimedia presentamos cinco historias de niños, niñas y adolescentes que vivieron hechos violentos que transformaron su infancia o adolescencia por causa del conflicto armado en Colombia. La primera historia te llevará a la región de los Montes de María, en donde Pablo*, quien hoy tiene 36 años, tuvo que afrontar la muerte de su padre cuando solo tenía diez años, y de ahí en adelante también vivió, junto a su familia, las consecuencias del desplazamiento.

En la segunda historia conocerás a Pedro*, un adolescente de 16 años, que vive en Buenaventura y ejerce su liderazgo a través de la danza y el canto en una comunidad que, a pesar de las situaciones difíciles, está rodeada de alegría y esperanza.

El tercer relato es el de Marcela*, de 20 años, habitante del Catatumbo. Su amor por la iglesia le ha ayudado a afrontar procesos de perdón y reconciliación para sanar las heridas que le han dejado la desaparición de su padre, cuando tenía solo dos años.

El cuarto testimonio es el de Diego*, quien cuenta hoy con 14 años y sueña con que ningún niño colombiano sea reclutado por los grupos armados y con que los adultos tengan en cuenta a los niños, niñas y adolescentes en la toma de decisiones , porque tienen mucho que aportar.

Por último, Germán (nombre real), que actualmente tiene 44 años, nos cuenta su experiencia de secuestro cuando tenía 11 años y los múltiples casos de secuestro y violencia en el marco del conflicto armado que ha afrontado su familia a lo largo de varias generaciones. Hoy en día intenta reivindicar su derecho a la verdad y a que le sea reconocido lo que sufrió siendo niño.

*Nombres cambiados por cuestiones de seguridad.

Una de las consecuencias que tienen poca injerencia en la toma de decisiones de los niños, niñas y adolescentes es que en algunas ocasiones son considerados como no humanos y son instrumentalizados por los adultos, para su beneficio propio dentro de las lógicas del conflicto. El ejemplo más claro es el reclutamiento de menores de edad por parte de grupos armados.

En este especial multimedia presentamos cinco historias de niños, niñas y adolescentes que vivieron hechos violentos que transformaron su infancia o adolescencia por causa del conflicto armado en Colombia. La primera historia te llevará a la región de los Montes de María, en donde Pablo*, quien hoy tiene 36 años, tuvo que afrontar la muerte de su padre cuando solo tenía diez años, y de ahí en adelante también vivió,junto a su familia, las consecuencias del desplazamiento.

En la segunda historia conocerás a Pedro*, un adolescente de 16 años, que vive en Buenaventura y ejerce su liderazgo a través de la danza y el canto en una comunidad que, a pesar de las situaciones difíciles, está rodeada de alegría y esperanza.

El tercer relato es el de Marcela*, de 20 años, habitante del Catatumbo. Su amor por la iglesia le ha ayudado a afrontar procesos de perdón y reconciliación para sanar las heridas que le han dejado la desaparición de su padre, cuando tenía solo dos años.

El cuarto testimonio es el de Diego*, quien cuenta hoy con 14 años y sueña con que ningún niño colombiano sea reclutado por los grupos armados y con que los adultos tengan en cuenta a los niños, niñas y adolescentes en la toma de decisiones , porque tienen mucho que aportar.

Por último, Germán (nombre real), que actualmente tiene 44 años, nos cuenta su experiencia de secuestro cuando tenía 11 años y los múltiples casos de secuestro y violencia en el marco del conflicto armado que ha afrontado su familia a lo largo de varias generaciones. Hoy en día intenta reivindicar su derecho a la verdad y a que le sea reconocido lo que sufrió siendo niño.

*Nombres cambiados por cuestiones de seguridad.

Comisión de la Verdad

Bienvenidos al Espacio de Escucha para Niños, Niñas y Adolescentes. Queremos que nos cuenten para ustedes ¿por qué es importante la verdad?

Laura

Yo creo que es importante para estar tranquila.

Martín

x2

Pedro

Debemos decir la verdad o si no se van a sentir mal a los que les echan la culpa.

Paula

De acuerdo con Pedro. También porque debemos decir la verdad porque después no nos van a creer cuando contemos algo.

Lucia

Es necesaria la verdad porque necesitamos saber quién hizo esto.

Comisión de la Verdad

¿Cuándo es difícil decir la verdad?

Pedro

Porque los adultos no nos escuchan.

Martín

A veces a los adultos les da miedo decirnos la verdad. Creen que nos va a ser mal, que no la vamos a soportar.

Pablo

Pedro

Marcela

Diego

Germán