El Catatumbo tiene una larga historia de trabajo comunitario ante las profundas ausencias del Estado en la región. Las comunidades se han organizado para tratar de resolver por cuenta propia las necesidades del territorio, como seguridad, salud, falta de vías y educación de calidad.
Desde los años 60 líderes y lideresas decidieron crear las Juntas de Acción Comunal (JAC) con el fin de dar solución a todas aquellas problemáticas por las que atravesaba el Catatumbo. Las JAC se convirtieron en la instancia popular que resolvía las cotidianidades diarias y organizaba las luchas sociales.
Al ver la escasa presencia de las instituciones estatales, los habitantes del Catatumbo, bajo el liderazgo de las JAC, se organizaron para construir algunos puentes, escuelas y la contratación de algunos profesores. Sin embargo, el poco presupuesto que tenían no lograba suplir todas las necesidades básicas.
En 1987 las organizaciones campesinas, sindicales y políticas se unieron con el fin de crear un pliego de peticiones para exigir al gobierno de turno que pusiera sus ojos en la región y diera solución a aquellas necesidades que por décadas habían tenido que padecer. Posteriormente, entre el 07 y 13 de junio se llevó a cabo la gran movilización conocida como el Paro del Nororiente en en el que participaron más de treinta mil habitantes de los departamentos de Norte de Santander, Arauca y Cesar quienes exigieron al Estado colombiano mayor inversión social y el cumplimiento total del pliego de peticiones creados por la misma comunidad.
De los resultados del Paro del Nororiente se destacó la construcción de algunas escuelas, hospitales, centros de salud y la visibilización de la grave situación del Catatumbo ante todo el país. A pesar de algunos logros y acuerdos, después de más de 30 años del paro, las necesidades y preocupaciones de los habitantes de la región siguen siendo las mismas.
La resistencia y lucha de las organizaciones sociales aún sigue en el territorio. Actualmente esperan que el Acuerdo de Paz se cumpla y lo que alguna vez se pactó en 1987 pueda convertirse en realidad. “Mientras estas organizaciones persistan hay futuro en el Catatumbo. Son ellos los que han vivido y padecido estos acontecimientos. Es solo su voz la que nos permite esclarecer lo que ha ocurrido y los que también abren el camino hacia el futuro”, comisionado Saúl Franco.
Después del duro capítulo de la incursión paramilitar en el territorio, que causó desplazamientos masivos, masacres, desapariciones y asesinatos selectivos, líderes y lideresas crearon diferentes organizaciones sociales con el fin de reconstruir el tejido social y defender los derechos fundamentales de los indígenas, campesinos y campesinas de la región. De igual forma defender los recursos naturales y buscar soluciones políticas al conflicto armado, garantizando la no repetición.
Un ejemplo de resistencia ha sido la organización Ascamcat, Asociación Campesina del Catatumbo, creada a finales de 2005, en los municipios de Convención, Teorama, El Tarra y El Carmen. Ascamcat ha trabajado por el desarrollo integral de la región, el respeto a la vida, la permanencia en el territorio, rescate de tradiciones culturales y la participación en la toma de decisiones que beneficien el territorio.
Una de las iniciativas más conocidas de Ascamcat es la solicitud de la consolidación de una Zona de Reserva Campesina, ZRC, que pretende tener alrededor de 354 mil hectáreas y abarcar por lo menos 326 veredas. Esta ZRC promueve el buen uso de los recursos naturales, autonomía, soberanía y manejo sostenible del territorio como patrimonio de la región.
En el 2017 los pueblos indígenas y los campesinos crearon la Mesa Consultiva con el propósito de consolidar estrategias de desarrollo alternativo en los resguardos Barí y en el ZCR. Respetando su forma ancestral de cuidar el territorio y creando estrategias en conjunto para generar una economía sostenible. Está Mesa de Diálogo también se creó con el propósito de dar cumplimiento a la sentencia T-052 de 2017.
En la organización también incluyen las resistencias, iniciativas y propuestas de jóvenes y mujeres, que a pesar del poco acceso a la educación y el machismo latente, han participado activamente en estas causas. “ Algunas mujeres de Ascamcat prefirieron la lucha por el territorio que su propio matrimonio, en el plan de Zona de Reserva Campesina le estamos dando relevancia a la mujer campesina, aunque es una tarea supremamente titánica”, aseguró Juan Carlos Quintero, coordinador del eje de paz y DDHH en Ascamcat.
A pesar del impacto social y político que esta organización ha tenido, el desafío más grande ha sido enfrentar la estigmatización por parte de diferentes sectores políticos, económicos y hasta grupos armados. “Desde que decidimos fundar Ascamcat, recuerdo que al otro día ya nos estaban señalando. Ya uno empieza a ver una estrategia sistemática de utilizar el arma de la estigmatización para matar moralmente a las organizaciones y sus dirigentes”, afirmó Quintero.
Este tipo de señalamientos han pasado a amenazas de muerte dirigidas a miembros de la organización. Según datos de Ascamcat, 17 campesinos de la asociación han sido asesinados, también se han presentado casos de robos, secuestros y abuso sexual.
Precisamente, los líderes y lideresas se volvieron objetivo de los grupos armados al ser los voceros de sus comunidades, defensores de sus tierras y garantes de los derechos humanos.Para Juan Luna, asesor de DDHH del Ministerio del Interior, “cuando los líderes en su labor denuncian hechos que afectan a su comunidad, inmediatamente se convierten en un objetivo para los grupos criminales porque para ellos es importante tener el control territorial. Estas acciones tienen que ver con el desarrollo de economías ilegales y narcotráfico”.
A pesar de la difícil situación por la que atraviesan los líderes y lideresas del Catatumbo, ellos no pierden la esperanza y siguen trabajando por mejorar la calidad de vida de su comunidad y proteger su territorio. ”Catatumbo es nuestra casa, acá hemos hecho nuestro proyecto de vida. Nos imaginamos un Catatumbo en paz y sabemos que ese propósito lo vamos a cumplir. Creemos que el diálogo es la ruta para la reconciliación. Nosotros seguiremos resistiendo desde el cabildeo político para dar a conocer hacia fuera quienes somos”, Juan Carlos Quintero Ascamcat.
“El desarrollo de esta región lo va a traer el campesino”, asegura uno de los pequeños productores que trabaja en el Catatumbo. Esa confianza en la agricultura, en el valor que le dan a los frutos de una tierra con enorme riqueza como la de la región, ha impulsado a muchos campesinos a persistir en sus proyectos productivos.
A pesar de las dificultades en la comercialización de sus cosechas, el alto, medio y bajo Catatumbo sigue adornándose con los cultivos de pancoger, de frutas, de verduras, de cacao, entre muchos otros productos a los que cooperativas y asociaciones de cultivadores, agricultores, campesinos y pequeños productores le siguen apostando como proyecto de vida.
En esta base de datos, podrá ubicar algunas de las iniciativas productivas que resisten en el Catatumbo.
La riqueza del territorio, su biodiversidad y la variabilidad de su clima hacen del Catatumbo un territorio propicio para que todos los cultivos tengan calidad de exportación. Pero para sacar sus productos y que los conozcan en el mundo, los agricultores reclaman apoyo, inversión y tecnificación en un territorio que tiene todas las condiciones para ser la despensa no solo de Norte de Santander sino del país.
Contrario a los estigmas que señalan al Catatumbo como una zona en la que la violencia no le da paso a ninguna otra expresión social, esta región es rica en manifestaciones artísticas que buscan darle valor a su identidad cultural y a las culturas ancestrales con el fin de dignificar el territorio.
El profesor de teatro Jorge Cuellar considera que el arte es una herramienta infalible para contar la verdad de lo que ha ocurrido, además de abrir un camino diferente a la guerra, especialmente para los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. Estos espacios ayudan a generar memoria y son fundamentales en todos los procesos de reconciliación.
Para los artistas catatumberos, las iniciativas artísticas deben entenderse como procesos que transforman realidades e impactan de manera positiva a todos aquellos que deciden acogerlas en sus vidas. “El camino a la paz lo estamos transitando todos, es un camino de transformaciones lento y complejo. Hay que persistir haciendo arte, cultura y movilizándonos desde el lugar en el que estamos”, afirmó la coordinadora de la estrategia cultural y artística de la Comisión de la Verdad, Yudeisy Díaz.
Uno de los principales desafíos del arte en el Catatumbo es lograr que más jóvenes quieran sumarse, debido a que las lógicas del conflicto los ponen en situaciones de vulnerabilidad a través del reclutamiento, actividades ilícitas y pobreza. Otra problemática que sigue latente es la falta de inversión para las iniciativas artísticas y los pocos espacios que se generan para crear y difundir el arte y socializarlo.