Entre octubre y noviembre de 2020, la Comisión de la Verdad escuchó las verdades del conflicto en el Bajo Cauca antioqueño relatadas por quienes viven en el territorio. En más de 10 diálogos con diversos sectores, la región le contó al país por qué la guerra persiste y cuáles son sus propuestas para que la paz llegue.
“En el Bajo Cauca tenemos una realidad: es la región donde el Estado menos ha vigilado o legislado en favor de la protección de derechos de las comunidades", contó el comisionado de la verdad Leyner Palacios sobre un territorio rico en recursos minerales como el oro y una diversidad natural potente, que alberga entre sus montañas y planicies todos los medios para ser una región próspera. Desafortunadamente, en este momento lo es, pero para muy pocos. Las comunidades campesinas, indígenas, afro, las mujeres, los jóvenes, y los niños y niñas viven en medio de un conflicto que los ha dejado en medio de la desesperanza por la falta de oportunidades para tener una vida digna.
Esta situación la afrontan los seis municipios que componen el Bajo Cauca: Tarazá, Cáceres, Caucasia, Zaragoza, El Bagre y Nechí, poblaciones que tienen que soportar la carga de la codicia que los actores armados sienten por la riqueza que albergan sus tierras, pues las disputas entre estos giran en torno al control de las rentas provenientes de las actividades económicas derivadas de la extracción aurífera y la producción de cocaína.
A pesar de que este territorio ha sido testigo de diferentes procesos de desarme, primero con la desmovilización de grupos paramilitares y después con la de las FARC, en el Bajo Cauca la paz no logra consolidarse. “Es muy importante poder mirar y focalizar esos territorios, para que con la participación de los excombatientes, las comunidades, las víctimas del conflicto armado y las instituciones pueda darse un proceso de participación y de comunicación al país sobre los asuntos de la persistencia”, aseguró la comisionada de la verdad Patricia Tobón.
Sobre el Bajo Cauca queda mucho por conocer, por contar, por construir. Por eso, la Comisión de la Verdad inició el proceso de Diálogos para la No Continuidad y la No Repetición, en el que conversó con organizaciones internacionales humanitarias, academia, sector privado, líderes sociales, víctimas, grupos de mujeres, grupos LGBTI, comunidades étnicas, organizaciones sociales, instituciones y organizaciones gubernamentales, fuerza pública y excombatientes con el fin de comprender por qué la violencia persiste en la subregión y qué puede hacerse para que la guerra no se repita en este territorio. “Teníamos que pensar en generar un espacio que le diera la posibilidad a la gente de hablar con tranquilidad, que no la pusiera en riesgo, pero que también nos diera elementos para profundizar en lo que está pasando allí”, explicó Valeria Jaramillo, miembro del equipo de No Repetición de la Comisión de la Verdad.
El ‘Diálogo para la No Continuidad y la No Repetición’ es una propuesta de la Comisión de la Verdad para que las y los colombianos reflexionen sobre los factores que han hecho que la guerra persista en algunas regiones del país y aporten recomendaciones sobre lo que se debe hacer para superar el conflicto. En 2020, estos espacios de conversación estuvieron focalizados en el Catatumbo y el Bajo Cauca antioqueño, en una apuesta por conocer más sobre estas zonas, entender las causas de la permanencia del conflicto y resaltar el papel de la población que hace resistencia desde sus territorios. Puede visitar el especial multimedia del Catatumbo aquí.
Las conversaciones en cada uno de los encuentros giraron en torno a una serie de preguntas que la Comisión planteó cuidadosamente, basadas en los diagnósticos de la subregión que había construido y lo que contaban los actores que hacen presencia en el territorio. “No podíamos únicamente preguntar sobre lo que está pasando en la actualidad o por qué persiste el conflicto armado, porque podíamos quedarnos solamente en las denuncias de la población y lo que ya se conocía a través de los medios de comunicación. Hacerlo así no nos iba a permitir profundizar en el análisis y en la labor esclarecedora, que finalmente es el mandato de la Comisión”, contó Jaramillo.
Las circunstancias de exclusión y olvido en el Bajo Cauca que contaron quienes participaron en los diálogos quedaron en evidencia en el desarrollo de estos espacios de conversación convocados por la Comisión de la Verdad. Las dificultades de conectividad de la región hicieron que en varias ocasiones los participantes no pudieran conectarse a las plataformas virtuales dispuestas por la Comisión, o que no pudieran estar presentes durante todo el espacio. Estos desafíos fueron sorteados; no impidieron que las voces del Bajo Cauca contaran lo que viven en su territorio.
“Hubo preocupación, porque las condiciones de seguridad y conectividad estaban muy difíciles y teníamos que pensar en darle la posibilidad a la gente de hablar con tranquilidad en espacios cerrados, que no la pusiera en riesgo, pero también necesitábamos que nos diera elementos para profundizar en lo que estaba pasando”, dijo Catalina Cruz, coordinadora del diálogo social de la Comisión de la Verdad para el Bajo Cauca antioqueño.
Pese a las dificultades, la participación en los diálogos fue destacada. Se realizaron diez encuentros de manera virtual, tres presenciales y el Diálogo Regional, que se llevó a cabo el 20 de noviembre en Medellín. “Había mucho temor, en particular de las organizaciones sociales y de las comunidades étnicas. Sin embargo, fue posible plantear algunos elementos en donde hay bastantes consensos sobre las problemáticas de la región, incluso por parte de la institucionalidad y la fuerza pública”, comentó Cruz.
Entre los consensos sobre los factores que explican la persistencia del conflicto en el Bajo Cauca antioqueño, varios participantes a los diálogos mencionaron la débil presencia que el Estado hace en el territorio. Para los habitantes de la subregión, es necesaria una intervención institucional, que dé verdaderas garantías de no repetición a partir de la apertura en oportunidades educativas, empleo, salud e infraestructura vial. “Muchas personas nos contaban que para ellos no vale la pena producir comida, porque con las vías que tienen, sacarla es muy costoso. La única vocación económica de la región, la minería, hace que efectivamente haya un campo muy reducido de empleabilidad y de educación”, explicó Cruz.
Otro punto de encuentro en medio de los diálogos se dio en torno al uso y tenencia de la tierra, tanto por parte de campesinos, barequeros y empresas mineras como por la presencia de grupos armados en el territorio, que convergen en la falta de titulación de la tierra. “A partir de estas problemáticas va gestándose la configuración de los grupos ilegales y de la persistencia del conflicto armado. Además, varios de los asistentes contaban que el suelo tenía unas vocaciones distintas a la minería, pero esa es la única actividad de la que muchos dependen”, resaltó Jaramillo.
Las comunidades del Bajo Cauca también identificaron que las fallas en la implementación de los diferentes procesos de paz han dificultado los procesos de reintegración y de desarrollo en la región. “Los diferentes sectores que conversaron con la Comisión identificaron factores de continuidad, entre los que se destacan las violencias contra las mujeres y en contra de la población LGBTI, y la reconfiguración de los actores armados con los procesos de desmovilización en la zona. Sin embargo, de fondo está siempre la débil presencia del Estado, la no mirada, la discriminación histórica y la estigmatización del Bajo Cauca como un territorio que no cuenta”, comentó Cruz.
Bajo este panorama, en los diálogos también se escucharon algunas voces de resistencia que han emergido a partir de la misma comunidad y que han logrado aportar a la construcción de paz. “Me ha parecido muy positiva la diversidad de expresiones culturales y de resistencia desde el lugar artístico y cultural en el territorio. Aunque también es muy triste, porque los promotores culturales y artistas tienen muy poco apoyo institucional. Yo soy una de las convencidas de que el arte, la cultura, la música y las estéticas son de los esfuerzos que más logran que los jóvenes se alejen de los actores armados”, aseguró Cruz.
Para las comunidades que habitan el territorio, los diálogos sentaron un punto de diferencia al permitir la participación y la comunicación libre de todos los sectores sociales que han sido excluidos por el Estado. Para los habitantes de la zona, es necesario que se promuevan más espacios que visibilicen las problemáticas y que planteen formas de resistencia y verdaderas garantías de No Repetición. “Ojalá no fuera solo este espacio, sino que hubiera otros escenarios, en otros tiempos, para poder reencontrarnos y llegar a un punto de referencia donde podamos partir”, comentó uno de los artistas que hicieron parte de los diálogos.
Si bien estos espacios no prometen transformar territorios, son entornos de escucha valiosos que permiten conocer de cerca la realidad de las comunidades, y que dan lugar a sentar voces de resistencia y construcción de paz para el país. “No prometemos que a corto o mediano plazo transformen completamente el territorio; eso es un proceso mucho más complejo, pero acá estamos para hablar de estos temas y para oírlos”, comentó Esteban Londoño, del equipo de No Repetición de la Comisión de la Verdad.
Para la entidad y los habitantes de Bajo Cauca es ideal que estos procesos continúen y que sigan escuchándose las voces de la región con miras a una construcción de paz y de tejido social, porque el Bajo Cauca es una tierra de grandes artistas, jóvenes, mujeres, campesinos, niños y niñas que tienen pujanza para seguir aportando lo mejor de sí al territorio y a Colombia. “Hoy los colombianos y las colombianas estamos llamados a trabajar desde diferentes ámbitos, pero anteponiendo un bien común y colectivo: que frente al conflicto armado es necesario que todos los sectores demos un paso hacia adelante en cómo contribuimos a que estos hechos no sigan pasando y en atacar las causas que vienen generando la persistencia del conflicto”, afirmó la comisionada de la verdad Patricia Tobón.
Estas reflexiones y conclusiones fueron llevadas al ‘Diálogo para la No Continuidad y la No Repetición en el Bajo Cauca antioqueño’, que se realizó el 20 de noviembre de 2020 en el Jardín Botánico de Medellín. Puede ver el evento aquí.
Fuente: Comisión de la Verdad