“Usted pensará ‘que terrible que recluten niños
y se los lleven a la fuerza’, pero resulta que esto es,
la verdad, es más complicado que la tabla del ocho”
Tengo 14 años y siempre he vivido en , Arauca. Me gusta mucho vivir en Fortul, porque es un corregimiento donde las personas son amables y siempre están cuando alguien necesita de su ayuda. También me gusta porque puedo salir a jugar fútbol; tengo muchos amigos. De hecho, cuando sea grande quiero ser futbolista, y si no se puede, quisiera estudiar contaduría pública: me gustan las matemáticas.
Vivo muy cerca de mi colegio. Recuerdo que cuando era más niño me gustaba salir a la puerta, para mirar a los estudiantes que pasaban. Yo le decía a mi mamá que me pusiera a estudiar rápido. Lamentablemente, para esa época vivíamos una situación muy difícil en la casa y, mis dos hermanos mayores tuvieron que dejar de estudiar. En el caso de mi hermana, no había dinero para seguir, y mi hermano, con tan solo 15 años, decidió salirse del colegio y entrar a un grupo armado. Para ese momento yo tenía ocho años.
Fueron tiempos muy difíciles. A mi mamá le dio muy duro; sufría mucho por lo de mi hermano. En los cuatro o cinco años que él estuvo allá, mi mamá lloraba todas las noches. Aunque yo comprendía la situación, prefería quedarme callado; no sabía qué decir, solo pensaba en si él estaba bien allá, en cómo estaría durmiendo.
Cuando en el pueblo había balaceras o bombazos, si estaba afuera me iba corriendo a la casa a esconderme y solo pensaba en que mi hermano no apareciera en medio de la gente muerta. Los únicos momentos en que me tranquilizaba era cuando él iba a visitarnos; el resto del tiempo despejaba mi mente cuando salía a jugar y hacía las labores de la casa: le ayudaba a mi mamá a rastrillar y a cocinar.
A un amigo también se le fue el hermano el mismo día que se fue el mío. No sé por qué mi hermano tomó esa decisión; para mí sería importante saberlo, lo tomaría de ejemplo para no hacer lo mismo.
Mi mamá siempre lo encomendaba a Dios y sintió mucho alivio cuando se salió de ese grupo. Creo que en ese momento sentí lo que verdaderamente era justicia; no nos merecíamos tener a mi hermano lejos. A mis amigos, que sufrieron lo mismo, les digo que traten de no estar tristes, que sigan adelante, que algún día se les va a dar lo que ellos quieren.
Definitivamente a Fortul le cambiaría el ; ese grupo de personas le hacen daño a cualquiera que reclame por lo que es de ellos. Además, si una persona no les hace caso, acaban con su vida. A veces matan o desplazan a las personas inocentes solo por un chisme. También me gustaría que no volviera a pasar ningún caso de reclutamiento a menores de edad, que esos grupos dejen a los niños libres para que jueguen, como yo he podido hacerlo.
En mi comunidad, ejerzo mi liderazgo dando ejemplo a los demás. Cuando no estamos haciendo bien algo, hay que intentar mejorarlo, para que cuando protestemos lo vean con buenos ojos. Igualmente, me parece muy importante decir la verdad, porque prevenimos varios problemas, y si uno dice mentiras, tarde o temprano se sabrá la verdad.
Creo que para decir lo que pensamos o sentimos los adultos deberían escucharnos más. A veces solo hacen mala cara y creen que uno no sabe ni lo que habla. Como niño, les recomendaría a algunos adultos que nos tengan en cuenta en las decisiones que tomen; nosotros tenemos mucho que aportar y decir.
Espero que en diez años, cuando ya tenga 24, el país haya tenido un cambio total, tal vez con menos corrupción y menos conflicto en los pueblos. Para ese momento voy a estar graduado, con mi empleo, con una esposa y tal vez hijos, y viviendo en Medellín.