Convivir es mucho más que solo compartir un mismo espacio. En Colombia existen más de mil iniciativas ciudadanas de convivencia que surgieron como respuesta pacífica a las acciones violentas del conflicto y alcanzan grados inimaginables de reconciliación, transformación de conflictos e incidencia social, política y económica. El siguiente es un manual para entenderlas y reconocerlas.
Cansadas de la violencia y decididas a aprovechar el potencial del diálogo y la fuerza de la ciudadanía, muchas comunidades del país se han organizado y viven experiencias de trabajo colectivo, continuo y duradero.
Con sus esfuerzos, logran transformar de manera pacífica los conflictos, alcanzan ejemplos de reconciliación en contextos en los que parecía imposible, rescatan la memoria y las tradiciones de sus pueblos, luchan para que los derechos sean garantizados, fortalecen el ejercicio de la ciudadanía y generan espacios en los que unos y otros reconocen tanto sus errores, como su dignidad humana, para poder trabajar juntos. Es decir, son iniciativas que promueven la convivencia democrática.
El respeto, la confianza y la empatía son la materia prima de las historias inimaginables que se llegan a tejer en estas comunidades. La Comisión de la Verdad desarrolló la campaña “Más razones para creer”, con la que se pueden conocer muchas de esas historias y a los protagonistas que trabajan por la convivencia en todo el país.
Historias inimaginables se llegan a tejer en estas comunidades
Estas iniciativas realizan acciones de diversos tipos. La mayoría se centra en las simbólicas, como museos, casas de la memoria, documentales o encuentros comunitarios para honrar a los seres queridos que la guerra se llevó; y en las culturales: arman grupos de danza, música o Rugby, componen canciones, ofrecen conciertos, festivales, exposiciones y obras de teatro por la paz, elaboran relatos audiovisuales colectivos y modelan manualidades, como mecanismos para rescatar sus tradiciones y fortalecer la cohesión que la violencia ha resquebrajado en sus poblaciones.
También hay muchas acciones sociales, como talleres de reconciliación individual y colectiva para los diversos actores del conflicto, encuentros con mayores de edad para que puedan ser escuchados, procesos de formación para diferentes públicos -desmovilizados, jóvenes, niños, campesinos, mujeres, etc.- en una gran variedad de temas, que incluyen derechos humanos, convivencia, resolución de conflictos, trabajo agrícola, proyecto de vida, etc.
En el plano político, hay organizaciones que firman pactos de no agresión con los actores violentos, varias empoderan a sus líderes gestores de paz y algunas logran posicionar sus agendas en las políticas públicas de sus localidades. Muchas conforman redes que les facilitan la interacción con instituciones clave, con el Estado y con otras entidades que apoyan su trabajo.
Entre las prácticas económicas se encuentran proyectos productivos como los que desarrollan excombatientes de la mano de las comunidades que los reciben, e historias de poblaciones que articulan sus micro mercados para buscar ser sostenibles, y campesinos que deciden desarrollar nuevas huertas para reemplazar sus anteriores actividades económicas como la tala y quema de árboles o la minería ilegal.
Una gran parte trabaja con víctimas de la violencia y sus familiares (336); muchas se enfocan en públicos en los que es importante prevenir que la guerra se recicle, como jóvenes niños y niñas, desmovilizados y reclusos; y otras abordan poblaciones vulneradas históricamente como indígenas, afrocolombianos, LGBTI, personas con discapacidad, etc.
La Comisión de la Verdad ha registrado 1.008 experiencias de convivencia en 28 departamentos de Colombia. Más de la mitad (52 %) desarrolla sus actividades en el plano municipal, 15 % en entornos locales, 12 % departamentales y el 14 % se mueve a nivel nacional.
Los departamentos en los que más iniciativas se han gestado son Antioquia, la región con el mayor número de víctimas del conflicto armado; Bogotá DC, donde 41 de cada mil habitantes han sido afectados directos del conflicto; Norte de Santander, que tiene a varios de sus municipios en la región del Catatumbo, sumida en la violencia por el abandono estatal y los cultivos ilícitos; Cesar, donde varias bonanzas productivas se mezclaron con la lucha a sangre por la tenencia de la tierra; Valle del Cauca , que ha sufrido por décadas la violencia y sus transformaciones, desde el origen partidista, hasta la fuerte influencia del narcotráfico; y Putumayo, donde la producción de hidrocarburos coincide con la de coca y con la presencia histórica del narcoparamilitarismo y la guerrilla.
Las experiencias de convivencia tienen la llave de la fuerza que mantiene unidas a las comunidades atravesadas por el dolor
Fuentes: Unidad de Víctimas, Centro Nacional de Memoria Histórica, Indepaz, Observatorio de Víctimas de Bogotá, Naciones Unidas, Registraduría Nacional, Humanitarian Response.
Cada experiencia tiene su historia y se origina en situaciones particulares. Hay muchas que fueron gestadas por la Iglesia Católica y otras comunidades de fe (179), por agencias del Estado (299), por las mismas víctimas del conflicto (136) y por movimientos ciudadanos (60). Aunque sus iniciadores son distintos, el análisis de sus orígenes muestra que todos los sectores de la sociedad han trabajado por la convivencia en Colombia. Y para que prosperen, es fundamental el compromiso y participación de la ciudadanía.
Todos los sectores de la sociedad han trabajado por la convivencia en Colombia
Al estudiar las experiencias de convivencia, saltan a la vista varios aspectos comunes que son los que les permiten lograr impactos en las comunidades, recuperar muchos derechos vulnerados y trabajar por la no repetición. Por eso, la Comisión de la Verdad las clasificó en seis ejes, según el aprendizaje que más resalta en cada una:
Entrevistamos a María Angélica Bueno, coordinadora del objetivo de Convivencia de esa entidad, quien nos contó qué es la convivencia democrática, el marco conceptual para poder entender la importancia de las iniciativas ciudadanas de convivencia. También describió siete aspectos que las caracterizan y que se convierten en enseñanzas para todos los colombianos acerca de cómo es posible convivir a pesar del conflicto armado, del dolor y de las diferencias.
En Colombia existen más de 1.000 iniciativas ciudadanas de convivencia que surgieron como respuesta pacífica a las acciones violentas del conflicto. María Angélica Bueno explica cuáles son sus principales características y enseñanzas para que la guerra no se repita.
Estas experiencias transitan por múltiples dificultades, incluso, la pérdida de sus líderes, martirizados por el conflicto al que se resisten con valentía. Aun así, producen importantes transformaciones, tanto en quienes participan de ellas, como en las poblaciones que las circundan:
Las organizaciones y proyectos de las comunidades para superar la violencia transitan por múltiples dificultades, incluso, la pérdida de sus líderes, martirizados por el conflicto al que se resisten. Aun así, producen importantes transformaciones, tanto en quienes participan de ellas, como en sus poblaciones.
“La convivencia no consiste en el simple compartir de un mismo espacio social y político, sino en la creación de un ambiente transformador que permita la resolución pacífica de los conflictos y la construcción de la más amplia cultura de respeto y tolerancia en democracia”, conceptualiza la Presidencia de la República en el decreto 588 de 2017, con el cual creó la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición.
En el marco de este objetivo, la entidad tiene el deber de esclarecer no solo la verdad del dolor y el sufrimiento, sino también la de los esfuerzos que han hecho las comunidades y la sociedad por convivir. Por eso, su primera acción en este campo consistió en identificar a las experiencias que impulsan la convivencia democrática a lo largo del territorio colombiano, para conocer sus diversos enfoques, sistematizar sus características y extraer los aprendizajes que estas dejan para la no repetición.
Tiene el deber de esclarecer no solo la verdad del dolor y el sufrimiento, sino también la de los esfuerzos que han hecho las comunidades y la sociedad por convivir
Por otra parte, han promovido unos procesos llamados “Acuerdos para la convivencia y el buen vivir”, una serie de diálogos piloto en zonas priorizadas, donde personas diferentes se reúnen para crear planes de trabajo que ayuden a solucionar situaciones conflictivas de sus regiones. La Comisión facilita estos ejercicios, pero son las comunidades quienes los construyen.
“Lo que queremos darle a Colombia son argumentos para que vean que sí es posible transformar los conflictos de manera pacífica, que sí es posible trabajar en colectivo por la paz. Que no son escenarios aislados, no son procesos de extraterrestres o de héroes, sino de colombianos y colombianas en los territorios y en las grandes ciudades”, explica María Angélica Bueno.
"Lo que queremos darle a Colombia son argumentos para que vean que sí es posible transformar los conflictos de manera pacífica..."
Colombia ha vivido en 2021, como arrastre de años anteriores, un contexto de protesta social que, además de reflejar las necesidades desatendidas durante décadas, deja ver una marcada polarización que desata violencias y dificulta entendimientos. A esto se suma el rearme de facciones de guerras que habían disminuido tras el acuerdo de paz con las FARC-EP, la reaparición de masacres inexplicables y las crecientes agresiones contra defensores de derechos humanos.
En este panorama, es necesario comprender por qué se mantienen firmes las experiencias de convivencia, cómo logran que sea posible convivir a pesar de las diferencias y por qué vale la pena su trabajo. María Angélica compartió las reflexiones de la Comisión al respecto:
Colombia ha vivido guerras que se reciclan, décadas de agresiones contra defensores de derechos humanos, una polarización que desata violencias y dificulta entendimientos. Ante este contexto ¿Por qué se mantienen firmes las experiencias de convivencia de las comunidades víctimas del conflicto? ¿Por qué valen la pena sus esfuerzos?
Este análisis de la Comisión lo respaldan las cifras. A medida que el conflicto fue escalando entre la década del 90 y los primeros años de este siglo, las experiencias de convivencia fueron creciendo y su trabajo ha dado fruto con la consolidación de procesos de paz y de nuevas iniciativas reconciliadoras, durante la más reciente década. Los detalles de esta evolución y otras cifras se pueden ver en el tablero de datos de convivencia de la Comisión de la Verdad.