UN CANTO
PARA SANAR Y NO OLVIDAR

El grupo de cantaoras Esperanza y Paz del Pacífico Nariñense se creó en marzo de 2019 en el municipio de San Andrés de Tumaco, con el fin de visibilizar la desaparición forzada que hubo y persiste en esta región. Un grupo de 19 mujeres y tres músicos de la agrupación Plu con Pla cantan a sus familiares desaparecidos, al gobierno y a todo un país. Toda clase de emociones brotan en sus letras: reclamo, lucha, tristeza, esperanza y resistencia ante el olvido y la injusticia. Las mujeres que integran el grupo son cantaoras desde hace muchos años y pertenecen a dos asociaciones que se unieron para darle vida a Esperanza y Paz, la Asociación de Familias Buscadoras del Pacífico (Afadepac), radicada en la zona urbana, y a Luz de Esperanza, que trabaja desde el área rural del municipio, especialmente en el sector de La Vía, al sur del casco urbano de Tumaco.

Desde su creación, las integrantes de Esperanza y Paz han contado con el apoyo económico y sociojurídico del Colectivo Orlando Fals Borda, que se enfoca en el acompañamiento y esclarecimiento de casos de desaparición forzada en el país. Nury Cabezas, coordinadora de Esperanza y Paz y representante del Colectivo en Tumaco, explica que con este apoyo las cantaoras pueden movilizarse cada ocho días a la escuela de música El Tuma, ubicada en la zona urbana del municipio, para participar en los ensayos y las capacitaciones en canto que allí se realizan.

Durante su primer año, Esperanza y Paz tuvo diferentes presentaciones musicales, en Tumaco, Pasto, Cali y Bogotá, entre otros lugares del país. En estos espacios compartieron sus historias de duelo para ser escuchadas, hecho que les ha permitido alcanzar “una verdad de descanso, de desahogo y de compartir lo sucedido”, como afirma Nury Cabezas, quien también es familiar de una víctima de desaparición forzada.

Guerra y desaparición en la Perla del Pacífico

San Andrés de Tumaco es uno de los 64 municipios del departamento de Nariño. Su ubicación estratégica a orillas del océano Pacífico lo convierte en el segundo puerto exportador de esta costa. Su paso fronterizo con Ecuador y sus llanuras fértiles lo hacen un lugar clave para el desarrollo de diferentes actividades económicas de agroindustria, embarque de petróleo, pesca y turismo.

Según el informe Lo que ocurre en Tumaco puede ocurrir en 10 municipios de la Fundación Paz y Reconciliación y La Iniciativa Unión por la Paz, el conflicto armado en el municipio de Tumaco se acentuó entre 1994 y 1997 con el fortalecimiento de la banda “Los Van Van”, que cometía extorsiones, “limpieza social” y asesinatos, presuntamente al servicio de grandes comerciantes de la zona. En 1997, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), realizaron sus primeras incursiones en esta región del Pacífico nariñense.

A mediados de 1999, ocurrió un despliegue de los cultivos de coca al occidente del país, especialmente en la zona fronteriza de Nariño. El Frente 64 del Comando Conjunto Occidental de las FARC se posicionó con el negocio del narcotráfico. Para la misma época, según el portal periodístico Rutas del Conflicto, los hermanos Carlos y Vicente Castaño enviaron paramilitares a Nariño, que bajo el mando de Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’, crearon el Bloque Libertadores del Sur, con el fin de quitarle el negocio del narcotráfico a las FARC.

La ubicación fronteriza con Ecuador y la conectividad con el puerto de Buenaventura y la zona pacífica del país hicieron de Tumaco un blanco de interés para varios grupos armados al margen de la ley. Esto generó más de 170 mil víctimas de diferentes hechos de violencia, como desplazamiento, desaparición forzada, amenaza y homicidio, entre otros. Según el Registro Único de Víctimas, a marzo de 2020 en Tumaco estaban reconocidas más de 95 mil víctimas de desplazamiento y 721 familias de personas dadas por desaparecidas.

La Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) es una de las entidades que están al frente del proceso de búsqueda de víctimas de este hecho en el país. Esta entidad del Estado fue creada en 2018, dos años después de la firma del Acuerdo de Paz con las FARC, en respuesta a la solicitud de los familiares de personas desaparecidas y organizaciones civiles. La UBPD tiene presencia en 864 municipios del país, entre ellos Tumaco. Aunque no es pública la cifra de casos recolectados en Tumaco, a nivel nacional la UBPD trabaja en 5.389 solicitudes de búsqueda.

Hechos victimizantes en Nariño y Tumaco
Infogram

Tras la desmovilización de varios grupos paramilitares y la firma del Acuerdo de Paz con las FARC en 2016, la violencia no se ha marchado completamente de la región. Los cultivos de coca siguen siendo protagonistas en el municipio. Tumaco encabeza la lista de los diez municipios donde se concentra el 50 % de estos cultivos a nivel nacional, de acuerdo con el informe de la Fundación Paz y Reconciliación y La Iniciativa Unión por la Paz, previamente mencionado.

A 31 de enero de 2019, el departamento de Nariño contaba con 12.618 hectáreas de cultivos ilícitos, de las cuales 12.065 están ubicadas en Tumaco y las restantes en el municipio de Ipiales, como se evidencia en el Informe del Departamento de Nariño de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). En este mismo informe, se menciona que hasta enero de 2019 en Tumaco se habían erradicado voluntariamente 2.655 hectáreas de coca.

La implementación del Plan Nacional Integral de Sustitución de Cultivos de Uso Ilícito (PNIS), en el país y puntualmente en esta zona, presenta dificultades como lo expone el portal Verdad Abierta. La erradicación forzada está tomando más fuerza en Tumaco, al igual que en Tarazá, Antioquia y Puerto Asís y Orito, Putumayo, según la nota de la Fundación Ideas para la Paz. Las cifras de resiembra no son claras. Las erradicaciones han presentado violencia y las comunidades han rechazado estos actos, al estar muchas de ellas inscritas y siguiendo el proceso voluntario del PNIS. El número de hectáreas de coca sigue en aumento y las alternativas prometidas en la sustitución voluntaria no están llegando.

Sanar sin respuestas

“Pregunto, vuelvo y pregunto,
y me vuelvo a preguntar
¿hasta cuántas reuniones?,
¿cuándo los van a entregar?”

Las mujeres del grupo Esperanza y Paz del Pacífico Nariñense hacen parte de aquellas 721 familias de personas desaparecidas en Tumaco. Día a día usan sus voces para hacer catarsis y para exteriorizar sus emociones y sus sentires durante este proceso tan doloroso.

“Detrás de estos cantos hay llanto y sufrimiento. Y en las canciones, lo que viene es un descanso, un desahogo. Durante el canto no olvidan el duelo, sino que lo transforman y se sienten tranquilas; es un momento sanador y reconfortante. Yo soy afortunada de vivir esos momentos con ellas, es maravilloso ver cómo del llanto surge algo melodioso”, comenta Nury.

Las canciones reúnen muchas voces con un mismo propósito: encontrar al familiar desaparecido y saber la verdad de los hechos. En un principio, recordar lo ocurrido con sus familiares era para estas mujeres un reto emocional difícil, que han ido superando gracias a su unión. “Nos hemos apoyado unas con otras, para sanar las heridas. Lo más importante es haber encontrado personas que tienen un corazón tan noble, que cuando uno siente su abrazo se siente como si estuviera con su ser querido”, cuenta Alejandrina Ledezma, integrante del grupo de cantaoras.

Con su ausencia, las cantaoras recuerdan una estrofa escrita por Rina:

"El que viene a mi novena
venga con mucho cuidado
que la muerte no es para mí
sino para los que han quedado"

Rina se fue sin una respuesta, pero sus compañeras seguirán buscándola.

Fotografía tomada por Jesús Abad Colorado. 2019.

Los NN en Tumaco

Ningún Nombre. Así son llamados los cuerpos de quienes no se conoce ni un solo rastro de su identificación a la hora de ser sepultados. En muchas ocasiones, los NN no cuentan con un sepulcro individual; terminan en fosas comunes que pueden estar ubicadas en cementerios o lugares no específicos.

En el contexto del conflicto armado, los NN son una pieza clave para el esclarecimiento de hechos victimizantes como la desaparición forzada debido a que entre aquellos cuerpos sin identificar puede encontrarse el ser querido que una familia ha buscado por años, así no haya muchas pistas de cómo o dónde desapareció. Por ello, la identificación de estos cuerpos es una de las grandes luchas del Colectivo Orlando Fals Borda.

“Hay una investigación donde salen 235 cuerpos enterrados como NN en el cementerio de Tumaco, y hay unas mamitas que están buscando a su desaparecido. Desafortunadamente, entre esos cuerpos puede haber algún familiar, y no solamente de alguna mamita de Tumaco; toda Colombia busca un familiar desaparecido”, explica Nury.

Varios medios de comunicación difundieron en 2018 las fotografías en las que el cementerio no daba abasto para albergar a todos los cuerpos, pues muchos estaban en bolsas y costales que se apilaban en una esquina del camposanto.

Por ello, luego de cuatro años de insistencia de las organizaciones, en agosto de 2019 la Fiscalía procedió a establecer una ruta para la identificación. Como primer paso, se comprometió a exhumar 46 cuerpos del cementerio de Tumaco y trasladarlos al cementerio de Chilví, ubicado en la salida de Tumaco sobre la vía que conduce a Pasto. En Chilví se llevará a cabo la identificación de los cuerpos y su posterior entrega a los familiares.

Sin embargo, hasta finales de 2019 no hubo avances en la ruta de intervención, en virtud de que para iniciar el proceso se necesita que el cementerio de Tumaco cuente con ciertos requisitos, como una malla de seguridad, una oficina adecuada para los documentos de quienes son sepultados y el saneamiento de la morgue. En febrero de 2020, la implementación de los requisitos aún no había terminado.

Hamer Colorado, hijo del administrador del cementerio, realiza labores en el camposanto. Cuenta que en el cementerio hay 30 cuerpos NN en bóvedas individuales.“Bajo tierra hay más, pero no sabemos el punto exacto”, explica Hamer.

Indica, además, que desde hace poco más de un año los cuerpos sin identificar que llegan al municipio son trasladados al cementerio de Chilví. Allí, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), en convenio con la Alcaldía de Tumaco y Medicina Legal, realizó una donación de 300 bóvedas y 500 osarios, para inhumar a las personas no identificadas que son llevadas a Tumaco, con el fin de descongestionar el cementerio principal y facilitar el proceso previo a la intervención del Estado.

A los NN que aún se encuentran en el cementerio de Tumaco, Hamer les pone flores de vez en cuando. “Yo les pongo su florecita o su coronita porque soy devoto de las ánimas, así como otras personas que vienen al cementerio, que les dejan también algún arreglo de flores”. Mientras tanto, las mujeres de Esperanza y Paz cantan en honor a sus familiares, y entre todas hacen todo lo posible por encontrar la verdad.

Manos de mujeres

Las víctimas de desaparición forzada en Tumaco son mayoritariamente hombres. En consecuencia, las mujeres han tenido que asumir la cabeza económica en el hogar. Aunque las oportunidades laborales en el municipio son reducidas, la presencia de organizaciones y colectivos en la zona ha aportado a resolver esta problemática. En el caso de las cantaoras de Esperanza y Paz, el Colectivo Orlando Fals Borda las ha apoyado con talleres de costura y espacios de memoria, para que se conviertan en alternativa económica para ellas y sus familias.

A mediados de 2019, se creó el taller de costura en el casco urbano de Tumaco, para que las mujeres de Esperanza y Paz y sus familiares confeccionen y vendan trajes, turbantes y demás prendas tradicionales de la población afrocolombiana del Pacífico. Por movilidad y disponibilidad, cuatro mujeres de Esperanza y Paz asisten y trabajan en este taller, al igual que algunas integrantes de Afadepac. Para que más mujeres puedan hacer uso del taller de costura, el Colectivo OFB organizó unas capacitaciones con el SENA a mediados de marzo, pero la coyuntura de salud mundial no ha permitido que se lleven a cabo.

En el ámbito rural, la organización Luz de Esperanza lleva más de seis años trabajando y apoyando diferentes proyectos productivos de huertas comunitarias como alternativa económica para las familias víctimas del conflicto. Una de las asociaciones que abandera esta iniciativa es Asochiyangua, grupo de mujeres que cultiva chiyangua y chiyará, plantas medicinales que se utilizan como condimento en la cocina del Pacífico. La venta de estas plantas a diferentes restaurantes en Tumaco y al por menor a las familias del sector de La Vía genera ingresos para las mujeres que día a día trabajan esta siembra.

Otra opción económica en la zona rural del municipio es el Santuario de la memoria de las víctimas del conflicto armado del Pacífico nariñense, que estará ubicado en la vereda La Espriella, por la vía Tumaco—Pasto. Con el apoyo del Colectivo OFB y el hermano claretiano Marcial Gamboa, esperan dar inicio a la obra muy pronto; los papeles del predio ya están listos. En este espacio “se encontrará de todo un poquito, habrá asesoramiento a familiares de las víctimas e información sobre los desaparecidos; también contará con un espacio cultural con música, trajes, danza y recreación, al igual que un parque para que la gente se relaje”, comenta Nury Cabezas, representante del Colectivo en Tumaco. Los productos que se expondrán en este espacio serán realizados por las mujeres de Esperanza y Paz y de las dos asociaciones que la conforman, con el fin de fortalecer otra fuente económica para estas mujeres y sus familias.

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Agradecemos especialmente al Colectivo Orlando Fals Borda y a las mujeres cantaoras de Esperanza y Paz, que a su vez son de las organizaciones Afadepac y/o Luz de Esperanza.