Canal del Dique: un recorrido por el dolor, la resistencia y búsqueda de la paz
Así fue el recorrido que realizó la Comisión de la Verdad en el Canal del Dique para conocer las afectaciones que generó el conflicto a ese territorio, al agua y a las prácticas culturales del pueblo negro.
En las aguas del Canal del Dique se sumerge una verdad dolorosa: los miles de cuerpos de personas asesinadas por grupos paramilitares que fueron arrojados con el fin de desaparecerlos para siempre. A pesar de que han pasado varios años, las víctimas no han obtenido respuestas y, por esa razón, un equipo de la Comisión de la Verdad navegó esos 115 kilómetros y visitó algunas de las comunidades aledañas para escuchar, desde la voz de las víctimas y responsables, los hechos atroces que ocurrieron en ese territorio para así avanzar en el proceso de esclarecer por qué pasó lo que pasó y cuáles fueron las afectaciones al territorio, al agua y a las prácticas culturales ancestrales del pueblo negro, afrodescendiente, raizal y palenquero.
A este recorrido, que se hizo previo al encuentro ‘La verdad silenciada del Canal del Dique’, asistieron el presidente de la Comisión, Francisco de Roux, y los comisionados Leyner Palacios y Carlos Ospina. Además, participaron los exparamilitares Uber Banquez, Manuel Castellanos y Emiro Correa, así como representantes de las demás instituciones del Sistema Integral para la Paz, administraciones locales, comunidades de los municipios cercanos y la Ruta del Cimarronaje, entidad conformada por más de 200 organizaciones sociales del Caribe.
La primera parada fue el 29 de noviembre en el municipio de Calamar, donde De Roux agradeció a las víctimas por su constante lucha y a los responsables por tomar la decisión de avanzar hacia caminos de esclarecimiento, aceptación de responsabilidades y reparación. Al principio de su intervención, invitó a reflexionar sobre la gravedad de los hechos que ocurrieron en el Canal del Dique, asegurando que en esta ruta “iban a navegar sobre un cementerio” porque, por lo menos, más de 2.000 personas fueron arrojadas en esas aguas tras haber sido asesinadas.
Además, señaló que para conocer la verdad es necesario comprender el dolor de las madres, esposas, hijos e hijas de quienes fueron desaparecidos de esta forma, pues aseguró que muchas veces eran ellos mismos los que encontraban cadáveres, los volteaban para ver sus rostros y así identificar si eran sus seres queridos. Añadió que esta situación es una muestra “inmensamente dura” de lo que ha ocurrido en medio de la guerra en Colombia y que lo importante es conocer por qué pasó, cómo pasó y quiénes estuvieron involucrados para comprometernos como sociedad a poner en marcha acciones que permitan una transformación profunda para la no repetición.
El comisionado Leyner Palacios le siguió la palabra brindando un contexto de lo que es el Canal del Dique, el cual está localizado entre los departamentos de Bolívar, Atlántico y Sucre. Según explicó, este canal fue construido por la Corona Española con mano de obra de comunidades negras a partir de una experiencia de esclavización e indicó que en el marco del conflicto este fue controlado por el Frente Canal del Dique del Bloque Montes de María de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) entre 1997 y 2006.
Palacios mencionó que, al pasar los años, las poblaciones de ese territorio han sufrido innumerables situaciones “tremendamente deshumanizantes”, las cuales han sido narradas al equipo de Dirección Étnica de la Comisión en medio del trabajo por esclarecer la verdad. Asimismo, contó que en ese proceso las comunidades han expresado, con temor, que todavía existe el drama de la desaparición forzada y que “han visto alrededor de ocho cadáveres diarios rodar por el Canal del Dique y se ha limitado la posibilidad de hacer el ritual cultural para despedir esas almas”.
En ese sentido, el comisionado comentó que tras esa demanda de verdad se propiciaron algunos encuentros entre responsables y las comunidades para que, desde su voz, cuenten esa realidad y se realice una reflexión sobre el pasado y el presente “para saber qué es lo que se necesita hacer para parar la violencia”. A su turno, el comisionado Carlos Ospina pidió a los demás responsables aceptar sus acciones en medio de este conflicto y agregó que es necesario hacer un proceso de reconciliación con el agua, el territorio y recuperar las costumbres ancestrales de quienes habitan esas zonas del país.
Un mensaje directo
En el municipio de Calamar también se abrió un espacio para el reconocimiento de responsabilidades por parte de los exintegrantes de las AUC que participaron en el recorrido. Uber Banquez, conocido como Juancho Dique, aceptó frente a las víctimas su responsabilidad por las destrucciones, desplazamientos y asesinatos perpetrados en ese territorio por parte del grupo paramilitar al que pertenecía. Además, explicó la razón por la que los paramilitares utilizaron el Canal del Dique para arrojar los cuerpos, indicando que este “era un mensaje directo de la fuerza pública para que no fuera notoria la estadística de los crímenes cometidos y la gente no se diera cuenta de los homicidios si los cadáveres eran dejados en las vías públicas”.
Banquez confesó que las personas que fueron lanzadas al canal no solamente pertenecían a esas regiones, sino que también eran de diferentes partes del país. Asimismo, señaló que esta fue una práctica que se repitió a nivel nacional y pidió perdón a las víctimas asegurando que está dispuesto a darles garantías de no repetición porque “la paz es de valentía y la guerra es de cobardes”. “Cuando yo estaba en el monte me creía fuerte porque portaba un fusil y hoy en día me tiemblan hasta las manos”, manifestó.
Luego de una presentación artística por parte del Grupo Folklórico Consejo Comunitario de Hatoviejo, el equipo de la Comisión de la Verdad y los demás participantes siguieron su recorrido hacia los municipios de Santa Lucía y San Cristóbal. En esas dos paradas fueron recibidos con otras expresiones artísticas llenas de música, canto y baile, para luego darle paso a palabras de sanación por parte de las víctimas y la presentación de casos específicos de desaparición forzada y afectaciones al agua, al ambiente, a la cultura y a las resistencias del Pueblo Negro. Al cierre de la visita a cada territorio, se hizo el ritual funerario de San Basilio de Palenque conocido como el ‘Lumbalú’, con el fin de despedir las miles de vidas que fueron apagadas en el marco de las afectaciones que generó el paramilitarismo. Además, mientras se encontraban en la lancha, arrojaron al agua algunas flores amarillas en memoria de los cuerpos que reposan allí.
El perdón de las víctimas
Pasacaballos, una provincia ubicada al norte de la bahía de Cartagena, fue el territorio en el que se inició el recorrido del 30 de noviembre. Después, los visitantes se dirigieron en lancha hacia la Loma del muerto, un sector ubicado en el municipio de Rocha en el que se cometieron actos atroces como el desmembramiento de personas para posteriormente lanzar los restos al Canal del Dique.
En ese lugar, una de las víctimas se encontró de frente con su victimario y, ante los demás asistentes, contó que fue desplazada porque su esposo recibía constantemente amenazas de muerte por parte de los paramilitares y que, incluso, una vez tuvo que esconderse en un tanque en el que almacenaban pescados para que no lo descubrieran. Según narró la mujer, a pesar de que ya perdonó a quienes le causaron los hechos que la afectaron a ella y a su familia, “no ha podido tener una vida digna” y por esa razón le pidió a los responsables y al gobierno una muestra de reparación.
Luego, se hizo una pequeña visita al municipio de Leticia y terminaron el recorrido con un ritual de cierre en Pasacaballos. Tras esto, se dio inicio al encuentro ‘La verdad silenciada del Canal del Dique’, en el que se hizo un resumen de la ruta realizada y se expuso lo hallado a través de la presentación de los casos de desaparición forzada y despojo, y las afectaciones al ambiente, al cuerpo de agua y a las prácticas culturales ancestrales.
Una reflexión profunda
Al término del momento público, el comisionado Leyner Palacios hizo una reflexión sobre el recorrido al Canal del Dique asegurando que esto le permitió experimentar de cerca el drama de la desaparición forzada. Señaló que, incluso, las cifras podrían ser mayores, pues los testimonios dan cuenta de aproximadamente diez mil personas desaparecidas, descuartizadas y lanzadas a la amplitud de esas aguas para sumergir la verdad.
Palacios afirmó que pudo sentir en carne propia el dolor, sufrimiento y la imposición del miedo que todavía existe sobre estas comunidades, las cuales narraron que, en un momento, la gente ni siquiera se podía acercar a la orilla del canal porque “era muy fuerte el olor de los cadáveres en descomposición”. Además, señaló que algunas personas denunciaron que los acueductos están “chupando” las aguas del Dique y que la población está bebiendo de ese líquido contaminado.
Finalmente, Palacios señaló que, para él, también fue doloroso darse cuenta de que todavía falta que los sectores políticos, económicos y empresariales acepten su responsabilidad por las alianzas que forjaron para “hacer el mal” y exhortó a los gobernantes para que se adelanten acciones que protejan a los líderes sociales y defensores de derechos humanos. A pesar de esto, el comisionado resaltó que el recorrido también demostró la resistencia de estas comunidades al afrontar tanta violencia y aseguró que para la Comisión esto es un sinónimo de esperanza “porque es posible caminar y construir un país en el que haya paz”.
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