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Comisión de la Verdad

La verdad que nos falta

¿Qué son los diagnósticos participativos de la Comisión? Un punto de partida para develar la verdad entre todos.

LA COMISIÓN | Mayo 27 de 2019

Diagnósticos participativos en Antioquia y el Eje Cafetero.

“La verdad no se construye, se desoculta”, dijo hace poco Salomón Lerner, expresidente de la Comisión de la verdad de Perú, en un foro con Francisco de Roux, en Medellín.

En Colombia, la tarea es enorme. Esta comisión debe cumplir su mandato en un ambiente de hostilidad y polarización que crece. Según informes de diferentes plataformas de organizaciones sociales, instituciones estatales y entidades internacionales, más de 700 líderes sociales y 130 excombatientes han sido asesinados desde la firma de los acuerdos de La Habana en 2016, que dieron origen al Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de No Repetición, del que hace parte la Comisión de la Verdad.

La tarea de desocultar la verdad, de esclarecerla o mejor, de aclararla, como han dicho víctimas en varias veredas visitadas por la Comisión, pasa por escuchar las voces diversas de los colombianos y colombianas. Solo así lograremos un relato común y transparente como nación que permita entender por qué ocurrió la guerra y, desde esa comprensión, entender qué tenemos que hacer para que no se repita y para reconciliarnos.

Por eso, a través de procesos de escucha colectiva, líneas de tiempo y mapas de hechos, actores, impactos y dinámicas del conflicto armado, la Comisión reconoce el acumulado social sobre la guerra. La voz de las víctimas, de las organizaciones, de la sociedad, de las instituciones y del sector académico se ha recogido en lo que se denominó diagnósticos participativos.

“La pregunta central de estos diagnósticos es qué se considera importante para que la Comisión investigue. Cuáles son los hechos sobre los que se debe poner luz. Es decir, las preguntas que la sociedad tiene para comprender lo que ocurrió en el conflicto armado”, explica Tania Rodríguez Triana, directora de territorios de la Comisión.

 

Hombre en diagnóstico participativo.

 

Estos talleres de diagnóstico están haciéndose en todas las regiones del país. Los próximos serán en el Pacífico, la Amazonía y Putumayo.

Según Tania Rodríguez, todavía hay muchas preguntas por responder, especialmente en lo relacionado con la responsabilidad del Estado y de otros actores. Se quiere saber qué estaba detrás de cada dinámica de guerra, quiénes se beneficiaron y entender los temas que conectan el presente de repetición con la historia del conflicto armado: asesinato de líderes, despojo de tierras e imposibilidades para consolidar un sistema democrático amplio y pluralista.

Para el investigador social Andrés Suárez, quien trabajó por varios años en el Centro Nacional de Memoria Histórica y participó en uno de los diagnósticos de Medellín, este ejercicio es importante en la ruta metodológica de la Comisión, porque permite reconocer los acumulados sociales que se han hecho en clave de esclarecimiento histórico. “Eso contribuye a reconocer los vacíos sobre los cuales se demanda esclarecimiento. Avanzar en reconocimiento y esclarecimiento contribuye a propiciar la convivencia, en el sentido que todos los miembros de la sociedad pueden reconocerse porque su conocimiento y saberes están siendo puestos en la esfera pública”.

Suárez explica que esta escucha colectiva es importante como proceso social en la medida en que la tarea de esclarecer la verdad no puede hacerse a espaldas de la sociedad, sino que es una labor colectiva y polifónica. “Los diagnósticos son una gran oportunidad para avanzar en el mandato y generar legitimidad social del trabajo de la Comisión”.

En la macrorregión Antioquia y Eje Cafetero se realizaron cinco diagnósticos participativos en abril: uno con organizaciones sociales y otro con académicos en Urabá, dos similares en Medellín y uno mixto en el Eje Cafetero.

¿Quién financia el conflicto? ¿Quiénes son los actores materiales e intelectuales? ¿Por qué ha habido una habilidad de las élites para no asumir la responsabilidad? ¿Qué tienen que ver los intereses económicos empresariales en todo esto? Estas preguntas, acompañadas de un llamado recurrente a que se hable sobre la responsabilidad estatal y las causas de que el conflicto se recicle una y otra vez son algunas de las interpelaciones de la sociedad antioqueña y del Eje Cafetero.

 

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Unas 100 personas participaron en los diagnósticos de esta macrorregión. Los principales resultados fueron líneas de tiempo y mapas sobre impactos, afectaciones y formas de afrontamiento, en los que se concentró la ruta de investigación de la macrorregión Antioquia y el Eje Cafetero.

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Más que hechos emblemáticos, el trabajo de investigación en la región debe preguntarse por corredores estratégicos de los actores armados, dinámicas territoriales propias que generaron contextos explicativos para la pervivencia del conflicto, por formas de resistencia y por la relación entre modalidades de victimización, territorios y perfiles de víctimas y responsables.

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Tanto en los diagnósticos participativos como en otras estrategias desplegadas para conocer lo que la sociedad quiere saber, se han encontrado silencios respecto a modalidades de victimización como la violencia sexual, el secuestro y la tortura, y las responsabilidades colectivas. 

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Las ciudades son clave en el desarrollo del conflicto armado, no sólo porque han sido receptoras de población desplazada, sino también porque juegan un papel central en las intencionalidades de los actores armados, en las lógicas de la confrontación y en el desarrollo de formas específicas de victimización y de afrontamiento.

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“A partir del reconocimiento del acumulado de organizaciones sociales, académicas e institucionales, y de la importancia de la participación avanzamos en la construcción de las rutas de investigación en cada región. No es una predefinición de los temas, sino un intento de identificar asuntos claves para el esclarecimiento en cada zona del país. El principal reto será que la sociedad colombiana pueda comprender los efectos de la guerra, no como hechos aislados, sino como un fenómeno que marcó y afectó a pueblos enteros”. Max Yuri Gil, coordinador de la región Antioquia – Eje Cafetero.

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