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Comisión de la Verdad

“Las víctimas de los conflictos armados son la razón de ser de la justicia transicional”

Discurso del presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco De Roux, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

DECLARACIÓN | Febrero 13 de 2020

“Las víctimas de los conflictos armados son la razón de ser de la justicia transicional”

Agradezco a los miembros del Consejo de Seguridad y al Reino de Bélgica la invitación a este debate.

Empiezo por expresar, desde las víctimas y la Comisión de la Verdad de Colombia, mi sentir: la justicia transicional es el instrumento de construcción de paz más completo, más dinámico y más esperanzador que tienen las víctimas del mundo y los pueblos que han sufrido la violación masiva de los derechos humanos en conflictos armados internos. Es hoy la mejor respuesta internacional a grandes tragedias bélicas contra el ser humano. Tiene un presupuesto en dinero muy pequeño, comparado con el que se asigna a acciones militares y se mueve en las transacciones comerciales, y sin embargo es la más sagrada y la más importante de las apuestas de las Naciones Unidas, porque incorpora a las víctimas del mundo, a la naturaleza como víctima y a las generaciones futuras que tienen derecho a convivir en dignidad. La paz entre el Estado y las FARC en Colombia, gracias a quienes lograron el acuerdo y gracias a la justicia transicional, ha traído a mi país cambios positivos y ha dado a la sociedad una nueva esperanza, a pesar de todas las dificultades.

Voy a tocar cinco puntos:

·         Las víctimas

·         La verdad en la justicia transicional

·         La no repetición

·         La transición integral

·         El Consejo de Seguridad y la comunidad internacional

1.    Las víctimas de los conflictos armados son la razón de ser de la justicia transicional, que se deja afectar por el dolor de la tragedia humana para buscar soluciones de convivencia y reconciliación. En el conflicto de Colombia, que duró cincuenta años, hasta noviembre de 2016, murieron cerca de 240 mil civiles y hay casi nueve millones (8.944.137) de víctimas reconocidas. El grito de las comunidades victimizadas fue y sigue siendo “¡paren la guerra ya, párenla de todos los lados!”. En todos los países en transición, esta empieza con el cese al fuego del peace making y se desarrolla en el proceso largo y difícil del peace building, en el que los protagonistas más importantes son las víctimas. Con la justicia transicional, las víctimas no solo son reparadas, sino que son reconocidas como ciudadanos con plenitud de derechos políticos y sociales en sus países y en el mundo.

2.    La verdad se ha convertido en puerta de entrada de la justicia transicional y base de la construcción colectiva de un futuro compartido en los países que dividió la guerra. La justicia transicional se ha ido enriqueciendo y tiene instituciones distintas, que se unen como sistema para trabajar tres tipos de verdad.

La primera es la verdad jurídica, que en Colombia hace la Jurisdicción Especial para la Paz, encargada de garantizar que no haya impunidad. Es una verdad que declara en derecho culpables y pronuncia sentencias. Se construye con los testimonios de las víctimas y de los responsables. Las víctimas participan en la sentencia y la pena no es de venganza, sino de restauración de víctimas y victimarios. Un ejemplo de esto en mi país es la sentencia pedida por las víctimas para los exguerrilleros que digan la verdad y reconozcan responsabilidad en el crimen de once diputados de una asamblea territorial. Los victimarios deben tener ocho años de libertad restringida y construir con sus manos un colegio para dos mil niños.

La segunda verdad es moral, histórica y social; le corresponde a la Comisión de la Verdad. Es una verdad que no se construye, sino que se descubre, que se hace patente y no puede mantenerse en silencio. Es la verdad que parte del testimonio de las víctimas de todos los lados, se pregunta por el porqué de los hechos y de los procesos violentos y llama a la reflexión en la búsqueda de una comprensión general de la tragedia, con el objetivo de construir un futuro nuevo, sea en Colombia, Perú, Guatemala, Sierra Leona o Malí. Es una verdad sin intereses políticos ni económicos, que procura la mayor independencia posible y que no condena a nadie, pero establece responsabilidades de ética pública. Escucha también a los distintos actores del conflicto y contrasta opiniones e interpretaciones. No es para acrecentar señalamientos y odios, sino para superar las fracturas sociales desde la verdad dolorosa y liberadora.

Finalmente, está la tercera verdad, la que intenta la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, que acompaña a las familias en la más cruel y concreta de las formas de romper al ser humano: desaparecerlo para siempre. En Colombia esta verdad tremendamente concreta busca a más de cien mil desaparecidos.

3.    La no repetición. Este es el legado de las comisiones de la verdad a la transición. Está formado por el conjunto de programas para que el conflicto armado nunca más se repita. Es un legado que queda en los grupos e instituciones del Estado, la sociedad civil y los actores que estuvieron en la guerra. Para llegar a la no repetición, se requieren actos públicos de reconocimiento de la dignidad de las víctimas y de aceptación de responsabilidad por parte de los responsables. El ejemplo lo puso Sudáfrica; hoy en Colombia se están haciendo. La semana pasada, los exguerrilleros de las FARC pidieron perdón por el atentado terrorista en el que mataron con una bomba a 36 personas y dejaron 196 heridos en un importante club social, hace 17 años, en Bogotá. Para llegar a la no repetición, son también necesarios procesos de convivencia en las comunidades divididas por la guerra, como en el pequeño pueblo de Riachuelo, en mi país, que busca reconciliarse después de que los paramilitares convirtieron a los niños y niñas del colegio de bachillerato en objeto de sus abusos sexuales y de que la comunidad se dividió ante el poder brutal y avasallador de los actores armados. Miles de comunidades en el mundo necesitan reconciliarse, para que los niños del futuro no tengan que pasar por las rivalidades violentas en que vivieron sus abuelos por causa del conflicto.

4.    La transición integral es el proceso en el que el Estado y los rebeldes van por el cumplimiento total de lo acordado en la firma de la paz. La transición integral exige cuidar de la vida de los excombatientes y reincorporarlos a todos a la sociedad, dignamente. Exige conducir con visión y determinación, durante varios años, el proceso de cambios culturales, económicos y políticos de las estructuras y de las dinámicas que originaron el conflicto. Exige voluntad política de los gobiernos, que deben cumplir la totalidad del acuerdo de Estado e ir más allá, hasta la superación de todas las violencias políticas. Cuando hay gobiernos nuevos, que no firmaron el acuerdo de Estado, no son claros en apoyar lo acordado y crean dudas sobre la transición puesta en marcha, en la sociedad se recrudece la polarización que hubo durante la guerra. En estos escenarios contradictorios se ponen en riesgo la energía y la audacia que necesita la transición, y se debilitan los mismos programas con excombatientes y comunidades que la administración ejecuta para mostrar que está con la paz. Afortunadamente, cuando el proceso de la transición integral está ya en manos de la sociedad, sobre todo de los jóvenes, nadie lo detiene, porque los pueblos no renuncian a la paz una vez que han probado el entusiasmo de vivir fuera del terror.

5.    El Consejo de Seguridad y la comunidad internacional tienen un papel indispensable en la justicia transicional. La paz es responsabilidad de los ciudadanos de una nación, pero los casos que reclaman justicia transicional corresponden a casos de rupturas extraordinarias del ser humano. Por eso, son también un compromiso de la comunidad mundial, pues se trata de conflictos con conexiones externas y dinámicas que ningún país puede controlar solo. La justicia transicional es una acción de alta ética internacional, dirigida al corazón de la tragedia humana, sin intereses de intervención política o militar. Es la puesta en ejecución de un aprendizaje acumulado sobre las mejores prácticas para hacer prevalecer la justicia restaurativa sobre la penal, proteger las sentencias propias de esta justicia de la paz y poner al ser humano por encima de cualquier otro propósito. Sin este apoyo internacional, no hubiera sido posible el fin de la guerra en los países que son tenidos en cuenta en este debate. Tampoco hubiera sido posible la paz y la transición en Colombia, que ha tenido la presencia de la Misión de Verificación de Naciones Unidas, de la Misión de la OEA, la solidaridad constante de la Comunidad de Naciones y el soporte unitario y decidido del Consejo de Seguridad.

Los pueblos que con la justicia transicional van hacia la paz grande ponen en ustedes la confianza y les expresan profunda gratitud.

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