“El secuestro no fue un error, fue un crimen de guerra”
Resumen del Encuentro por la Verdad 'Vivos, libres y en paz'.
En Cali, víctimas y familiares de los secuestros masivos de La María, el Km.18, -cometidos por el ELN- y de la Asamblea del Valle, junto con el mayor (r) Guillermo Javier Solórzano, secuestrados por las extintas FARC-EP, grupo responsable de la muerte de 11 de los diputados en cautiverio, se reunieron en el ‘Reconocimiento a los impactos y afectaciones sobre el secuestro en Valle del Cauca.
El acto público de reconocimiento recogió el trabajo de más de un año adelantado por la Comisión de la Verdad con este grupo de víctimas para consolidar un llamado a la No Repetición.
El espacio dejó varias preguntas a la sociedad y a los grupos armados, entre ellos al ELN, para que desistan de estas prácticas en contra de la libertad y la dignidad de las personas. Los participantes cuestionaron las razones que tuvieron y han tenido los responsables de secuestro e hicieron un llamado especial a los exintegrantes de las antiguas FARC-EP, para que contribuyan a la verdad plena sobre las personas que no han aparecido o sus cuerpos fueron abandonados en la selva.
El presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux, aseguró durante el encuentro que el secuestro “no fue un error, como se ha dicho en varias ocasiones. Fue un hecho que se sostuvo por muchos años y se convirtió en un crimen de guerra”.
Lourdes Mesa, viuda del ingeniero Alejandro Henao, quien falleció durante del secuestro del km.18, compartió un relato detallado de la forma en que tuvo que afrontar la situación en la espera interminable de su esposo. Sin embargo, destacó la fortaleza reflejada en ella y otras víctimas del conflicto armado: “Herir a una sola familia es herir a la sociedad entera. Multiplique la herida en tantas familias que viven la violencia y encontrará un daño incalculable en la sociedad. Es necesario restablecer el respeto por la vida humana”.
Por su parte, Marcela Betancourt, quien compartió en cautiverio con Alejandro, y las otras dos víctimas mortales de este hecho (Miguel Nassif y Carlos Alberto García) envió un mensaje contundente al ELN: “Ningún colombiano debería volver a ser sometido a los horrores de la guerra ni del secuestro, ni a la pérdida de su integridad, intimidad y dignidad. La sociedad no puede dejar en el olvido a las víctimas. Es nuestra responsabilidad levantar nuestras voces, dar testimonio del dolor de lo que hemos sufrido”. Cerró su intervención haciendo un llamado al respeto por la vida y a eliminar las posturas de polarización y a “escuchar desde el corazón a todas las personas que han pasado por estos horrores”.
Una característica diferencial de la Comisión de la Verdad es darle voz a las personas que decidieron abandonar el país, como consecuencia de las afectaciones. El secuestro, desde luego, está entre los impactos que han engrosado la lista de más 500.000 personas en exilio, de acuerdo a las palabras que citó el presidente de la Comisón, Francisco de Roux.
Para el encuentro por la Verdad, un exsecuestrado de la iglesia La María, quien pidió mantener el anonimato de su identidad, narró las duras condiciones que tuvo que afrontar para lograr la estabilidad emocional, económica y social, posterior a su liberación: “Es nuestro deber ayudar a reconciliarnos, a recordar el pasado, pero a pensar en el futuro. Necesitamos una alta dosis de humildad y de confianza. Este espacio ayuda a lograr el cambio”.
De otra parte, Gloria Narváez, hermana del exasambleísta Juan Carlos Narváez, trajo a los asistentes un emotivo discurso para dar lugar a las palabras de su madre, Luz Marina Reyes, quien falleció esperando la liberación de Juan: “Ella se convirtió en una poeta del dolor”, dijo.
“…Mi hijo está haciendo muchas cosas, mi hijo está escribiendo, porque lo conozco. Veo a mi hijo entre caminos. Embarrado de lodo, barbado, triste. Los veo que reacciona y los veo todos ellos. Le digo que mire la luna, porque a mí me abriga el sol. La montaña la tengo vivita en el corazón…”
La Comisión valora los aportes de verdad entregados por las víctimas sin importar su origen, orientación política, sexual, religiosa, étnica y posición en la sociedad. En esta intención, fue invitado el mayor (r) de la Policía Nacional, Guillermo Javier Solórzano, secuestrado por las FARC-EP en el año 2007.
El mayor (r) Solórzano recuerda sin equivocación los 194 eslabones de la cadena con que fue castigado por planear su fuga para asistir al cumpleaños de su hija. El testimonio de Solórzano dejó en evidencia el trato diferencial y cruel al que también fueron sometidos los integrantes de las Fuerzas Militares y policiales en el marco del conflicto armado, que terminó por convertirles en “piezas canjeables” para presionar el intercambio puesta en libertad de guerrilleros y presos en las cárceles colombianas.
Pero Solórzano, consciente de lo que le ocurrió, no escatima esfuerzos para luchar por la estabilización, la convivencia y la paz del país. “En libertad sigo luchando y progreso en mi actividad profesional. Por sentirme útil y productivo y demostrarme que el secuestro no me derrotó. A los señores de Farc les pido que cada perdón que se les otorga sea un paso más para que entreguen verdad, justicia y reparación. Que el fin de las FARC-EP, sea el comienzo de la paz y la reconciliación en Colombia”.
Aunque es deber de la Comisión mantener vivo el respeto por el dolor y el reconocimiento de las víctimas, también se ha trazado entre sus tareas destacar las expresiones de resistencia, retorno a la estabilidad emocional y afrontamientos.
Dos de estas iniciativas, fueron recogidas en este proceso. La primera de ellas, “La zona de distensión”, un espacio autónomo civil creado en La plaza de toros de Cali por las familias del secuestro de la iglesia La María en 1999 para reforzar el pedido por la libertad de sus seres queridos. Y aunque, el secuestro de este grupo de personas se prolongó por algo más de nueve meses, “La zona de distención” continuó siendo el refugio y la plataforma para las víctimas de otros hechos que se acercaron para darle visibilidad a los casos que no sonaban con tanta fuerza en los medios de comunicación.
El espacio físico terminó con el asesinato del arzobispo de Cali, Isaías Duarte Cancino, el 16 de marzo del año 2002. Sin embargo, Isabella Vernaza y otras víctimas de este hecho, han dado un ejemplo de fortaleza, entendimiento y verdad. “Sueño con que, así como en La María resolvimos nuestros desacuerdos a través del diálogo y de la aceptación en la diferencia, Colombia haga lo mismo. En este encuentro por la Verdad, el gran ausente es el ELN. Tengo fe y estoy convencida de que nos están escuchando”, expresó Vernaza.
“La juntanza”, es la segunda de estas iniciativas, impulsada por las hijas y los hijos de los diputados del Valle asesinados en cautiverio. En el proceso de reconocimiento, fue representada por Laura Charry, hija del exdiputado Carlos Alberto Charry. Desde el año 2017, con el esfuerzo de sus compañeros de afrontamiento, ha gestado procesos de verdad y memoria que permitan a la sociedad y a las nuevas generaciones la no repetición de cualquier acción en contra de la dignidad de los seres humanos.
“Ante la opción de aprender a vivir sin mi papá desde el olvido, opté por conmemorar para no olvidar. Una acción que desde el año 2017 he venido apropiando como un camino hacia el perdón y la reconciliación”, expresó Charry.
El Encuentro por la Verdad, también rindió un homenaje a las víctimas mortales que fallecieron producto del secuestro o en desarrollo del mismo. En orden cronológico, la Comisión ofreció un homenaje al escolta Yaslin Durán, asesinado durante el secuestro de La María (1999); a Alejandro Henao, Carlos Alberto García y Miguel Nassif, víctimas del km.18 (2000); al subintendente de la Policía Nacional Carlos Alberto Cendales, asesinado por las FARC-EP (2002) durante la operación armada del secuestro a los doce diputados; a los integrantes del equipo periodístico de RCN Héctor Sandoval y Walter López, asesinados por el impacto de una de las balas disparadas por un helicóptero Arpía de la Fuerza Aérea, mientras el equipo de reporteros intentaban seguir la caravana de vehículos en que eran transportados los exasambleístas (2002).
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