La otra Colombia fuera de Colombia

El exilio es una grave vulneración de los derechos humanos durante el conflicto armado colombiano. Sin embargo, todavía es muy desconocida e invisibilizada la magnitud del fenómeno y las condiciones que viven sus víctimas.

Aproximadamente 550.000 personas colombianas se vieron forzadas a salir del país a causa del conflicto armado (ACNUR, 2017), pero solo 25.000 han sido incluidas en el registro de la Unidad para las Víctimas.

Los principales países de acogida de las víctimas colombianas han sido Venezuela, Ecuador, Panamá, Canadá, Estados Unidos, España, Chile y Perú. (Acnur, 2018).

“La historia del refugio está habitada de desplazamientos internos anteriores. La gente no sale en estampida. La evaluación del riesgo forma parte de la historia previa antes de salir”, Carlos Martin Beristain, comisionado de la Verdad.

La Comisión de la Verdad está escuchando a víctimas en 23 países de América y Europa. Hasta el momento ha recolectado 720 testimonios de población exiliada/refugiada y víctimas en el exterior.

El exilio no solamente ha afectado a las personas que viven las amenazas o hechos violentos de forma violenta, sino a sus familias, particularmente los hijos e hijas que se ven profundamente impactados en diversos aspectos.

El refugio va más allá de una condición de protección internacional. Ser una persona refugiada significa llegar a un país que no es el propio, obliga a adaptarse a nuevos retos culturales, sociales y económicos. Asimismo, obliga a llevar en la cotidianidad una reconstrucción individual, familiar y colectiva de la vida que ha sido fragmentada.

Una vez las personas están en los países de acogida, su retorno está sujeto a diversos cambios en su proyecto de vida como el cambio en las condiciones que les obligaron a partir, la garantía de cumplimiento o reparación de los derechos vulnerados, y la visibilización de sus voces e historias para que lo ocurrido no se vuelva a repetir.

Las incertidumbres y dilemas que enfrentan las personas refugiadas están condicionadas por las políticas migratorias de los países de acogida. Los procesos burocráticos, normativos y legales son determinantes para que las víctimas en el exterior puedan o no forjar nuevos proyectos de vida sostenibles. 

Con la firma del Acuerdo Final de Paz, el exilio no ha cesado. La continuidad de los hechos de persecución y de violencia en algunos territorios, en especial en las zonas de frontera, siguen siendo causa de las salidas forzadas del país y de la decisión de no retorno de muchas víctimas.

En el Día Mundial de las Personas Refugiadas, la Comisión de la Verdad reconoce que la mayor parte de los refugiados y personas colombianas que tuvieron que acudir a protección internacional y salir del país lo hicieron principalmente entre 1998 y 2008, el 95% no ha podido volver.

Entre esas víctimas hay campesinos, defensores de derechos humanos, mujeres que huyen del reclutamiento de menores o la violencia sexual, jueces que hicieron bien su trabajo y fueron amenazados por ello, líderes indígenas o de comunidades afrodescendientes, todos y todas conforman una enorme variedad de víctimas, así como son diversos los responsables de su exilio. Este éxodo continúa.