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Comisión de la Verdad

Líderes y lideresas del Eje Cafetero piden no ser estigmatizados como “enemigos del desarrollo”

En un diálogo para la no continuidad y la no repetición sobre la situación de líderes sociales de Caldas, Quindío y Risaralda, se destacó que la estigmatización y la negación del conflicto armado reproducen las violencias en su contra.

ENCUENTRO | Septiembre 04 de 2020

Líderes y lideresas del Eje Cafetero piden no ser estigmatizados como “enemigos del desarrollo”

“Colombia tiene este dolor inmenso de haber perdido en los últimos 30 años a 4.750 líderes. Hombres y Mujeres que sin armas lucharon con la ilusión de que un día la paz iba a ser posible en Colombia. Más de 650 fueron en el Eje Cafetero”. Con estas palabras, el padre Francisco De Roux inauguró el ‘Diálogo para la no continuidad y la no repetición Larga vida a líderes y lideresas: reflexiones sobre su situación en el Eje Cafetero’, que se realizó de manera virtual este jueves 3 de septiembre, en alianza entre la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad y el diario La Patria.

Este diálogo reunió a un grupo de lideresas y líderes sociales de Caldas, Quindío y Risaralda, con el ánimo de reflexionar sobre dos temas: la estigmatización a los defensores de derechos humanos y la negación del conflicto armado en el Eje Cafetero, dos patrones que han permitido el reciclaje y la persistencia de las violencias en esta región. El informe de Indepaz señala que desde la firma del Acuerdo de Paz fueron asesinados 12 líderes y lideresas en Risaralda; 11 en caldas y seis en Quindío.

“En el conflicto armado colombiano la mayor cantidad de víctimas son puestas por la población civil, no por los grupos armados”, aseguró Max Yuri Gil Ramírez, coordinador macrorregional Antioquia - Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad. Señaló, además, que por nueve civiles que han perdido la vida en el conflicto armado, hay una víctima que hace parte de los grupos armados en contienda: o de las Fuerzas Militares o de los grupos armados al margen de la ley. “Y uno de los sectores más victimizados ha sido el de los líderes y lideresas sociales —continuó Max Yuri Gil—. Y no solo han sufrido la violencia, también la estigmatización. Estas personas han sido rotuladas, catalogadas con unas marcas que al nombrarlas busca legitimar que se proceda de manera violenta contra ellas”.

Néstor Jaime Ocampo, de la Fundación Ecológica Cosmos (Calarcá, Quindío), aseguró que una de las formas de estigmatización que los ha puesto es mayor peligro es la de señalarlos como “enemigos del desarrollo” por oponerse a proyectos o acciones que atentan contra su territorio y recursos naturales. En el mismo sentido se pronunció Edith Lucía Taborda, gobernadora indígena de la Parcialidad Karambá (Quinchía, Risaralda): “Se manifiesta que somos unos indios que no aportamos al desarrollo del municipio, que nos oponemos a él. Eso genera una confrontación y una ruptura del tejido social en nuestras comunidades. El territorio es lo que queremos defender. Nuestro territorio es todo para nosotros, es un terruño sagrado”.

Frente a la negación histórica de la existencia del conflicto armado en el Eje Cafetero, Pastora Montilla, lideresa de Víctimas del Quindío, aseguró que “independientemente de las persecuciones, hostigamientos, amenazas y homicidios contra nosotros, negar es permitir que la incursión de grupos al margen de la ley crezca cada día más. Profundiza esto que ya está sucediendo: desplazamientos, migración de líderes, afectaciones emocionales y sicológicas”.

Para finalizar, Luis Francisco Arias, editor de Opinión del Diario La Patria y moderador de la jornada, les preguntó a los asistentes qué tiene que pasar en el Eje Cafetero para que ser líder y lideresa social no represente un riesgo para la vida. Ana Patricia Henao, enlace territorial Eje Cafetero de la Oficina del Alto Comisionado de Paz, hizo un llamado para que se promuevan más espacios como este “que privilegien el diálogo y la comprensión de las problemáticas sociales, así como la autogestión y compromiso ciudadano para la resolución pacífica de los conflictos”. Pastora Montilla y Edith Taborda coincidieron en que tiene que haber una “articulación efectiva” entre las instituciones gubernamentales y de la sociedad civil. “Que se siembren lazos de confianza, que se puedan armonizar los territorios y las instituciones, que sigamos dando paso y credibilidad a lo que en los territorios se hablan”, expresó Edith.

Finalmente, para Max Yuri Gil, este ejercicio de diálogo social quiere destacar la importancia de la no repetición: “Colombia tiene una oportunidad de salir de este ciclo de violencia tan largo. Para eso, es necesario llamar la atención sobre factores que han ayudado a la continuidad del conflicto armado. Y la utilización de estigmatizaciones como mecanismo de legitimación de las violencias, ha sido uno de esos factores”.

 

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