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Comisión de la Verdad

¿Qué tiene que ver el asesinato de Lucas Villa y la violencia durante el paro en el Eje Cafetero con el conflicto armado?

En un diálogo sobre violencia urbana, expertos y familiares de víctimas hablaron sobre los hilos que unen el pasado con las actuales dinámicas de violencia. Hacer frente al narcotráfico y a la desatención de la juventud, son claves para la no repetición.

TERRITORIOS | Julio 12 de 2021

¿Qué tiene que ver el asesinato de Lucas Villa y la violencia durante el paro en el Eje Cafetero con el conflicto armado?

¿Qué relación tiene el asesinato del estudiante Lucas Villa —quien el 5 de mayo recibió disparos a manos de civiles después de una manifestación en Pereira, Risaralda— con el conflicto armado que históricamente se ha vivido en las ciudades del Eje Cafetero? ¿La violencia durante el paro nacional es un fenómeno nuevo o está anclada al pasado? Con el fin de responder a estas y otras preguntas sobre las dinámicas de la violencia en Pereira, Armenia y Manizales, y sobre lo que tenemos que hacer como sociedad para que cesen y no se repitan, la Comisión de la Verdad realizó el pasado 16 de junio el encuentro ‘Los silencios que narran las calles: diálogo para la no repetición de la violencia urbana en el Eje Cafetero’. El periodista Juan Miguel Álvarez, uno de los invitados, aseguró que “existe una relación directa” entre el crimen de Lucas Villa y las agresiones contra otros manifestantes, con la violencia de origen político que se ha vivido en esa región desde hace medio siglo, con el fin de exterminar liderazgos y movimientos políticos que defienden los derechos humanos.

Esta conversación partió con un repaso a la historia del conflicto armado en las ciudades del Eje Cafetero. Michelle Mojica, investigadora de la Comisión de la Verdad, señaló que uno de los primeros actores que hizo parte del “tablero de ajedrez” de la violencia urbana en esa región fueron los agentes del Estado, con prácticas como la limpieza social en la Pereira de los años 70. Habló también de la participación de actores legales en actividades ilícitas como el contrabando, de las dinámicas del narcotráfico que llevaron a Pereira a ser uno de los principales comercios de drogas del suroccidente colombiano, y de la incursión urbana de grupos paramilitares desde los años 80. Todos estos elementos alimentaron unas dinámicas de violencia en las ciudades que hoy permanecen y que cuentan con múltiples actores, legales e ilegales, mezclados y aliados en algunos casos. Sobre este punto, el periodista Juan Miguel Álvarez aseguró que históricamente el Eje Cafetero ha tenido “un fuerte componente militarista” que ha permitido alianzas entre fuerza pública, narcotráfico y grupos paramilitares.

 

Desde la cultura, el arte y el medio ambiente, los pobladores urbanos del Eje Cafetero han afrontado y resistido a la violencia en sus ciudades, con el fin de minimizar los impactos y evitar la vinculación de los niños, niñas y adolescentes en estas dinámicas.

 

El padre Francisco de Roux recalcó que “la presencia tremenda del narcotráfico” es uno de los factores más claros de la repetición del conflicto en esta región. “Si no nos enfrentamos de fondo al narcotráfico es muy difícil no caer otra vez en el conflicto armado”, aseguró. Aunque el Eje Cafetero no se caracteriza por ser una región productora de drogas, como lo explicó Jorge Iván Villegas, miembro de la Defensoría del Pueblo de Quindío, sí es un mercado representativo en el que la juventud tiene una participación importante: “Actualmente ese es uno de los mayores factores de vulnerabilidad y de riesgo para los jóvenes, junto al reclutamiento”. En el mismo sentido Felipe Marín, de Huellas de Vida, reconoció que los jóvenes, particularmente aquellos que habitan los barrios más vulnerables, son las principales víctimas del narcotráfico y “todo su aparato” en las ciudades:  “A quienes capturan y quienes mueren son los jóvenes vendedores y consumidores, y no los grandes traficantes que se lucran del negocio”, señaló.

Según los panelistas, algunos de los factores que han alimentado la violencia en las ciudades del Eje Cafetero son su posición estratégica para rentas ilícitas como el narcotráfico y el tráfico de armas, al ser punto de tránsito al centro y sur del país y estar cerca del Pacífico; la presencia de grandes capitales nacionales y extranjeros en áreas como megaproyectos e industria inmobiliaria; la herencia de estructuras paramilitares; y la represión del ejercicio de la política y la oposición. El conflicto urbano en el Eje Cafetero también ha persistido por la militarización de la vida social y juvenil, como lo asegura Felipe Marín: “es evidente que nuestras ciudades están rodeadas de batallones y tienen una estructura político-militar asociada a bandas criminales. Esa militarización de la vida lleva a que sea obligatorio ir a la guerra. Jóvenes que no pueden ingresar a la universidad sobreviven con lo que aparezca”.

Los participantes coincidieron en que los jóvenes son una de las poblaciones más vulnerables a la violencia urbana. Las hechos de violencias contra manifestantes durante las jornadas del paro nacional, y el asesinato de jóvenes como Lucas Villa, reflejan esta realidad. Sol Uribe, hermana de Lucas, aseguró en el conversatorio que es imposible separar la muerte de su hermano de los procesos de pedagogía política que hacía con las personas en buses, asambleas universitarias, espacios sociales: “Él siempre exponía un punto de vista crítico y estaba logrando un impacto social desde la protesta pacífica”, dijo.

En el Eje Cafetero la juventud no solo ha sido víctima de estas expresiones de violencia urbana, sino que ha sido una población desatendida históricamente. “Hacen falta propuestas culturales, deportivas y académicas para que los jóvenes identifiquen otro proyecto de vida diferente al de pertenecer a un grupo armado o estructura criminal”, aseguró Jorge Villegas, de la Defensoría del Pueblo. En este sentido, Francisco de Roux hizo un llamado al empresariado para que genere oportunidades productivas e incorpore a la juventud “en una transformación completa... Ahí está la primera grandeza del territorio: en la productividad, la creatividad y el coraje de sus jóvenes. Es la posibilidad de un florecimiento del territorio. Una acción como esta haría una sociedad muchísimo más equitativa”. Este es un camino para la no repetición del conflicto.

Además, en voz de los participantes, es necesario “desmontar ciertas jerarquías de poder criminal que están internas en la organización formal de la sociedad”, dijo Juan Miguel Álvarez; “visibilizar ese entramado de relaciones: ese ‘agente gris’ que actúa entre la legalidad y la ilegalidad, que se ha beneficiado de la violencia y ha tenido una alta cuota de responsabilidad en su desarrollo y persistencia”, aseguró Michelle Mojica; “generar garantías para la movilización y organización comunitaria”, expresó Felipe Marín.

Este conversatorio permitió concluir que la violencia durante el paro nacional no está aislada, que existen unos hilos conductores históricos que es necesario comprender para poder imaginarnos como sociedad otro futuro.

 

Reviva aquí el encuentro “Los silencios que narran las calles: Diálogo para la No repetición de la violencia urbana en el Eje Cafetero” ↓↓

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