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Comisión de la Verdad

Las mujeres de La Chinita reclaman verdad

20 mujeres del colectivo de víctimas de la masacre de La Chinita llegaron a la Casa de la Verdad de Apartadó. Quieren entender lo ocurrido el 23 de enero de 1994.

TERRITORIOS | Mayo 29 de 2019

Como muestra de su capacidad de resistir y de sobrevivir a los horrores de la guerra, la comunidad dejó de llamar a esta la calle de la masacre y la bautizó calle de La Esperanza.

En la madrugada del 23 de enero de 1994, guerrilleros de las Farc dispararon contra habitantes del sector de La Chinita, hoy barrio Obrero, de Apartadó.

Durante una verbena, asesinaron 35 personas y dejaron 17 más heridas. Varias de ellas eran miembros del movimiento Esperanza, Paz y Libertad, integrado por desmovilizados del Epl en 1991.

“Esta es nuestra Casa de la Verdad”, dijo Silvia Berrocal, una de las 20 mujeres víctimas que llegaron a la Casa de la Verdad de Apartadó, quien expresó la alegría de contar con un espacio en el que puedan contar su verdad del conflicto, la manera en que las afectó la masacre de La Chinita y cómo han podido sobrevivir durante 25 años. 

“Queremos saber la verdad porque nos la merecemos y porque nos la deben 

En el marco de los acuerdos de paz, las Farc reconoció su responsabilidad. Pastor Alape y otros miembros del grupo se reunieron con la comunidad y pidieron perdón a las víctimas, casi todas mujeres.

 

¿Qué pasó en La Chinita?

Una semana después de la masacre llegó al lugar una comisión de Derechos Humanos conformada por siete organizaciones que antes determinar el año publicaron un informe que concluyó la responsabilidad del V Frente de las Farc. Álvaro Villarraga Sarmiento, quien lideré esa investigación, dice que en la zona de Urabá se perpetraron al menos 18 masacres entre 1994 y 1996.

Con la masacre de La Chinita, explica el investigador, se agudizaron los enfrentamientos entre dos bandos con diferentes grupos guerrilleros y paramilitares. “Fue la expresión de una guerra local y regional entre dos bandos sumamente crueles entre 1992 y 1996, que empezó con el asesinato sistemático a los militantes de Esperanza, paz y libertad, no necesariamente excombatientes, por parte de la disidencia al acuerdo de paz del Epl y el quinto frente de las Farc”.

Como consecuencia, desmovilizados del Epl y miembros de Esperanza Paz y Libertad se rearmaron y se aliaron con grupos paramilitares de la zona. 

 

Las afectaciones a la democracia

La Comisión tiene como mandato esclarecer y explicar los patrones de victimización en el conflicto armado colombiano; impactos, como las afectaciones a la democracia, y dinámicas, como la posible violencia fratricida que se vivió en esta región.

En esta zona, la izquierda tuvo mucha fuerza. “Estaba el sindicalismo más fuerte del país. Tenían mucha fuerza el Partido Comunista, el Epl, las Farc, la Unión Patriótica y el Frente Popular”, asegura Villarraga y agrega que esta corriente política se había tomado los gobiernos: la alianza Unión Patriótica - Frente Popular se tomó las alcaldías, eran mayoría en dos concejos y tenían control amplio con un movimiento obrero muy vasto. Incluso, por decreto hubo un jefe militar regional, por encima de las gobernaciones y alcaldías, lo que tuvo que ser declarada inconstitucional.   

Explicar cómo y por qué ocurrieron este tipo de enfrentamientos, el rol fundamental que tuvo la disputa por las tierras y el tránsito de combatientes entre grupos de ideologías contrarias, será parte clave de la labor de esclarecimiento en Urabá.

El encuentro entre las mujeres víctimas de La Chinita y la Comisión de la Verdad se hizo en alianza con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el departamento de derechos humanos de la Alcaldía de Apartadó y la Fundación Cultura Democrática (FUCUDE), con el objetivo de hacer pedagogía sobre el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación Integral y No Repetición.

 

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En terrenos aledaños a la hacienda La Chinita, hoy barrio Obrero, las Farc asesinaron 35 personas en 1994 durante una fiesta organizada para recoger fondos para los útiles escolares. Apenas dos años antes, obreros bananeros de Urabá habían empezado a invadir el sector, que se convirtió en una de las invasiones más grandes de América Latina. 

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En esta estrecha calle yacieron 35 personas que departían en la fiesta de ‘doña Rufina’. En la madrugada del 23 de enero el sonido de las ráfagas silenció los vallenatos.

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Como muestra de su capacidad de resistir y de sobrevivir a los horrores de la guerra, la comunidad dejó de llamar a esta la calle de la masacre y la bautizó calle de La Esperanza.

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Porque pueden más los sueños que los recuerdos. Esta placa mantiene viva la memoria de las víctimas y, sobre todo, la esperanza de entender qué pasó y vivir mejor. 

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