Niños, niñas y adolescentes del resguardo Agua Negra colorearon su verdad del conflicto
La Comisión de la Verdad organizó el Espacio de Escucha con 20 menores, con edades entre los 7 y los 17 años, de este resguardo en Puerto Leguízamo, Putumayo.
Una escuela que ha estado vacía por tres años, a la espera de la llegada de un docente, se llenó durante dos días para que con la ayuda de crayolas, plastilina, marcadores, vinilos 20 niños, niñas y adolescentes del resguardo Agua Negra, en Putumayo, expresaran sus identidades, sus sueños, sus anhelos y sus miedos.
La Comisión de la Verdad viajó hasta la parte más alejada del casco urbano de Puerto Leguízamo, a través del río Putumayo, para complementar la labor de escucha que inició en diciembre de 2020 en esta zona con adultos del pueblo murui. En esta ocasión el turno fue para escuchar a menores de edad, entre 7 y 17 años, pues sus voces son una mirada distinta que permite ampliar el relato, conocer cómo los ha afectado el conflicto armado y así esbozar las recomendaciones para la no repetición.
El Espacio de Escucha con niños, niñas y adolescentes de Agua Negra tuvo lugar en el centro tradicional del resguardo a orillas del río, en un claro donde la tupida selva amazónica se abre y permitió levantar las casas de algunas familias, la maloca, la escuela, el comedor comunitario y la sede del gobierno autóctono.
El espacio de escucha
Las minas antipersonal son una realidad pendiente por erradicar en el lugar y, como han cercado la vida de los pobladores, muchos de los caminos por tierra dejaron de ser transitados por miedo a encontrar la muerte. Por eso, el primer día, la mayoría de los padres y madres de los participantes del espacio se acercaron en lanchas hasta el pequeño puerto y se dirigieron con sus hijos a la maloca para comenzar la actividad.
Jofo Ananeko, así llaman los murui a la maloca. Este lugar sagrado, pero violado incesantemente por los grupos armados que entran sin permiso al resguardo e instalan su campamento allí, sirvió como punto de encuentro para comenzar el proceso de escucha. El primer ejercicio: correr hasta la escuela. Los niños, niñas y adolescentes, tomados de la mano y en fila del más pequeño al más grande, sonrieron, tropezaron, pero todos dieron grandes zancadas para recorrer los 200 metros que los separan de ese salón de clases que por tres años ha estado vacío.
¿Cómo es el resguardo Agua Negra a través de los ojos de la niñez y la adolescencia? En dos cartulinas blancas ellos y ellas lo relataron. El común denominador en los dibujos fue el río, que para ellos es la vida, y alrededor las casas, muchos árboles y animales, los paneles solares que alimentan de energía a la comunidad, la cancha y unas equis rojas con las que retratan un peligro mortal: las minas.
“A través del dibujo y la pintura pudimos conocer sus ideas y expresiones. Encontramos belleza natural, pero hallamos también las minas que no los dejan moverse libremente y que ellos recalcan que están allí”, expresó Sinthya Rubio Escolar, coordinadora del Enfoque Curso de Vida de la Comisión de la Verdad.
El abuelo Mattías, líder murui, que acompañó a la Comisión en esta actividad brindando su protección y guía espiritual, observó con orgullo los dibujos y recorriendo con sus dedos cada uno de los elementos sobre el papel les explicó a las generaciones más jóvenes cómo se llaman las cosas en su lengua nativa. Aplaude y celebra la expresión de su identidad indígena porque, dice, es la muestra de que la cultura persiste pese al conflicto armado que no abandona el territorio.
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Horas más tarde, los niños, niñas y adolescentes forraron las cartulinas dibujadas con pequeños papeles en los que escribieron qué significa para ellos ser Murui, qué es lo que destacan de sus tradiciones y lo que más les gusta de vivir en el resguardo. Compartieron el resultado con los adultos, con sus padres, madres y los abuelos, quienes leían palabras como mambear, ambil, pescar, estudiar, yuca o caguana; y también anhelos como aprender la lengua de los abuelos, escuchar sus consejos y vivir tranquilamente en el territorio.
La tarde del primer día cayó con el juego de pelota en la cancha, un deporte que congrega a los más pequeños y los más grandes en un escenario que, infortunadamente, también ha sido usado por los violentos para amedrentar a la comunidad, pues sobre el concreto han amenazado, enfrente de los menores de edad y en varias ocasiones, a miembros del resguardo que se han mostrado en desacuerdo con el accionar armado y la violación de sus espacios sagrados.
El segundo día del Espacio de Escucha, uno de los grupos decidió seguir dibujando para enviar mensajes a otros niños, niñas y adolescentes del país. En cada hoja expresaron la necesidad de cuidar la naturaleza y defender sus hogares. Otro grupo, entretanto, prefirió grabar un video y debatía precisamente qué decir ante la cámara.
— “Hay que decir que necesitamos un puesto de salud”, dijo Mailey.
—“No, pero yo creo que eso se resuelve cuando salga del colegio y estudie enfermería”, respondió su hermana Liz.
—“Pero qué tal que no pases, y para eso todavía falta mucho” — replicó Mailey.
Finalmente, una parte del mensaje, ya no para la niñez y la adolescencia sino para el Estado, fue: “Necesitamos que los niños estudien y salgan adelante. Necesitamos un enfermero en la comunidad para cualquier emergencia que pase. Necesitamos conectividad para poder comunicarnos y tener Internet porque estamos lejos del pueblo, a siete horas. Necesitamos un grupo de desminado para poder transitar libremente”.
Reflexiones
Victor Capador, uno de los profesionales de la Comisión de la Verdad que acompañó el espacio, señaló que dentro de las preocupaciones que dejaron las actividades la más urgente es el restablecimiento de sus derechos educativos y de salud, y también lograr que la violencia no ahonde la pérdida de identidad del pueblo murui. “Es importante reflexionar como sociedad qué podemos hacer para visibilizar los territorios que muy pocos conocen y a donde las instituciones no han llegado”, dijo.
Por otro lado, Willington Villareal, consejero de derechos humanos de la Asociación de Cabildos Indígenas de Puerto Leguízamo y Alto Predio Putumayo (Acilapp), agradeció que las jornadas con los niños, niñas y adolescentes permitieron conocer su visión sin afectarles emocionalmente.
“Es importante cuidarlos. Con ellos hay que manejar cautelosamente el tema del conflicto armado porque no se trata de volver atrás y que recuerden cosas pasadas que todavía causan dolor, porque de todas maneras la violencia sigue”, recordó.
Los aportes recibidos en el Espacio de Escucha serán anexados por la Comisión al relato colectivo que se construye de cara al Informe Final. Ese compromiso quedó consignado en el salón de clases sin docente, pero allí también quedaron el eco de las risas infantiles, las manchas de vinilo en algunas mesas, los dibujos colgados en las paredes, las inmensas ganas de aprender y una invitación abierta al país a voltear la mirada hacia las zonas más olvidadas por el Gobierno central.
En estos dibujos los niños, niñas y adolescentes de Agua Negra retrataron su resguardo y lo acompañaron de mensajes relacionados con su identidad murui.
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