“Cuando uno no entiende no cambia”: Sylvia Escovar
La presidenta de Terpel dijo que no espera una historia de bueno y malos, y que, como todos, las empresas tienen un pedacito de verdad que todo el país está esperando para completar el rompecabezas.
Sylvia Escovar es economista de la Universidad de los Andes. Desde hace ocho años asumió la presidencia de Terpel, compañía a la cual ha estado vinculada por 18 años. Escovar ha sido parte del listado de los 10 líderes con mejor reputación del Ránking Merco Colombia, y fue nombrada empresaria del año, por Portafolio, en 2017. Fue reconocida por la Presidencia de la República con la Orden Nacional al Mérito por liderar el compromiso de Terpel con el proceso de reconciliación y posconflicto, su servicio al país y su aporte a la construcción de una paz sostenible.
Hablemos de Verdad es un espacio que amplía las conversaciones necesarias alrededor de la tarea de la Comisión de la Verdad. En este espacio, diferentes voces nacionales hablan sobre lo que espera el país del informe final, las verdades que se necesitan, los retos para construir un relato nacional sobre el conflicto armado y la verdad para otros futuros posibles. Si bien las personas entrevistadas contribuyen a un debate amplio y pluralista, sus respuestas no son reflejo de la posición de la Comisión de la Verdad.
¿Cuál cree que es el reto de la Comisión de la Verdad?
Sylvia Escovar: Ustedes han logrado transmitir el concepto de que no hay una sola verdad, de que hay muchísimas verdades, y las verdades depende de quién cuente esa verdad. Ese es el reto. Es lo que se esperaría que lograran. Contar la verdad desde cada ángulo requiere de confianza, tranquilidad, espacios que permitan realmente de hablar de sentimientos, de recuerdos, de sueños frustrados o no frustrados, y es lo que se está haciendo, y de lo importante que es tejer la verdad desde el territorio.
¿Cuál cree que son los orígenes del conflicto armado en Colombia y esas cosas por las que se mantiene, se recicla y persiste?
Sylvia Escovar: Uno puede hablar de la Violencia con V grande y de las violencias con v pequeña. Yo creo que esta guerra se inició con el tema de partidos, de los liberales, de los conservadores. No quiero decir que esa Violencia, grande, hubiera sido la única. De ahí para atrás también había muchas violencias, opresiones, desigualdad, racismo, clasismo, que venían desde atrás. Y todo eso pudo empezar a configurarse en personas que querían liderar luchas contra las inequidades, y ya hablamos de más de 50 años de violencia. A eso se fueron uniendo causas que ya tenían un origen muy diferente, las causas económicas: la rentabilidad de la guerra, llamémoslo así, todo el tema de las drogas, de los negocios ilícitos, del narcotráfico que empezó a esconderse detrás de la guerra. A esto se le sumaron las extorsiones, los secuestros, que empezaron a tomar una dimensión muy grande y empezó a unir dos raíces que hicieron que cada vez esta guerra fuera diferente a muchos conflictos sociales que ha habido en el mundo: la digna rabia, por la falta de una vida digna en muchos espacios, y las actividades ilegales que se generaban otro tipo de intereses.
Pero por qué cree que continúa después de tantas décadas y tantos procesos
Sylvia Escovar: Yo no tendría la respuesta, es muy difícil. Pero yo creería que las fortunas que se hicieron o que se están haciendo son enormes. Todo este tema del narcotráfico sigue. Son unas mafias que están detrás de muchos de los conflictos sociales y, además, los conflictos sociales también perduran, no hay que decir que eso se terminó.
Al mundo de los empresarios, ¿cómo lo cambió la guerra?
Sylvia Escovar: Yo creo que a veces no se miran con detenimiento los cambios que tuvo el empresariado. Creo que “miedo” es la palabra que debe ir al lado de lo que les pasó a las empresas, y a la sociedad civil también, pero a las empresas en unas formas diferentes. Cuando una empresa tiene miedo se va porque no quiere que la gente que trabaja con ella se vea afectada por la violencia que se está viviendo en la región. Cuando empieza a salirse el sector empresarial de muchos lugares, deja de dar servicios, de dar productos y de generar ingresos. Otra posibilidad es que se queda, y le cueste muchísimo y empieza a encarecer productos y servicios, porque implica logísticas de seguridad mucho mayores.
Según testimonios que hemos escuchado en el nordeste de Antioquia, que es una región minera, las empresas que se quedaban también terminaban inmersas en ciertas dinámicas del conflicto armado.
Sylvia Escovar: Claro, lo tercero es exactamente lo que estás diciendo: además de que se me encarece todo, tengo que generar una cantidad de cosas que normalmente no hago, como los protocolos d seguridad. Desde Terpel, somos unos privilegiados, nunca nos tocó. Pero sí oigo de muchos empresarios que tenían que hacer mil cosas para cuidar a sus empleados, para sacarlos, para tener mallas alrededor de las operaciones de las plantas. Cosas que yo creo que generan animadversión en la población porque eran como unas islas dentro de las regiones y yo me imagino que uno como persona que vive en la región dice: pero cómo así, esas rejas de dónde, por qué nos tienen miedo, por qué no se integran. A la gente ni siquiera la dejaban ir a los pueblos a tomarse una cerveza. Otra cosa que pasaba, me imagino, es que se tenían que defender, y se defendían de varias formas, tenían que contratar gente para que los defendiera. Y entra uno ahí en el tema gris de cómo se defendían en algunos casos y en otros no. Pero yo me imagino que en general, y no estoy juzgando nada que es de lo que se trata, en ese momento tenían que hacerlo, era eso o desaparecer. Todo eso hace que el miedo sea el que defina las acciones y los procesos en una empresa. Claramente, las ciudades se volvieran el sitio de refugio de las empresas que decidieron salirse de aquellos lugares donde era demasiado costoso, demasiado violento, demasiado inseguro estar. Y los que se quedaron, se quedaron con todos los problemas de los que hablamos ahorita.
Francisco de Roux, en una conversación con David Bojanini, decía que los empresarios eran muy importantes en la justicia transicional porque son quienes planean a largo plazo. Entonces no podemos esclarecer la verdad, ni pasar a la paz, ni hacer nada en el país sin los empresarios ¿Qué piensa de esa afirmación?
Sylvia Escovar: No puedo estar más de acuerdo. Creo mucho en el poder de las empresas. Las empresas no somos otra cosa que un pedacito de cada familia de los colombianos que dentro de esa empresa está generando y recogiendo ingresos, está adoptando una cultura, está adoptando unos métodos, está aprendiendo como es la aproximación de cada proceso productivo, de comercialización, con el medio ambiente, con quienes nos rodean, con las comunidades. Somos eso, somos un pedacito de cada familia metido dentro de una empresa, y ese pedacito vuelve todas las noches a la casa y les enseña a sus hijos lo que aprendió y lo que vivió dentro de la empresa. Yo llego de Terpel y le repito a Elena, Nicolás y Pablo, mis hijos, lo que hablé ese día en Terpel, lo que es importante para nosotros en términos de nuestro compromiso con Colombia, lo que es importante en términos del medio ambiente, de cómo hacemos nuestros procesos, de cómo hacemos política de inclusión de género o de inclusión de diversidad de pensamientos. Si tenemos empresas que piensen en el largo plazo, que sean conscientes de su impacto en el entorno, eso va a llevar a familias que cuiden el entorno, que cuiden la sociedad, que cuiden la comunidad. Si yo con violencia arreglo las cosas en la empresa, pues con violencia van a salir los empleados a solucionar sus problemas en la casa. Si logramos que empresas que piensen en el largo plazo, en diálogo, en lograr sus objetivos de forma consensuada, en la responsabilidad que generan sus acciones sobre el entorno estén en todo Colombia, y no solo estén en unos sitios donde no hay violencia, pues vamos a lograr que sean motores, semillas, parte integral de ese futuro que nos imaginamos para Colombia.
¿Qué rol cree que tienen los empresarios colombianos en el diálogo social que requiere el país para el esclarecimiento de la verdad? Me refiero a poner estos temas en la agenda del país
Sylvia Escovar: Creo que en esta guerra que vivimos todos tenemos un pedacito que contar. Las empresas tienen un pedacito que contar y creo que todos los colombianos esperan ese pedazo del rompecabezas. Si no tenemos todas las piezas del rompecabezas nunca vamos a entender qué es lo que está pasando. De pronto la respuesta a tu segunda pregunta está ahí. Nos falta un pedacito por entender. Hasta que todos no contemos no vamos a entender y cuando uno no entiende no cambia.
¿Qué espera del informe final?
Sylvia Escovar: Dejar de ver la guerra como la de los buenos y los malos. Espero poder entender, sin juzgar, lo que nos pasó a todos, espero tener el rompecabezas lo más completo posible.
Esperaría que todos nos pudiéramos leer ese informe. Entender lo que pasó durante estos 50 años para, realmente, hacer conciencia y nunca volverlo a repetir. La no repetición es lo más importante cuando uno comprende algo. En las empresas siempre hablamos de la importancia de aprender de las cosas que nos han fallado. Aprender para portarnos diferente, tomar otras decisiones, buscar nuevos caminos de aprendizaje para que nunca más volvamos a un conflicto como el que tuvimos.
Una vez entregado el informe final, ¿qué cree que tenemos que hacer?
Sylvia Escovar: No puede quedar en un libro. Creo que aquí sí, los empresarios, y toda la sociedad, pero hoy estoy hablando como empresaria, tenemos que usar toda nuestra capacidad innovadora para generar métodos socioafectivos y artísticos para llevarle a toda la sociedad una forma en la cual cada uno quiera oír este cuento, quiera ver este rompecabezas. Me encantaría una convocatoria al sector privado para que todos nosotros busquemos la mejor forma de llegarle a diferentes audiencias. Empezaría por los niños, creo que los niños tienen que entender lo que pasó para que no lo repitan, tienen que entender y amar su país, tienen que reconciliarse con ese país al que todos le tenemos un poco de miedo y de desprecio por esa época tan dura que fue la violencia. Creo que generaría muchos espacios de confianza, haría talleres, haría películas, o novelas, qué sé yo. Me inventaría cosas muy lúdicas y sobre todo muy emocionales que conecten a esa parte del país que está tan desconectada con esos miles de verdades que hay alrededor de la guerra. Sobre todo –yo creo que esto no lo tengo que decir porque ustedes lo tienen clarísimo–no juzgar, que esa película no tenga buenos y malos. Toda mi admiración, todo mi respeto, todo mi agradecimiento como empresaria, pero sobre todo como colombiana y como mamá, al trabajo que ustedes están haciendo. Creo que va a cambiar la historia de este país.
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