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Comisión de la Verdad

La voz de los exiliados, pieza clave para el relato colectivo del conflicto armado que construye la Comisión de la Verdad

El Encuentro por la Verdad ‘El retorno de nuestras voces’, es un acto de reconocimiento de la dignidad, impactos, contextos, persistencias y afrontamientos de las personas que tuvieron que salir del país en el marco del conflicto armado.

ENCUENTRO POR LA VERDAD | Noviembre 12 de 2020

La voz de los exiliados, pieza clave para el relato colectivo del conflicto armado que construye la Comisión de la Verdad

La verdad de lo ocurrido durante décadas de conflicto armado en Colombia también se encuentra más allá de las fronteras del país. Las personas que por causa de la violencia se vieron obligadas a salir del territorio nacional, que aún están exiliadas y son víctimas en el extranjero, pero también aquellas que regresaron, hacen parte de una población invisibilizada. Es por esto que, entendiendo que sin ellas no hay una verdad completa, desde el inicio de su mandato la Comisión de la Verdad emprendió un trabajo para escuchar sus testimonios, abarcando al menos 23 países en América y Europa, con el fin de dignificar sus relatos e integrarlos al informe final.

Por primera vez una Comisión de la Verdad en el mundo escucha los relatos de quienes se fueron o retornaron, con el fin de incluir un capítulo de la historia con las narraciones que quedaron por fuera del territorio nacional. 

Entre los 1.027 testimonios recopilados (en un trabajo parcial que no ha terminado y prosigue hasta la entrega del informe final) por la Comisión de la Verdad, las víctimas sostienen que las amenazas contra su vida y la falta de protección son las principales causas por las cuales se vieron obligadas a abandonar el país. Además, coinciden en que los principales perpetradores de estos hechos fueron los paramilitares, las guerrillas -FARC, ELN y EPL- y la fuerza pública.

En la realidad de Colombia, el accionar de los paramilitares y las masacres en el Pacífico, por ejemplo, obligaron a un grupo de afrodescendientes a huir hacia el norte de Chile, hacia Antofagasta para encontrar paz y tranquilidad del asedio de los actores armados. En Antioquia y Valle del Cauca, fiscales, jueces y juezas tuvieron que abandonar el país cuando investigaban sobre nexos entre el narcotráfico y la corrupción regional. En Bucaramanga, un médico fue víctima de torturas y detenciones arbitrarias por parte de organismos del Estado, sus miedos y el temor de trasladar el sufrimiento hacia su familia lo obligaron a refugiarse en España. Una mujer defensora de derechos humanos en el Caquetá, durante sus ejercicios comunitarios y veredales, fue señalada como guerrillera por el Ejército y por miedo a pasar un largo tiempo en procesos judiciales para demostrar lo contrario, no le quedó más remedio que radicarse en Berlín para proteger su libertad y su vida.

Como estas historias, hay un sinnúmero que nunca ha sido contada y cuyos impactos trascienden la individualidad de las personas, pues afectaron sus relaciones filiales, el tejido social de los colectivos o comunidades con las que trabajaban en Colombia.

Aunque no hay un registro continuado y las metodologías de medición varían, a partir de 1999 se reporta un amplio flujo de personas saliendo forzadamente del país por cuenta del conflicto armado. El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) registra en sus bases de datos que entre 2017 y 2019 hubo 519.666 colombianos que buscaron refugio en el exterior; solo el año pasado la misma entidad reportó 189.448 personas refugiadas.

Según la información histórica de esta oficina, en 2007 hubo un alza evidente en la cantidad de ciudadanos que huyeron del país, con un total de 551.774, lo cual convirtió a Colombia en el tercer Estado del mundo que expulsa más personas en olas migratorias forzadas, mientras que el año inmediatamente anterior, 2006, ocupó el vigésimo quinto lugar con 72.793 ciudadanos.

En las últimas cinco décadas, el país ha sido históricamente más expulsor que receptor de refugiados y migrantes (Codhes, Pastoral Social y Servicio Jesuita para refugiados de Colombia: 2017), situación que se ha venido transformando gradualmente y en los últimos años se han incrementado la recepción de personas en búsqueda de protección.

Si tenemos en cuenta que hay alrededor de 5.000.000 de colombianos que viven en el extranjero, con datos aportados por el Departamento Nacional de Planeación (2017), las cifras de refugiados de los últimos dos años representan un 10% de ese total, lo cual permite observar la magnitud de esta problemática. Sin embargo, muchos desconocen sus derechos y no aportan la suficiente información sobre su salida, y esto, sumado a la incapacidad estatal para establecer métodos de medición adecuados, son factores que indican un subregistro que podría engrosar más la cantidad de exiliados en el mundo.

Precisamente, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), para 2019 Colombia ocupaba el segundo lugar en América Latina y el Caribe con mayor población de migrantes y era, a su vez, el principal país de origen de refugiados en la región acogidos en Venezuela y Ecuador, dos países vecinos. Le siguen Canadá, Costa Rica, Panamá, España y Estados Unidos como países de mayor acogida de colombianos y colombianas que huyeron del país por causa del conflicto armado.

Además de las reuniones preparatorias de carácter virtual que se han llevado a cabo este año, en 2019 la Comisión de la Verdad realizó una serie de encuentros exploratorios en Bilbao (España) y Bogotá para adelantar un proceso de reconocimiento del exilio con personas de primeras y segundas generaciones, organizaciones, instituciones y academia, víctimas en el exterior y población retornada.

Todo este proceso que adelanta la Comisión de la Verdad es la antesala del séptimo Encuentro por la Verdad ‘El retorno de nuestras voces’, programado para este 13 de noviembre desde las 10:00 a.m. y se constituye en un acto de reconocimiento y dignificación de las víctimas exiliadas y un ejercicio público de escucha para dar cuenta de la gravedad de su experiencia.

Este acto persigue los siguientes objetivos: reconocer a los colombianos y colombianas que en razón del conflicto armado se vieron forzados a salir del país; reconocer la forma como las personas exiliadas y sus organizaciones han resistido, afrontado y permanecido en el exterior; reconocer las afectaciones e impactos sobre sus hijos e hijas y sobre sus núcleos familiares; reconocer la falta de protección y el olvido estatal hacia las personas que han sufrido y quienes todavía sufren el exilio; y plantear contextos, explicaciones y análisis sobre lo que hizo esto posible y las transformaciones que se necesitan para que esto no se repita.

Es de resaltar que el centro de este encuentro, así como del mandato de la Comisión de la Verdad, son las víctimas, por lo cual sus testimonios harán parte del bloque central de la agenda. También se contará con la participación de representantes de instituciones nacionales e internacionales, embajadores y embajadoras y agencias de cooperación internacional que han respaldado el trabajo de la Comisión en estos años de vigencia. A este reconocimiento asistirá el pleno de comisionados y será moderado por los comisionados Carlos Martín Beristain desde España y Saúl Franco en Bogotá.

Este acto solemne se llevará cabo en el Movistar Arena, en Bogotá, y, teniendo en cuenta las características de la coyuntura actual por la pandemia del coronavirus, se habilitará la transmisión para que el público asista vía web a través de la página oficial de la Comisión comisiondelaverdad.co y sus plataformas virtuales Facebook: /ComisionVerdadc y YouTube: ComisióndelaVerdad.

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