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Comisión de la Verdad

Carta a los estudiantes de hoy y de mañana

Escrita por Archivos del Búho y dirigida a la comunidad estudiantil.

CARTAS POR LA MEMORIA DEL CASO COLECTIVO 82 | Agosto 27 de 2021

Carta a los estudiantes de hoy y de mañana

Revisando los archivos, escuchando los testimonios que hemos recolectado y viendo las redes sociales llenas todos los días de denuncias, me ha quedado claro que vivir en Colombia nos exige estar todo el tiempo alerta, por eso hago el esfuerzo por recobrar el asombro sobre cada cosa que veo, sea de ayer o de hace 25 años, para no ser tan solo otra testigo dócil de la sangre que en vano y sin pausa se derrama. Aquí, la vida digna, que es el principio fundamental de todo anhelo colectivo por un mundo más justo, no existe como derecho sino como una posibilidad para muy pocos. En medio de esta alarmante cotidianidad me he preguntado por el papel de las universidades y de la academia, a las que a veces se les critica por estar demasiado alejadas del "mundo real", entonces, ¿por qué defendemos las universidades? y ¿qué es exactamente lo que defendemos y lo que se ha defendido por décadas?

Detrás de las luchas estudiantiles de ayer y de hoy existe un motivo principal: la defensa del derecho universal a la educación superior. Esta máxima la hemos defendido por la convicción de que todos los seres humanos, sin excepción, tenemos la capacidad de aprender, de pensar, de imaginar y de crear y, por lo tanto, debemos tener la posibilidad de habitar un espacio que nos permita potenciar estas capacidades según nuestros deseos.

Estas facultades humanas son la base para que nos convirtamos en sujetos críticos, capaces de entender y de cuestionar el mundo en el que nacimos. Defendemos la universidad como el lugar para que cualquier persona pueda dedicarse a la búsqueda individual y colectiva de ideas, para que desarrolle su pensamiento de manera autónoma y para que canalice su potencial humano de la forma que encuentre más conveniente.

Sin embargo, la defensa de la universidad ha ido y debe ir mucho más allá que eso. Las universidades, para que esta búsqueda de resultados más acordes con nuestro ideal de sociedad, deben ser un lugar de convergencia de personas diversas, de diferentes formas de pensar, con diferentes historias de vida, que vengan de todas partes del país con todo tipo de propuestas y visiones de mundo. Esto con el objetivo que se construya colectivamente una propuesta de país donde la diferencia pueda coexistir, a ver si nos alejamos de la lógica de guerra que hemos interiorizado y que replicamos en cada espacio y hace que veamos a nuestro contradictor como un enemigo.

Para esto es indispensable ampliar el alcance de cada universidad y sus propósitos, no solo como centros de pensamiento, sino como espacios de creación de conocimiento, de transmisión de saberes de distintos orígenes y de explorar nuevas formas de habitar el mundo. Defendemos que en todas las públicas y privadas se pueda ejercer la libertad, y que aunque cada una tenga sus enfoques y sus formas particulares de entender el mundo y la educación, la guerra sea un tema del que se hable de frente, pero ojalá siempre haciendo referencia a un pasado lejano y nunca más a algo que pasa al otro lado de la cordillera.

Un aspecto importante de esta conciencia histórica, y a la que se debe nuestro interés en los archivos, es que la defensa de las universidades también debe apostar por una democratización de las formas de acercarse a su pasado y el ejercicio constante por mantener viva la memoria de quienes la han defendido. Sabemos que, en el caso particular de la Universidad Nacional, en cada rincón del campus han habitado jóvenes y sus sueños, por generaciones se han mezclado sus alegrías con sus dolores porque en muchos momentos, al interior de la universidad, fueron intercambiados fines por medios que tuvieron todo tipo de consecuencias irreversibles tanto a nivel individual como colectivo. También sabemos que en todas las universidades han sido perseguidos jóvenes a los que nos sentimos cercanos porque compartimos sus esperanzas y ponemos el mismo empeño en un proyecto de país distinto.

Este proyecto, un ideal que también se ha transformado con el tiempo, lo defendemos junto con la universidad, defendemos un modelo de país y un modelo de educación que anhelamos y al que estamos dispuestos a aportar para construir desde adentro. Defendemos la vida y defendemos la educación porque importan y porque creemos que deben tener un lugar central en el futuro al que aspiramos, el de la paz, otro de los horizontes colectivos.

Yo defiendo la universidad porque allí encontré mi libertad y me descubrí como un ser humano completo y autónomo. La defiendo como algo que está en constante transformación, una de la que los invitamos a ser parte, donde no nos conformemos con la quietud, sino que estemos siempre dispuestos a la reflexión, donde prime el derecho que tenemos a cuestionar y ser cuestionados. Defiendo que sea un lugar de encuentro, defiendo la poesía, la música y la estadística, las marchas, las paredes pintadas y el tropel, los experimentos de laboratorio y la jardinería, defiendo todo lo que le da sentido a la vida, y defiendo la universidad porque le dio sentido a la mía y la defiendo con el anhelo de que le dé sentido a la vida de muchas personas, que junte muchas vidas, que motive a muchas voces a ser escuchadas, donde haya espacio para todos y todas.

Hacia allá deben estar dirigidos nuestros esfuerzos, a que las aulas y los pasillos y las bibliotecas sean lugares para recobrar el asombro, para defender la vida, para descubrir eso que queremos ofrecer al mundo y de qué manera. Hoy le agradezco a la universidad, la respeto y la veo con amor, pero también con dolor porque entiendo sus errores y lo difícil que es cambiar algunas cosas, y porque veo que la siguen persiguiendo y atacando, hemos visto por décadas que quieren acabar con ella y solo nosotros podemos evitarlo­­. La defiendo porque alguien hace 40 años y alguien más hace 30 y otras personas hace 20 y 10 años la defendieron para que yo tuviera la posibilidad en mi vida de convertirme en lo que soy gracias a las oportunidades que la universidad me abrió para entender el mundo y para retarme y cuestionarme todo. Defendámosla, se lo debemos a los estudiantes que vendrán y a ese futuro que, pese a todo, todavía creemos que es posible.

Archivos del Búho

 

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