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Comisión de la Verdad

¡Hasta que dejé de huir! Mujeres, despojo y desplazamiento forzado en Meta

En esta serie audiovisual cuatro mujeres de la Orinoquia cuentan por qué no descansarán hasta conocer quiénes y por qué las expulsaron de sus tierras a la fuerza. Aquí, los relatos de su resistencia.

INFORME ESPECIAL | Abril 10 de 2020

¡Hasta que dejé de huir!  Mujeres, despojo y desplazamiento forzado en Meta

Hace casi un año y medio un grupo de investigadoras comenzaron a recorrer la Orinoquia colombiana en búsqueda de testimonios y relatos para entender los porqués y los cómos del conflicto armado en esta región. Las motivaba la posibilidad de descifrar la complejidad de la guerra, su crueldad, su prolongación y su degradación a través de las voces de quienes la vivieron y la sufrieron, pero también de quienes la hicieron y de quienes, sin padecerla, la observaron. Trabajando en campo, encontraron un caudal de voces, de gente decidida a narrar y a compartir con ellas, pero también con el país, sus historias de vida, sus verdades, sus recuerdos, sus dolores y sus anhelos.

 

Ella es Rosalba Jiménez, autoridad del pueblo sikuani. Toda la vida a luchado por los derechos de los pueblos indígenas en Colombia y, particularmente, por los de la Orinoquia. Lea aquí el relato de Rosalba ► “Como no tenemos ganado ni cultivos extensivos dicen que no necesitamos la tierra”

 

En ese camino confirmaron una y otra vez que escuchar las voces de la guerra es mucho más que oír y registrar en documentos y formatos palabras sobre la guerra. Escuchar también es observar, sentir, llorar, reír y vibrar la historia a través de los ojos, de la voz, de la piel y de las sensibilidades de quienes relatan. Confirmaron, en ese sentido, que la búsqueda de la verdad -que es esencialmente un proceso de escucha- es una búsqueda sensible que desborda la frialdad de las investigaciones estadísticas y estrictamente académicas.

 

Mariela Rodríguez es cofundadora de la Zona Humanitaria de la Comunidad Civil de Vida y Paz (Civipaz) de El Castillo, Meta. Es líder comunal desde los 18 años y sobreviviente de la persecución paramilitar. Lea aquí el relato de Mariela ► “En la casa, en el cultivo, en el sindicato y en la junta comunal: así luchamos las campesinas”

 

En esa búsqueda, las voces de las mujeres han resonado con fuerza. En la Comisión de la Verdad hemos escuchado a mujeres campesinas, colonas, negras, indígenas, lesbianas y transgénero; a mujeres que combatieron en la guerra y a mujeres que resistieron, como civiles, a las injusticias y a los atropellos. Hemos escuchado a mujeres que fueron despojadas de sus territorios, de sus cuerpos y de sus proyectos de vida. Nos hemos encontrado con mujeres jóvenes, con mujeres mayores, con mujeres mamás y con mujeres líderes y dirigentes sociales. Hemos hablado con mujeres que buscan desaparecidos; con mujeres que se organizan, que luchan, que reclaman tierras, que fundan barrios. Hemos recogido testimonios profundos y desgarradores. Nos hemos asombrado con su capacidad para sobreponerse a hechos tan crueles que parecen inverosímiles.

A través de sus relatos, hemos visto, interpretado y sentido la historia de la guerra de una manera diferente porque, tal como lo afirma la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich en el libro ‘La guerra no tiene rostro de mujer’: “En lo que narran las mujeres no hay, o casi no hay, lo que estamos acostumbrados a leer y a escuchar: cómo unas personas matan a otras de forma heroica y finalmente vencen. O cómo son derrotadas. O qué técnica se usó y qué generales había. Los relatos de las mujeres son diferentes y hablan de otras cosas. La guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles. Tan sólo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana. En esta guerra no sólo sufren las personas, sino la tierra, los pájaros, los árboles. Todos los que habitan este planeta junto a nosotros. Y sufren en silencio, lo cual es aún más terrible”.

 

Ella es Raiza Parra, sobreviviente de la guerra y defensora de derechos humanos de la población LGBTI de Meta. Acompaña a mujeres transgénero de todo el departamento en la reivindicación de sus derechos. Lea aquí el relato de Raiza ► “En la guerra y por fuera de ella a las mujeres trans nos quieren muertas y calladas”

 

No ha sido una tarea sencilla. En los espacios colectivos de escucha, la palabra de los hombres generalmente prevalece y a veces las mujeres no se sienten cómodas ni seguras para hacer públicas sus verdades. El relato de la guerra le ha sido históricamente asignado a los hombres: combatientes, víctimas, políticos, líderes, dirigentes sociales. Hay muchas mujeres que rompen estos esquemas patriarcales y toman la palabra. Pero lo cierto es que, para llegar a la médula de su verdad, también ha sido necesario imaginar y crear espacios alternativos de escucha. Por eso, junto con varias organizaciones de mujeres, la Comisión de la Verdad ha tejido redes de afecto que nos han permitido encontrarnos para conversar en confianza, sin miedo, seguras.

En esos espacios -a veces amplios, a veces íntimos- las mujeres nos han compartido esas otras versiones de la guerra de las que habla Alexiévich: versiones que no solo desbordan, sino que dislocan y cuestionan los relatos patriarcales, heroicos, victoriosos y feroces de la guerra que estamos acostumbrados a escuchar.

 

Patricia Peña fue desplazada y despojada de sus tierras tres veces. Es cofundadora del barrio 13 de mayo de Villavicencio, un lugar habitado por familias desplazadas de Vichada y Meta. Lea aquí el relato de Patricia ► “Soy campesina y quiero saber quiénes y para qué me querían fuera de la tierra que cultivaba”

 

‘Hasta que dejé de huir’, mujeres y desplazamiento forzado en Meta’ es una serie audiovisual que presenta cuatro microrrelatos de mujeres sobrevivientes de la guerra y, particularmente, del despojo y el desplazamiento forzado. Las cuatro son líderes sociales. Las cuatro luchan por la tierra: por el derecho a tenerla, pero también por el derecho a vivirla, a trabajarla, a disfrutarla en dignidad. Las cuatro vivieron la experiencia del destierro, del desarraigo; experiencia que, además de dolores, cansancios y tristezas, les proporcionó el ímpetu para hacerse defensoras de las vidas y de los derechos de otros seres humanos. Las cuatro sacaron de sus casas (sus lugares más íntimos) el saber-cuidar-de-otros (un saber tan devaluado, tan poco reconocido) y lo llevaron a una escala distinta: la de la resistencia civil y colectiva. Rosalba. Mariela. Raiza. Patricia. Cuatro valientes. En esta serie, una síntesis de sus verdades; una síntesis de su deseo de conocer la verdad.

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