Unidos tejemos nuevos latidos por la verdad

Eran las 9:00 a.m. del 8 de abril, día previo a la conmemoración del ‘Día nacional de la memoria y solidaridad con las víctimas’. Las personas que caminaban por el eje ambiental, en Bogotá, detenían el paso al ver los colores y una gran figura que adornaba la sede principal de la Comisión de la Verdad. Era un corazón rojo que se ondeaba con el viento, bordado por tejedores, mujeres y jóvenes de Bogotá, Soacha y Sumapaz que invitaban a la ciudadanía a tejer nuevos latidos por la verdad.

Al corazón lo rodeaban las figuras bordadas de palomas blancas, campesinos, raíces, entre otras figuras alusivas a la memoria y a la paz. El gran telar ‘Poliretazos: entre hilos y bocetos tejamos para la paz’, construido por 70 estudiantes de la universidad Politécnico Grancolombiano, también adornó la fachada del edificio.

Bajo el corazón, se leía una frase del fallecido comisionado Alfredo Molano: “No fue suficiente oír las voces de las gentes. Para no usurparlas, había que escribirlas en el mismo tono y lenguaje en que habían sido escuchadas”.

La mañana transcurría y varios transeúntes, invitados e invitadas se sumaron a esta conmemoración para participar en actividades y ver la exposición ‘Objetos sagrados, palabras preciosas’, integrada por diferentes enseres que fueron donados por víctimas del conflicto armado, para exaltar su valor simbólico y la importancia de la memoria y la verdad para la no repetición.

La llegada de la Batucada Bembé armonizó el espacio con percusión, así, ‘Un nuevo latido por la verdad’ se unificó al ritmo de las tamboras. Más adelante, el olor a café convocó al espacio de diálogo ‘Un tinto por la verdad’, en el que el comisionado Leyner Palacios habló sobre cómo ha sido el proceso de construcción del Informe Final y la importancia de su comprensión y apropiación.

La Batucada Bembé resonó más tarde para dar cierre al espacio e inmortalizar la fecha con una fotografía. Aunque la jornada de conmemoración había terminado, el corazón seguía meciéndose al ritmo del viento. Ese corazón, que comenzó a tejerse cinco meses atrás en la Plaza de Bolívar, es una invitación a sentir, pensar y entender lo que pasó en nuestros territorios, para evitar la repetición del horror vivido en Colombia.