Afectaciones y afrontamientos personales y familiares de militares y policías secuestrados
A inicios de este mes la Comisión de la Verdad realizó un Espacio de Escucha privado con integrantes de la fuerza pública víctimas de secuestro.
El 1 de septiembre se llevó a cabo un espacio de escucha privado y reconocimiento de los impactos sufridos y las formas de afrontamiento de militares y policías secuestrados en el marco del conflicto armado. Este espacio contó con la participación de más de treinta policías y militares víctimas de secuestro y sus familiares, con la participación y apoyo de CEC International (CEC), en cabeza de Bertha Lucía Fries, y miembros de diferentes equipos de la Comisión de la Verdad.
Gracias a un aporte de USAID y a recursos propios, CEC aplicó su metodología ‘Encuentro transformador’ a militares y policías que habían sido secuestrados, para identificar patrones en sus relatos sobre sus vidas antes de su alistamiento como policía o soldado profesional, durante su vida militar, durante el secuestro y posterior liberación hasta la fecha. CEC aportó a la Comisión de la Verdad los hallazgos de esta indagación. Además, acompañó a los soldados víctimas del secuestro a responder las preguntas solicitadas por la Comisión y grabó sus relatos, dado el limitado acceso a internet. Las grabaciones permitieron garantizar el encuentro con Francisco De Roux, presidente de la Comisión.
La Comisión de la Verdad, de acuerdo con su mandato de esclarecer, entre otros, los impactos a quienes participaron directamente en el conflicto como combatientes, así como a sus familias y entornos; se ha aproximado a la realidad del secuestro a través de diferentes espacios de escucha y reconocimiento. Aunque el secuestro es una de las tantas formas de victimización; este flagelo se destaca por ser uno de los de mayor impacto en la sociedad colombiana. Ante la Unidad de Víctimas existen más de 37.000 casos de víctimas de secuestro en el país, de los cuales más de 1.200 casos incluyen a militares y policías, durante el ejercicio de su labor.
En el espacio de escucha realizado por la Comisión se indagó específicamente por: las condiciones de cautiverio, impactos y afrontamientos de las víctimas y sus familiares, las demandas de verdad y las reflexiones en torno a las afectaciones derivadas del secuestro, y las diferentes formas de afrontamiento que muchos han desarrollado para intentar recuperar parte de la calidad de vida que les fue arrebatada tras el secuestro. Los testimonios subrayaron la revictimización de la que han sido blanco de parte de la sociedad, incluso de sus propias familias y en especial de las instituciones a las cuales prestaron su servicio en el momento de su retención.
El presidente de la Comisión, Francisco de Roux, destacó “la importancia de reconocer el trabajo de los militares y policías que en cumplimiento de su labor de proteger el territorio y a los ciudadanos, fueron víctimas directas y sufrieron de manera particularmente dura la carga del conflicto cuando fueron tomados prisioneros y luego de que esta detención se convirtiera en secuestro y posteriormente en una ignominia, una violación a su dignidad humana cuando quisieron humillarlos y romperlos como seres humanos”.
Al referirse al trabajo de acompañamiento y a los encuentros transformadores que se desarrollan desde CEC International, Bertha Lucía Fries, enfatizó: “Llevamos cinco años realizando encuentros transformadores con diversos grupos de víctimas y la vida nos puso en el camino a los militares y policías secuestrados. Ignorábamos que al encontrarnos con ellos íbamos a descubrir hechos tan extremadamente dolorosos y que nos generaran tanta tristeza. Hemos acompañado diversos hechos victimizantes, en el caso de los militares nunca nos imaginamos encontrarnos con gente que dio tanto y que recibió tan poco”.
La mayoría de los testimonios compartidos coincidieron en la revictimización como factor común en sus entornos tras haber sido liberados. Explicaron las afectaciones más profundas que han vivido: abandono estatal e institucional, destrucción del núcleo familiar, depresión, alcoholismo, drogadicción, desesperanza. A estos penosos hallazgos, Bertha Lucía Fries agregó: “Para nosotros los encuentros no son solo diálogos, sino que deben ser transformadores. Nos permiten encontrarnos en la diversidad e interdependencia y crear un mundo juntos, facilitando el perdón, la reconciliación y la convivencia digna y productiva, con base en valores”.
“Después de unos años comienza la liberación, felicidad porque salía uno de esa selva, pero viene la otra situación, nuevos problemas y otras nuevas afectaciones, es salir de un secuestro a otro. El Estado nos abandona, llegamos a reclamar los suelditos y resulta que esas platas no las podía reclamar la familia, se desaparecieron muchas platas. Mujeres que consiguieron otras parejas, hijos que no reconocían a sus padres, familias afectadas por problemas como la drogadicción o el alcoholismo. Y en esas problemáticas también entran muchos de los exsecuestrados por el desespero, porque los tratamientos psicológicos fueron por sacarnos. Llegamos a nuestro lugar de residencia y seguimos siendo perseguidos por la violencia y los grupos armados”, compartió uno de los militares víctima del secuestro del bloque José María Córdoba.
Para otro militar víctima, además de las afectaciones que cambiaron su modo de vida, los malos tratos y humillaciones que padeció durante el secuestro lo convirtieron en una persona diferente: “Lo peor que me pudo pasar, primero la cadena, el ser sometido y para todo encadenado. Lo segundo en la forma en que nos sometían, si tu no cumplías nos obligaban con una pistola. Voy a ser sincero, en mí la liberación no me dio tristeza, no me dio alegría. No producía ningún sentimiento ni emoción en mí. De pronto la emoción de ver que mi familia me estaba esperando, pero de que me diera nostalgia, no, en ningún momento. O sea, sale uno por decirlo así, seco de sentimientos”.
Para la Comisión, este encuentro es un espacio necesario para esclarecer y en especial para extraer recomendaciones que apunten a la no repetición. Estas personas fueron despreciadas, desconocidas y negadas por el Estado. Fueron tildados de cobardes por no haberse hecho matar. El encuentro abre preguntas pertinentes que es necesario resolver ante este grupo de víctimas. Fueron desatendidos hasta en la más mínima forma de reparación; servicios de salud limitados o inaccesibles, tratamientos psiquiátricos inconclusos y esquemas de medicamentos incompletos, son solo algunas de las diferentes afectaciones que han padecido luego de haber sido liberados.
A lo anterior, Carlos Fernández, asesor de la dirección de Diálogo Social de la Comisión, señaló la importancia del encuentro como un espacio de escucha a víctimas que han tenido poco o ningún reconocimiento por parte de la sociedad: “Militares y policías que cumplian una labor y fueron víctimas de una práctica como el secuestro son victimizados, porque muchas veces se justifica que eso que les pasó era parte del ejercicio de su servicio y esto limita o reduce la compresión de los efectos que tuvo en las personas, en el ser humano. Más allá de su rol en la guerra, son seres humanos y los impactos que vivieron, así como sus familias, son de una gravedad enorme”.
A manera de conclusión, el espacio dejó en evidencia la urgencia por una reparación real y suficiente a los militares y policías víctimas de secuestro. Es claro que recuperar la vida que tenían antes del secuestro es imposible, sin embargo, una respuesta concreta, una repación y atención real en cuanto a salud, una restitución salarial del tiempo en que estuvieron privados de la libertad, serían un alisiente para enmendar su indignación por el abandono y la revictimización que han tenido que soportar todos estos años.
Los testimonios e intervenciones de las víctimas que participaron en el espacio, dejan los mismas interrogantes y peticiones al Estado. Hacen un llamado a través de la Comisión para reclamar el porqué de ese abandono de la institucionalidad cuando estaban para defender las instituciones. Un llamado a la acción que de parte de víctimas y familias que piden que esto no vuelva a suceder y exige al gobierno respetar y hacer cumplir sus derechos.
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