El canto unió lo que el conflicto rompió
La Comisión participó en Buenaventura del conversatorio ‘Cantos de río, conflicto y resistencias’ en el último día de la décima edición del Encuentro de Cantores de Río.
El 28 de septiembre pasado se realizó en Buenaventura el conversatorio ‘Cantos de río, conflicto y resistencias’, el cual tenía como principal objetivo hacer una reflexión sobre las afectaciones del conflicto armado a la tradición oral del Pacífico.
La conversación abordó la manera cómo el canto ha ayudado a narrar los episodios del conflicto y, a su vez, permitió sanar y mantener los vínculos entre los pobladores de las cuencas del Pacífico Sur.
“Con los cantos demostramos lo que somos, lo que soñamos, lo que resistimos desde nuestros ríos”, dijo Natividad Urrutia, una cantadora tradicional de 73 años del río Anchicayá que desemboca en el océano Pacífico.
“Los cantos también son para que despertemos y nos paremos firmes para reclamar nuestros derechos” dijo Natividad quien enseguida cantó:
Campesinos vamos
Vamos pa’ Bogotá
Pa’ hablar con nuestro gobierno
A ver qué va a contestar
Arreglemos la canoa
Y vamo’ pa’ Bogotá
A reclamar los derechos
De nuestro Gran Litoral
Por su parte, Eliana Sofía Ángulo, coordinadora territorial Buenaventura de la Comisión de la Verdad, explicó que tras esta tradición oral hay importantes saberes de la cultura que les ha permitido a las comunidades resistir a los embates del conflicto armado. “Con sus cánticos han hecho denuncias, han protestado y han logrado permanecer en el territorio”, expresó.
Asimismo, Angulo aclaró que la Comisión reconoce las estrategias culturales que, al igual que el canto, han contribuido a narrar la adversidad y las resistencias.
Durante el conversatorio, el músico timbiquireño Emiro Herrera coincidió con ese planteamiento: “Hay que reconocer que todo el andén del Pacífico ha tenido el canto y toda la música como elemento cohesionador y eso nos ha permitido decir lo que hemos tenido que callar”.
Para la Comisión de la Verdad la cultura es un recurso para animar la participación social y el diálogo sobre el derecho a la verdad en la región. “En los cantos y en toda la tradición oral de estos pueblos se manifiesta la verdad, la convivencia y las formas de resistir. A la vez que en las expresiones culturales hay un aporte de las comunidades para recomponer el tejido social y transformar la adversidad”, puntualizó Angulo.
La conversación se fue intercalando con música de marimba de chonta, tambora, cununos y guasá con la interpretación de los grupos Bombo Negro y Matachindé y con las reflexiones del músico Alí Cuama.
A lo largo de la conversación, se identificaron algunos episodios de la historia de violencia a causa del conflicto armado y la manera en que se afectó el canto como práctica cultural durante la guerra. “El conflicto armado asesinó a dos de mis hermanos, fue una tragedia familiar, pero el amor a la marimba que me inculcó mi padre Baudilio Cuama no permitió que me fuera por los lados de la venganza, sino que me llevó a hacer más música”, expresó Alí Cuama.
Con la llegada de los grupos armados a las cuencas del Pacífico Sur en los años 90, y con el incremento de la violencia en la primera década del 2000, muchos cantadores tuvieron que desplazarse, mientras que otros fueron silenciados porque los actores armados prohibieron las celebraciones, una situación que debilitó la tradición oral de los ríos.
El conflicto armado rompe los lazos mientras que la música los une, manifestó Natividad: “La música ha sido comunicación desde los tiempos de los que no quisieron ser esclavos y alrededor de un bombo, un conuno y un guasá se mantuvo la relación entre diversos grupos. La música para el pueblo ha sido una forma de libertad”.
Por su parte, Emiro Herrera, reafirmó el valor del canto como aporte a la reconstrucción moral y espiritual del país: “Para mi la oralidad es la mayor forma de vivencia de la paz y significa nuestra forma de mantener nuestra forma de contar y expresar el pensamiento negro. La música cambia, recuerda, recrea y da un sinfín de posibilidades”.
Este evento se realizó en alianza con la Secretaría Técnica de Cultura del Distrito de Buenaventura, el Centro Cultural del Banco de la República y la organización PacificArte.
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