“Venimos a decir la verdad”
Más de 30 organizaciones sociales participaron del primer taller de diagnóstico participativo de la Comisión de la Verdad en Tumaco.
“Ustedes perdonarán que me tome la palabra, pero aquí vinimos a decir la verdad. Para intentar comprender el conflicto armado en el municipio de Tumaco, primero tenemos que conocer nuestra historia. En este municipio se vivía bien, había paz, pero con la llegada del boom camaronero de los años ochenta, también se pegaron los carteles del narcotráfico y los actores armados, encontrando una población con las necesidades básicas insatisfechas. El resultado de décadas de abandono y exclusión estatal”. En diez minutos Euliquido Biojó, representante del Consejo Comunitario Cortina Verde Mandela, relató lo que para él es la historia de cómo comenzó el conflicto armado en ese municipio.
Así fueron sumandose las voces de los líderes de las más de 30 organizaciones sociales presentes en el primer diagnóstico participativo en San Andrés de Tumaco. Los participantes coincidieron en que toda la población en Tumaco ha sido víctima. Manifestaron que la violencia les impedía visitar a familiares en otros lugares y les obligaba a pasar las noches en completa oscuridad por cuenta de los atentados a las torres de energía eléctrica. También, que se vieron obligados a dejar de acompañar a los amigos y familiares en los rituales de despedida a los muertos porque no podían moverse con libertad por el territorio. “Había lugares a los que se tenía que pedir permiso a los actores armados para ingresar”, dijo una de las lideresas presentes.
Una de las evidencias de que la violencia se ensañó con este territorio, está en que de una población de aproximadamente 208.000 habitantes, 88.000 han sido reconocidos por la Unidad de Víctimas como víctimas del conflicto armado. Sin embargo, estas cifras no se conduelen de lo que realmente ha pasado y sigue pasando en Tumaco, “es necesario darles un nombre a las víctimas, devolverles la humanidad que les fue arrebatada a partir de los números”, aseguró Andrés Fernando Chamorro, profesor de sociología de la Universidad de Nariño con sede en Tumaco.
La comunidad expresó sus expectativas y reflexiones frente a los cuatro objetivos de la Comisión: esclarecimiento, reconocimiento, convivencia y no repetición. Sin embargo, trabajar en estos objetivos cuando aún hay conflicto en el país no es una tarea fácil.
“Es necesario que a partir del proceso de esclarecimiento se identifiquen las causas estructurales que ocasionan que el conflicto armado esté centrado en esta zona. Con la firma del Acuerdo de Paz, en 2016, debió parar la confrontación bélica, pero hoy tenemos altas tasas de homicidios en Tumaco y la costa nariñense, donde cuatro personas son asesinadas cada tres días”, señaló la comisionada Patricia Tobón.
Mientras que Hilda Hurtado, representante del Espacio Nacional de Consulta Previa de las Comunidades Negras, aseguró que se hace “necesario conocer la verdad de la persecución de los grupos armados a los procesos organizativos de las comunidades negras”. Y es que, para muchos de los líderes, la violencia en Tumaco tiene relación directa con la ubicación geoestratégica de la región.
La costa nariñense abarca el 56% del territorio del departamento de Nariño y su población el 18% del total departamental, distribuida en 10 municipios: Barbacoas, Magüí Payán, Roberto Payán, El Charco, La Tola, Mosquera, Santa Bárbara de Iscuadé, Olaya Herrera y Tumaco. Un territorio con presencia mayoritaria de comunidades negras, pueblos indígenas y en menor proporción, personas mestizas. Además, allí existen 54 territorios colectivos, cuya representación la asumen principalmente tres grandes organizaciones RECOMPAS, ASOCOETNAR Y COPDICONC, amparados por la Ley 70 de 1983.
Porfirio Becerra Angulo, un hombre de 83 años miembro del Consejo Comunitario Cortina Verde Mandela dijo que “hay mucha gente con disposición de contar muchas cosas que son verdad, algunas frescas y otras muy antiguas. Esclarecer la verdad permitirá conocer de dónde viene el mal que tanto daño ha causado a este pueblo”.
Con este primer ejercicio de escucha colectiva, la Comisión hizo la apertura de un proceso que durará tres años, pero que tiene la obligación de trascender en el tiempo. El principal reto será que la sociedad colombiana pueda comprender los efectos de la guerra, no como hechos aislados, sino como un fenómeno que marcó y afectó a pueblos enteros, como es el caso de Tumaco y toda la región Pacífico.
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