“Vivir en medio de la guerra sin ser parte de ella”
La Comunidad de Paz de San José de Apartadó contó su historia a la Comisión de la Verdad y entregó documentación sobre el exterminio sistemático que han resistido durante más de dos décadas.
“Quiero expresar en nombre de la Comisión nuestro inmenso respeto por ustedes, por su lucha, porque han sido un ejemplo para Colombia, y tenemos el mayor interés en escucharlos”. Con esas palabras Francisco de Roux abrió el encuentro con la Comunidad de Paz de San José de Apartadó.
La Comunidad entregó a la Comisión de la Verdad la documentación sobre los asesinatos y masacres que han resistido durante 21 años, manteniéndose al margen de los actores armados que señalan: guerrilla y Estado en alianza con paramilitares.
San José de Apartadó se declaró comunidad de paz en 1997, cuando unos 500 campesinos decidieron negar la entrada a todos los grupos armados, para sacar la guerra de su territorio.
Hace 21 años
María Brígida González: “En medio del paramilitarismo, con la complicidad del Estado y sectores empresariales, nos preparábamos para vivir en medio de la guerra sin hacer parte de ella. En medio de las masacres, el 23 de marzo del 97 tomamos la decisión de firmar la declaración pública de la Comunidad de Paz”.
El motivo de la guerra
Jesús Emilio Tuberquia: “Nosotros nacimos como comunidad para defender la vida y el derecho a la tenencia de la tierra, pero nacemos en medio de una política de Estado: el exterminio de las organizaciones sociales. Nos acusaban de comunistas, igual que hoy, porque el motivo de la guerra aquí ha sido el interés económico sobre la región. Con o sin guerrilla el accionar contra nosotros iba a continuar. A pesar de que hemos trascendido las esferas internacionales, tenemos sentencias a favor desde la Corte Constitucional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, los gobiernos no las cumplen”.
No nos callamos
Gilardo Tuberquia: “Cuando nosotros pedíamos justicia y señalábamos a los responsables, la justicia se venía en contra de nosotros, por eso en 2003 tuvimos la ruptura con el sistema de justicia. En el año 2000 hubo dos masacres. El Gobierno creó una comisión de investigación. Nosotros colaboramos, dimos unas 130 declaraciones durante dos años. Dos años en los que fuimos perseguidos. Los testigos eran amenazados y asesinados. Y así seguimos hasta hoy. Pusimos 4 puntos como condición para retomar relación con el alto gobierno: 1. El gobierno debía retractarse de sus declaraciones sobre que la comunidad era guerrillera. 2. Que retiraran la fuerza pública de nuestro territorio. 3. El respeto por las zonas humanitarias a las que hemos retornado. 4. Que se conformara una comisión, pero para el avance real de la justicia. Pero esto ha pasado a medias. Hoy en día, con la ida de las Farc, se incrementó la presencia paramilitar. Hay mucho reclutamiento de jóvenes y vacunas. El paramilitarismo ha querido implementar el silencio, pero nosotros no nos callamos”.
Los rastros de la barbarie
Bladimir Arteaga Guerra: “Lo que hemos sufrido es un exterminio directo por parte del Estado. Luis Eduardo Guerra (uno de los líderes de la Comunidad) fue masacrado por defender la vida. Tenía interlocución con el Estado hasta 2005. Era el encargado de negociar que el Estado no interfiriera. Él lo hacía desde la Constitución y el Derecho Internacional Humanitario. Había impedido que pusieran una estación de policía en medio de los campesinos. La única manera de callarlo fue matarlo. Ocurrió la masacre de La Resbalosa y ya nos habían informado que habían cogido a Luis Eduardo. La Comunidad esperaba por los cuerpos, pero La Fiscalía dijo que no tenía garantías para ir. Nos organizamos y fue una comisión. Allá se encuentra una fosa con los cuerpos de Santiago, de 18 meses, de Natalia, de 5 años, y otras personas de la comunidad, pero no el de Luis Eduardo. Esperábamos que no estuviera muerto, teníamos la esperanza. Pero luego llega la información de que a media hora del lugar donde lo cogieron, había una gran concentración de gallinazos. La comunidad se traslada a ese lugar y empieza a encontrar los rastros de la barbarie”.
El trabajo comunitario
Marta Vásquez: “Hago parte desde 1997, cuando tenía 8 años. Me hice joven y adulta en esta Comunidad de Paz. He sido testigo de toda esta historia y sé que hemos logrado mantenernos, a pesar de tantos atropellos, gracias a la organización interna. Hemos creado reglamentos y principios claros y sólidos como el trabajo comunitario, todos trabajamos unidos en defensa de la vida y el territorio; el diálogo transparente, solucionamos los conflictos escuchándonos y planteamos alternativas, no recurrimos nunca a los grupos armados; la neutralidad, el respeto a la pluralidad, la solidaridad. Tenemos comités de salud, educación, deporte y cultura. Es una educación alternativa. Tenemos profesores voluntarios de la comunidad que enseñamos a escribir las historias de vida, a cultivar, a sumar. Valoramos más esto que un cartón. Estas cosas nos han ayudado a mantenernos en medio de la estrategia de exterminio contra la comunidad”.
Autónomos
José Roviro López: “Desde que se creó la comunidad, empezamos a ingeniar formas de trabajar y de apoyar los cultivos. No teníamos tierras colectivas, las de cada uno se quedaron en los desplazamientos. Empezamos a buscar la forma de ir adquiriendo tierra. Nuestros padres tenían que arriesgar la vida para salir a Apartadó y conseguir algo. Muchos acá perdieron a sus familiares cuando fueron asesinados en la carretera. En medio de esa guerra, hicimos la forma y empezamos con producciones de banano. Se logró comercializar hacia Alemania, pero los paramilitares nos robaron lotes de cacao, de banano y dinero en la vía. Así mataron a mucha gente, de todas las formas que no pueda imaginarse. En 2006 volvimos a empezar con el cacao, que no había sido rentable en años anteriores. Logramos certificarlo en comercio justo y orgánico y hoy lo mantenemos. Cultivamos arroz, fríjoles, yuca. Todo de manera autónoma, no se recibe dinero de instituciones del Estado en Colombia. De proyectos de reparación, menos. Rechazamos la reparación individual que lo que hace es callar a quien le pagan. Creamos nuestros propios modelos económicos y sociales. Gracias a eso y al apoyo de la comunidad internacional existimos”.
La razón del odio
¿Cuál es la razón del odio? Le pregunta la comisionada Lucía González al padre Javier Giraldo, quien ha acompañado durante años a la Comunidad. Dice que son los armados, incluyendo al Estado, que nos les perdonan su autonomía y su declaración de neutralidad, su decisión de negar a todos los actores, incluido el mismo Estado, la entrada en su territorio. “No quieren que se repita este modelo de comunidad. Ha habido 1.462 casos de violencia. Ese es el compilado que les entregamos hoy”.
A Francisco de Roux y las comisionadas asistentes, y al coordinador de la Macro región Antioquia-Eje Cafetero, Max Yuri Gil, la comunidad les piden que recojan su documentación, que cuenten que hubo campesinos asesinados solo para despojarlos de su tierra, que intentaron exterminarlos como comunidad, que el Estado es responsable y, sobre todo, que la Comisión se mantenga en lo que ha emprendido.
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