“No somos un remanso de paz”: Eje Cafetero pide que se reconozca su territorio como víctima del conflicto armado
La Comisión de la Verdad realizó un encuentro en Caldas en el que víctimas, organizaciones sociales, academia e institucionalidad coincidieron en que el primer paso para construir un futuro diferente es visibilizar los impactos de la guerra en esta región
“Si dicen que aquí no hubo violencia, que lo sepan entonces porque sí la hubo. ¡Y muy grave!”. Esta frase de una víctima resume el principal vacío que los habitantes de Caldas y el Eje Cafetero tienen frente a su historia. Piden que se reconozca que su territorio ha sido víctima del conflicto armado y que se visibilicen los profundos impactos que ha dejado. Carolina López, directora del Centro de estudios sobre conflicto, violencia y convivencia social (CEDAT), aseguró en el Encuentro Regional por la Verdad y la Paz, que la Comisión de la Verdad realizó en Caldas, que el negacionismo de la guerra en el Eje Cafetero ha sido “una estrategia discursiva de las instituciones” que ha impedido tomar medidas oportunas para que el conflicto armado no escale.
“Nos ha hecho mucho daño la idea de que aquí no pasó nada, la idea de ser un remanso de paz”, apuntó Óscar Martínez, coordinador en el Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad. Además, aseguró que “la precaria presencial del Estado” en esa región alimenta esta situación. “Aquí cogemos los tentáculos de la criminalidad, pero no la cabeza. Hay unas sombras que siguen perdurando. La invisibilización de la violencia tiene unos intereses particulares”, señaló.
A comienzos de octubre, víctimas, organizaciones sociales, academia y representantes del Sistema Integral de Paz, se reunieron en la Universidad de Caldas por invitación de la Comisión de la Verdad, con dos propósitos: hacer un balance de la implementación del Acuerdo de Paz en ese departamento y construir ideas colectivas para recibir y expandir el legado de la Comisión de la Verdad en todo su territorio.
Quienes participaron de esta jornada coincidieron en dos temas urgentes: la necesidad de desnaturalizar y enfrentar la invisibilización del conflicto armado y sus impactos en el Eje Cafetero, y la urgencia de que instituciones como la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), hagan presencia permanente en Caldas. “Nos sumamos al llamado de que el Sistema Integral para la Paz haga presencia acá. Este es un tema de justicia territorial”, dijo Max Yuri Gil, coordinador de la Macroterritorial Antioquia – Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad. “Se necesitan equipos territoriales del sistema que conozcan los contextos”, añadió Óscar Martínez.
Luego de cinco años de la firma del Acuerdo de Paz, ¿qué está pasando en Caldas con esos compromisos? La Misión de Verificación de la ONU señaló que de los 13.577 miembros de las FARC-EP desmovilizados en todo el país, unos 9.300 viven por fuera de los antiguos ETCR (Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación), creados para la transición de los excombatientes a la vida civil. Los firmantes del Acuerdo de Paz han abandonado estos espacios por temas de seguridad, económicos y personales. Muchos se han establecido en las llamadas NAR: Nuevas Áreas de Reincorporación.
Esto llevó a que “la geografía de la reincorporación se transformara”, en palabras de Omella Uberti, de la Segunda Misión de Verificación de la ONU. “Hoy hay un fenómeno de reincorporación urbana del que no se tiene mucha información. Hay un riesgo para esas personas: ser víctimas de reclutamiento de grupos en la criminalidad urbana. Este es un desafío para Caldas”. La ONU destacó, además, que hay un desafío mayor que enfrenta el país: la protección de esas personas que dejaron la guerra. Desde la firma del Acuerdo, 289 excombatientes han sido asesinados.
Los asistentes al encuentro coincidieron, también, en que en medio de los múltiples incumplimientos de lo acordado entre el Gobierno nacional y las FARC-EP, hay un tema que sí está ocurriendo, que sí es una realidad: las verdades que han aportado los firmantes del Acuerdo de Paz y diversos actores, que participaron, se beneficiaron o fueron testigos de la guerra, con el fin comprender lo que nos sucedió e imaginarnos otro futuro. Los diálogos sociales y procesos que la Comisión de la Verdad ha liderado en Caldas y en el Eje Cafetero han sido una fuente para que esas verdades emerjan.
“Tenemos que organizarnos para seguir multiplicando esto, para velar por el cuidado de las narrativas y las verdades que surgieron de estos procesos de escucha tan intensos”, dijo Juana María Echeverri Escobar, lideresa y gestora cultural de Manizales, en unas mesas de trabajo en las que se discutieron retos e ideas para la apropiación del legado de la Comisión en Caldas.
En las mesas de trabajo se habló de la necesidad de recurrir al arte y a la cultura “para conectar todos los universos”, para difundir las verdades que han emergido, para que la sociedad se apropie del Informe Final y del legado de la Comisión. Se habló de la importancia de concertar con las víctimas y las organizaciones sociales cómo hacer el ejercicio de pedagogía de ese informe. Desde la academia, se habló de la creación de una Cátedra regional de la verdad entre diferentes universidades, y de una estrategia de educación para la paz de la mano las secretarías de educación.
“Hay que salvaguardar el trabajo de la Comisión de la Verdad para que se mantenga en el tiempo. Hay que multiplicarlo, ampliarlo, llevarlo a las bases, a la niñez, a la juventud”, aseguró Arcadio de Jesús Ríos, líder del resguardo indígena Cañamomo Lomaprieta.
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