“Nuestro compromiso es con la paz”
En el Día de la Juventud, designado por Naciones Unidas para promover la inclusión social, la Comisión de la Verdad rinde homenaje a los y las líderes y organizaciones juveniles que resisten en los territorios y construyen paz.
Cada vez son más los y las jóvenes que se animan a expresarse frente a las desigualdades sociales y a movilizarse en torno a temas como el cambio climático, la paz, la inclusión social de poblaciones históricamente excluidas, entre otras preocupaciones que generalmente han estado a cargo de mandatarios y tomadores de decisiones.
Uno de estos jóvenes es Santiago, que desde los 14 años se destaca por su liderazgo y para quien la juventud representa ser rebelde frente a las exclusiones sistemáticas en un mundo adultocéntrico: “Nos enfrentamos como juventud a una serie de problemas estructurales que nos joden continuamente. La política y la economía expulsan a los jóvenes de los espacios laborales y en algunos casos de la educación superior”. Desde su experiencia, se ha enfrentado a la estigmatización de sus luchas y mecanismos de participación por el hecho de ser joven, y a la minimización de su voz en los espacios políticos compartidos con adultos. Además, denuncia que algunos de sus compañeros viven amenazas directas contra sus vidas.
Santiago es enlace en Cúcuta de Generación V+, un movimiento ciudadano creado por la Comisión de la Verdad para apoyar procesos organizativos de construcción de paz impulsados por colectivos de juventudes en todo el territorio nacional, “una muchachada”, como les han apodado con cariño los comisionados. Aunque Generación V+ se formalizó en 2020, la juventud que lo integra tiene una historia acumulada en defensa de derechos humanos y de la naturaleza en cada una de sus comunidades y territorios, como Santiago, quien hace activismo desde los 14 años.
Comunicar con el corazón
Los y las jóvenes se vincularon a esta iniciativa de la Comisión de la Verdad a través de una convocatoria pública virtual lanzada en 2020. Desde entonces han depositado sus energías, tiempo y creatividad en la esperanza de construir un país más equitativo. Sus acciones van desde talleres, charlas y encuentros directos con la ciudadanía en las calles, instituciones educativas, centros comerciales, hasta hacer pedagogía en donde sea que una persona esté dispuesta a escuchar sobre paz.
Como su objetivo principal es articularse entre organizaciones de todo el país, dialogar y proponer proyectos macro en políticas públicas para la población joven, también realizaron 200 encuentros virtuales y 105 presenciales como ‘El poder de cambiar el rumbo’, celebrado el 2 de junio de 2022, como parte de los eventos de preparación para la presentación del Informe Final, espacio en el que los jóvenes tuvieron el micrófono para plantear ideas y argumentos sobre el país que quieren construir. Ahí, como en muchos otros escenarios, demostraron que, por medio del compromiso, el humor, el juego, el canto, el baile y el compañerismo se puede comunicar según la vivencia de cada uno de los territorios. No hay una estrategia única para la comunicación, pero en todos los casos, comunican desde el corazón porque las experiencias del conflicto han pasado por sus cuerpos e identidades.
Aunque la iniciativa Generación V+ se creó como un voluntariado, son conscientes de la importancia de reconocer el trabajo de todas y todos los jóvenes para asegurar la permanencia de las redes creadas y sus acciones para construir paz en todos los rincones de Colombia. “Esto es una labor que hemos estado haciendo desde el amor, desde el voluntariado en la mayoría de los casos, no ha sido algo remunerado y nos ha tocado poner para el transporte y la alimentación. Siento que deberían empezar a crearse fondos o bolsas para que como equipos territoriales de GV+ haya unos gastos para desplazamientos, para transporte, alojamiento, unos mínimos porque también se está desempeñando una labor y es importante valorar lo que cada uno aporta”, explica Sebastián Mutis, enlace en Nariño.
La Generación V+ construyó el informe ‘Juventudes por la verdad: sus apuestas por la paz y el legado de la Comisión’ que resume los tres ejes de la ruta de incidencia por sus más de 3.000 aliados: pedagogía, participación e incidencia política, arte y cultura. El propósito es seguir difundiendo los resultados de los informes, educar sobre cultura de paz, incidir en política a través de los mecanismos disponibles y crear nuevos cuando estos sean insuficientes. Todo esto a través de expresiones artísticas y culturales, el debate, el intercambio de saberes y el compromiso por seguir aprendiendo y construyendo un país en paz.
La verdad en la voz de la juventud
La Comisión de la Verdad gestionó espacios para que la juventud cuente su verdad sobre el conflicto armado. Esto derivó en la participación de 6.712 niñas, niños, adolescentes y jóvenes en los espacios de la Dirección de Diálogo Social, de los cuales 5.242 se dieron en medio de la Consulta Nacional por la Verdad, realizada entre el 1 y el 31 de octubre de 2021, siendo 4.569 participantes adolescentes y jóvenes entre los 13 y 28 años.
Francisco de Roux, presidente de la Comisión, Lucía González y otros comisionados han reiterado el papel esencial de las juventudes en todos los momentos de la verdad y les han hecho un llamado a abanderarse de la paz como su lucha: “El futuro no lo sabemos porque llevamos 60 años de guerra, son los jóvenes los que van a inventar ese futuro. Cojan esa pasión que siempre llevan para mostrarnos cómo hacer un país distinto. Invéntenselo. Ustedes pueden hacer el país que todos anhelamos pero que no sabemos cómo es, enséñennos a hacer el país que soñamos”, dijo de Roux, en el evento ‘El poder de cambiar el rumbo’.
Por su parte, la comisionada Lucía González resaltó el trabajo de la Comisión por dar el protagonismo a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes en todo el proceso de memoria y verdad: “Las juventudes han hecho un llamado al país sobre la importancia de reconocer las verdades del pasado y transformarlas en un presente y futuro lleno de oportunidades, en donde la diferencia no sea causa de fractura sino de encuentro y reencuentro. Las oportunidades que quieren los jóvenes sirven para edificar un futuro compartido que nos interpele a reconocer las heridas y cicatrices de la guerra y desde ahí construir los cimientos de la reconciliación”.
Miles de personas relataron a la Comisión sus experiencias en el conflicto siendo jóvenes. Sus testimonios se dieron en 2.500 entrevistas y 27 espacios de escucha y diálogo con niños, niñas y adolescentes. De estos encuentros surgieron más de 300 recomendaciones que están plasmadas en el capítulo ‘Hallazgos y recomendaciones’ del Informe Final.
Así mismo, los testimonios de la juventud también dieron vida al capítulo ‘No es un mal menor: niñas, niños y adolescentes en el conflicto armado’, en el que se relatan las resistencias, el protagonismo de esa población en la movilización social y las iniciativas artísticas y culturales que promueven en los territorios desde distintas organizaciones sociales o con la juntanza espontánea. Entre líneas se puede leer un discurso de cambio y esperanza, como en este testimonio de un joven de 19 años de San Vicente del Caguán, Caquetá, incluido en el volumen:
“Nacer en un país violento y crecer junto con el cambio y la mejora del conflicto nos debe mover a querer seguir avanzando en la búsqueda de una paz necesaria. Los jóvenes de este país tenemos el poder de cambiar el rumbo mediante el arte, la educación, el conocer y el sentir de la vida misma. Es necesario saber la verdad y aprender a reparar el daño para seguir avanzando en la construcción de un país libre y justo. Es indispensable que como jóvenes nos apropiemos de la historia de nuestros abuelos y padres, y participemos en el cambio”.
Diversas voces de la juventud hacen parte de todo el Informe Final. En el capítulo ‘La Colombia fuera de Colombia: las verdades del exilio’, por ejemplo, se encuentran las experiencias de segundas y terceras generaciones de jóvenes hijos de padres exiliados que heredaron sus historias de violencia. Además, se analizan los impactos de los jóvenes universitarios exiliados por estigmatizaciones y por salir a protestar en el paro nacional de 2021. Otro ejemplo es el capítulo ‘Mi cuerpo es la verdad: experiencias de mujeres y personas LGBTIQ+ en el conflicto armado colombiano’, que incluye testimonios y reflexiones sobre identidades de género diversas. Incluso, el volumen ‘Hasta la guerra tiene límites: violaciones de los derechos humanos, infracciones al derecho internacional humanitario y responsabilidades colectivas’ presenta un apartado específico sobre ejecuciones extrajudiciales o falsos positivos cuyas principales víctimas fueron jóvenes empobrecidos.
Aunque resulta difícil resumir las voces de una población tan diversa, los temas a los que se refieren los jóvenes entrevistados por la Comisión tienden a ser la participación política, el fortalecimiento de sus organizaciones, la inclusión de sus ideas en los espacios de decisión y la ausencia de oportunidades. En sus manifestaciones reconocen también la necesidad de la educación política en todos los grupos etarios para no estigmatizar las luchas de las juventudes; el diálogo, el respeto de la diversidad y la pluralidad son la columna vertebral de toda su movilización.
Los guardianes de la verdad
Los jóvenes GV+ seguirán trabajando por la paz, a pesar de que el mandato de la Comisión termine este 2022. “Aunque la Comisión acabe, desde GV+ nunca nos hemos visto como aliados sino como la misma Comisión de la Verdad. Sí, el mandato acaba, pero Generación V+ continúa, es decir que la misma comisión continúa”, dice Sebastián y todos sus compañeros expresan estar de acuerdo. Eylin Angarita, coordinadora del equipo en Boyacá, agrega: “Ahorita no es el Informe Final, es el informe inicial porque nuestro compromiso no es con la Comisión sino directamente con la paz”.
Además de tener presencia en todos los departamentos de Colombia, desde este año, la red cuenta ya con vínculos internacionales en las ciudades de Barcelona, París y Buenos Aires. Lejos de desaparecer, GV+ quiere seguir creciendo: “el panorama es un poco complicado porque la Comisión de la Verdad nos venía apoyando económicamente para realizar nuestras actividades de incidencia dentro de territorio, sin embargo, junto con todo el equipo nacional, hemos estado intentando gestionar con otras organizaciones tanto nacionales como internacionales para que pueda continuar este legado. Considero que la Generación V+ tiene un futuro demasiado grande”, asegura Eylin.
A esta preocupación se suma Kendrys Ruíz, líder enlace en Cesar, que a los retos económicos añade el factor del miedo por la persistencia del conflicto: “Yo creo que con el fin del mandato de la Comisión de la Verdad, la replicación de este informe con el trabajo de nosotros los jóvenes se va a dar de una manera más lenta (...) Eso también responde a las particularidades territoriales y con eso me refiero a que en el departamento del Cesar aún tenemos ese temor metido, aún existe ese silencio y ese miedo a hablar y a decir la verdad, la verdad que hemos vivido históricamente desde el conflicto. Hay muchas cosas por sanar aún y como jóvenes desde Generación V+ tenemos esa responsabilidad. Tenemos que encontrar la manera de restaurar”.
Esto hace parte de los “problemas estructurales'' a los que se refería Santiago: la falta de financiación para las iniciativas políticas juveniles y la falta de garantías para vivir la juventud desde un lugar diferente al miedo. “Una paz no adultocéntrica tiene que literalmente dejar de exterminar a la juventud”, dice.
Sobre esto, María Victoria Pérez, enlace en Caquetá de Generación V+ trae a la conversación el lamentable hecho ocurrido el pasado 3 de agosto en el municipio Puerto Rico de Caquetá, cuando un joven de 16 años fue asesinado por las disidencias de las extintas FARC cuando escapó del reclutamiento forzado por parte del mismo grupo: “Nosotros entendemos que es muy bonito compartir un mensaje de verdad, pero también sabemos que las cosas siguen sucediendo y es desesperanzador. Hay muchas víctimas todavía. Necesitamos no solamente aliados y compartir el mensaje sino llegar a territorios porque si no, las cosas van a seguir siendo iguales, la realidad de las ciudades no es la misma que desde los territorios”.
Sin embargo, los líderes de GV+ coinciden en que el gobierno electo tiene en sus manos una gran posibilidad de cambiar las violencias estructurales a las que se enfrentan los jóvenes. Sueñan un país que le cumpla a las víctimas y que dentro de la diversidad haya espacio para el diálogo entre actores sociales sin importar su edad. Eylin dice que ser joven es ser soñadora, por eso sueña con que su generación sea: “Los hijos de la guerra y padres de la paz”.
*Contenido creado en colaboración con la Fundación Pacifista.
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