“El empresario tiene que estar muy cerca de la comunidad, ese es el deber ser”: Josefina Agudelo
Josefina Agudelo, presidenta de TCC, y Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, hablaron de las medidas tomadas por la transportadora durante los retenes de las guerrillas y la persistencia de este sector para seguir generando empleo.
En el encuentro ‘Una conversación para el futuro, empresa y verdad del conflicto armado’, realizado el 27 de agosto, Josefina Agudelo, presidenta corporativa del Grupo Logístico TCC, y Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, compartieron las dificultades por las que atravesó este sector, que cubría las zonas más apartadas del país, a causa del accionar de las guerrillas y las razones para no cerrar las puertas a pesar del constante asedio.
Agudelo es administradora de empresas de la Universidad EAFIT. A lo largo de su carrera ha estado dedicada a la empresa familiar TCC que sus padres, Rosalba Trujillo y Jorge Agudelo fundaron en 1968 en Bogotá. Entre 1985 y 1991 fue gerente general de TCC, luego, en 2008, asumió la presidencia de TCC y en el 2016 llegó a la corporativa del Grupo Logístico TCC.
La piratería terrestre o delincuencia común fue de las primeras problemáticas que enfrentó la empresa. Después, entre los 80 y 90, los retenes de la guerrilla se volvieron una amenaza en las diferentes vías, ante lo cual se tomaron tres medidas claves. “Mi padre estableció con su equipo tres estrategias: los principios filosóficos de no entregar dinero ante los secuestros o la retención de tractomulas; los puntos de inteligencia en los que una moto pasaba antes por la vía y comunicaba al conductor si era seguro pasar o no y las colaboración con las autoridades que nos apoyaban con algunos datos”, contó Agudelo.
La empresaria señaló que TCC, en ese periodo de violencia e inseguridad, nunca cedió ante las extorsiones: “Nos mantuvimos en que no íbamos a dar un peso para contribuir a la guerra y no vamos a pagar rescate por las personas. Si en ese momento éramos 2.500 colabores, dónde terminaríamos si llegábamos a ceder. No íbamos a dar dinero ni por los mismos integrantes de la familia ante un posible secuestro”.
Estas políticas de la empresa la llevaron a convertirse en objetivo militar de la guerrilla, afectando sus bienes materiales, pero nunca la vida de sus empleados. Aquellos que fueron secuestrados, lograron su libertad sin que se entregara dinero por su rescate. “Nuestra estrategia de dilación, que consistía en decirle a la guerrilla que no matara a la gente del pueblo que ellos mismo decían defender, el no tener ningún logo pegado en las tractomulas y los operativos del Ejército nos ayudó a que nuestros conductores recuperaran su libertad”, manifestó.
Además, Agudelo agregó: “En una ocasión secuestraron a tres de nuestros conductores y a uno de ellos lo liberaron después. Cuando estuvo en libertad y lo iban a llevar a su hogar, decidió que se devolvía al monte. Volvió para quedarse con los otros dos compañeros, porque él decía que si los mataban mientras él estaba libre, no tendría vida”.
“Ustedes no se dejaron echar para atrás ante las dificultades. Es muy interesante que se haya logrado expandir el coraje de la empresa a los trabajadores. Ustedes son ejemplo de cómo construir un país y un futuro”, dijo el presidente de la Comisión, ante la superación de múltiples adversidades por parte de la empresa y sus empleados.
Los bienes materiales, los vehículos que transitaban por las diferentes carreteras del país, fueron los más afectados. “Nos quemaron 11 tractomulas cuando en total teníamos 70. Menos mal, el gobierno consiguió unas pólizas que respondían por siniestros ocasionados por las tomas de la guerrilla y eso ayudó a que la afectación patrimonial no fuera tan alta”, añadió Agudelo.
“Nunca contemplamos llevar las inversiones y sedes corporativas para otra parte. Teníamos la intención de seguir construyendo país, porque sin el que produce y da empleo, entonces quién iba a dar la pelea. Decíamos cómo le vamos a entregar el país a quienes no están trabajando sino destruyendo”, contó la empresaria.
A pesar de los riesgos, uno de los proyectos sociales de TCC, liderado por Rosalba Trujillo, fue una unidad de salud móvil que brindaba atención en servicios básicos a la población. Esta unidad llegaba a los territorios más vulnerables: Ciénaga (Magdalena), barrios de Barrancabermeja, las comunas de Medellín, Ciudad Bolívar en Bogotá, entre otros destinos. La motivación de quienes acompañaban la unidad era no quedarle mal a la gente, “más allá de la filantropía, era parte del deber ser de una empresa”, dijo Agudelo sobre ese proyecto.
En cuanto a esta labor social que construyó vínculos de confianza entre las comunidades y a la decisión de no entregar dinero para la guerra, De Roux reconoció la audacia y la generosidad de estas medidas. “Esto genera confianza y eso es lo que en economía se llama capital social. Una población que cree en sí misma (...) Los compañeros jesuitas sabemos lo que estaba pasando, las confrontaciones en estos lugares apartados, y en medio de todo lo impresionante es que acá hay una muestra de que al país hay que mantenerlo unido”. También que es un ejemplo hacia el futuro y ahora que la Comisión piensa en propuestas para la no repetición, eso puede ser de gran ayuda.
Como reflexiones finales, Agudelo indicó que “es muy valioso que se conozcan estas historias y mostrar que podemos hacer de este país uno con bienestar económico y que echemos en el olvido eso de que toca eliminar a unos para ser felices. Tenemos que convivir todos”.
Esta conversación fue la quinta de una serie de encuentros entre sectores empresariales y la Comisión de la Verdad. Los objetivos de estas charlas son: entender los impactos del conflicto armado en la economía y el empresariado, los aprendizajes y experiencias para adaptarse a contextos del conflicto armado y el papel de las empresas en la construcción del futuro.
Vea aquí la charla en su totalidad ↓↓
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