“Escuchar nos hace ser testigos y ser testigo es una forma de ser sobreviviente”
El 28 de agosto tuvo lugar un espacio de reflexión en torno al valor de la escucha profunda como columna del mandato de la Comisión, colaboradores de distintas partes del país y compartieron sus reflexiones y experiencias en torno a la labor de escuchar.
El sábado 28 de agosto tuvo lugar un espacio de reflexión en torno a la escucha profunda. Un reto que la comisión de la verdad ha asumido desde el principio de su mandato y que hoy se consolida como la columna vertebral de gran parte de su labor. Equipos de los diferentes territorios se dieron cita para encontrarse en cada una de las experiencias compartidas. Con el ejercicio de escucha amplia, plural e incluyente la Comisión de la Verdad da alcance a los objetivos de su mandato.
“Escuchar transforma, así podríamos titular el informe final de la Comisión. Desde los primeros testimonios que tomó la Comisión, tuvimos la claridad que no solo pasamos la mente por la convicción, sino por la experiencia. Se podría decir que esa escucha empezó mucho antes que la Comisión. Empezó cuando las víctimas dijeron no al mandato de silencio impuesto por la guerra: no hables, no cuentes, ten cuidado con lo que dices o simplemente quedarse sin palabras, porque todas las palabras salieron asustadas frente al horror de lo vivido”, expresó el comisionado Carlos Martín Beristain en la apertura del espacio.
Lograr un relato comprensible y completo sobre el conflicto es una tarea que implica largas horas de escucha, recorridos extensos y condiciones que hacen que la relación con el territorio y sus verdades se fortalezca aún más, así como lo dijo Juliana Bossa, analista de transcripción SIM: “La escucha es un tejido imparable de voluntades, de deseos, de sueños, de seguir construyendo una nación desde cualquier punto geográfico del país, desde cualquier lugar de posición política y desde cualquier experiencia”.
Una de las principales reflexiones que surgió del espacio, sin duda es una que hoy es más que pertinente y urgente en Colombia. Escuchar es recibir los distintos puntos de vista con disposición y respeto, es escuchar, reconocer, no juzgar y comprender el relato plural; estos aspectos marcan la ruta para garantizar una explicación incluyente de los hechos atroces que las generaciones pasadas y presentes han afrontado y buscar con este relato que nunca más se repitan.
“Una escucha que interpela la historia personal de construcción de ciudadanía y valores como la solidaridad y el compromiso por el camino a construir. Los acuerdos de paz nos traen a un escenario donde pasado, presente y futuro confluyen y nos convocan a realizar la compleja tarea de hacer una narrativa para el país. Desde el enfoque psicosocial de la Comisión, esto es entendido como una oportunidad única, en tanto existe un presente en el cual es posible reconfigurar las identidades de la guerra, vivir referentes nuevos o distintos a los que se operaron en el marco del conflicto, pero reconociendo su existencia y la magnitud del impacto humano ocasionado”, concluyó Olga Lucía Acevedo, integrante del equipo de enfoque psicosocial de la Comisión tras hacer una observación de la labor que se realiza.
La escucha y lo que implica su ejercicio fueron protagonistas y las más de 25.000 personas escuchadas tuvieron representación en las diferentes experiencias de quienes los escucharon y compartieron en este espacio. Cada uno de los relatos son testimonial de lo que ha ocurrido en el país y que no se debe olvidar, tal como lo describió el comisionado Carlos Martín Beristain en su relato: “La identificación con el otro es una dimensión muy importante es esa energía de la empatía, pero también duele, nos hace ser testigos y ser testigo es una forma de ser sobreviviente, de haber vuelto con la víctima al escenario del horror y regresar desde allí y nunca, se regresa del todo.”
Además de las reflexiones sobre lo que significa la escucha, los participantes hicieron referencia a la trayectoria e influencia de comisionados como Alfredo Molano y Angela Salazar; quienes a lo largo de su trayectoria ratificaron la escucha como el ejercicio de ponerse en los zapatos del otro y entenderse desde la diferencia “hacer honor a las enseñanzas de Molano y su legado, implica confiar en que él como comisionado marcó esta impronta en nuestro andar. En los territorios procuramos revivir en cada paso, esta frase con la que Alfredo nos animó para comenzar: la Comisión debe pasar por donde la guerra lo hizo”, recordó Alejandra Pérez de la territorial Meta, al referirse a la influencia que tuvo el comisionado Molano en los equipos con los cuales trabajó.
“Angela Salazar decía: la gente tiene conocimiento, trátela con respeto y sepa que ellas saben lo que les pasó, saben mejor que usted lo que ocurrió y si alguien sabe lo que pasó en los territorios de este país son las mujeres; quienes han tenido que cargar sobre sus hombros familias enteras, después de que les han arrebatado a sus compañeros, a sus papás”, compartió Alejandra Coll, integrante del equipo de trabajo de género de la Comisión y además explicó: “Escuchar a las mujeres en los territorios implica conocer y entender que sus condiciones de vida son distintas, las labores de cuidado que a ellas les corresponden, implica que la Comisión se adapte a ellas y no al contrario, ese es uno de los grandes retos, que ellas en medio de un mundo tan desigual pudieran sentirse en un espacio cómodo y dominado por ellas, porque esa era su historia”.
Además de escuchar a personas de diferentes grupos, etnias o en diferentes lugares, el equipo de entrevistas especiales tiene la tarea de entrevistar personas de un contexto diferente, tal como mencionó Andrés Celis, integrante de este equipo: “Nuestro ejercicio fue escuchar a quienes hacen la guerra, la han vivido y la siguen viviendo. También hemos escuchado a terceros civiles, quienes por ocasión del conflicto armado hicieron parte de él de forma directa o indirecta. Muchos de ellos nos han abierto la puerta a una dimensión que, hasta ahora, antes de la Comisión, había sido muy poco explorada y es su condición humana. Aquí se abre un reto que nos posibilita conocer el entorno familiar, a partir de esto es que surge una de las principales reflexiones: es que más allá de entender las lógicas de la guerra y el por qué de esa guerra, entendimos parte de las motivaciones. La escucha arrojó que estas motivaciones no siempre son políticas o económicas”.
A la par de esta escucha que se hace desde otros lugares, el papel transformador del arte y la práctica cultural y artística en el territorio y sus diferentes formas son actor fundamental para llegar al sentir popular. Yudeisy Díaz, coordinadora de estrategia de arte y cultura habló al respecto con ejemplos de situaciones donde el arte se convierte en salvador: “Un pueblito sin puesto de salud, pero con muchos efectivos militares y varios grupos ilegales instalados en el territorio, con una escuela multinivel que funciona a media marcha porque hoy, el conflicto armado no deja que funcione como debe funcionar. Con una partera, un abuelo, un médico tradicional “atendiendo” cualquier mal. Con un artista o un gestor cultural, o un loco como se reconocen ellos mismos, sin saber que están haciendo gestión cultural, sencillamente están arrancándole los pelaos a la guerra a punta de arte o de cocina tradicional o de contar cuentos o de lo que ellos saben hacer”.
El camino apenas inicia y la escucha es la principal forma de recorrerlo. Escuchar implica desentrañar los secretos, los recuerdos y los sueños que yacen en los territorios. Es entendernos como seres humanos en la historia que vivió el otro. Para las organizaciones que apoyan los diferentes procesos de la comisión, las entidades y sus diferentes representantes la escucha profunda es el motor para construir el informe final. Sin el valor de esta labor y sin el ejercicio de la misma sería imposible narrar lo que pasó.
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