“Estoy levantando la voz por esas mujeres que están en silencio porque el Estado no quiere escucharlas”
Relato de una mujer se convirtió en líder de la visibilización de las violencias sexuales en el conflicto, años después de ser violada por las Águilas Negras.
“Hoy estoy aquí para contarles que me siento triste por recordar cómo fue el 5 de agosto de 2005…
Yo vivía con mis pequeños hijos en el corregimiento de Cuatro Vientos, Cesar. Como la situación económica estaba tan por el cielo, decidimos regresar al corregimiento La Palmita donde vivía mi hija mayor.
Tomamos una mula carbonera por falta de dinero, yo me encontraba en estado de embarazo de mi último bebé, llegamos a las 9.30 de la noche, no se me olvida esa bendita hora.
Nos bajamos en la esquina del cementerio, allí estaban cuatro hombres todos vestidos de negro y con un águila en el frente de la camiseta, vieron que yo iba rumbo a la casa de mi hija. Me abordaron y me dijeron que me acompañaban, yo me negué y ellos se enojaron.
Uno de ellos me sostuvo fuertemente del brazo y me llevó a un lugar montañoso detrás del cementerio. Me usaron hasta que se cansaron, me bañaron con semen hasta que me hicieron perder mi bebé.
Cuando llegaron los otros señores amigos de ellos me golpearon tanto… yo gritaba que: ¿Por qué me hacían esto? no comprendía el porqué si yo era una mujer sencilla, madre de seis niñas y un hombrecito.
Yo salí a buscar un mejor porvenir para mi familia, pero miren lo que encontré… después de ese hecho perdí a mi pareja, perdí a mi bebé, tuve lesiones personales, infecciones de transmisión sexual…
En el hospital de Codazzi (Cesar) conocí una mujer que me cambió la vida. Le conté mi historia y la de muchas mujeres del corregimiento de la Palmita y la Jagua de Ibirico, Cesar. Ese día supe que yo no era responsable de lo que me pasó y que tenía que romper el silencio, ahí empezó mi liderazgo. Esa mujer y yo, unidas, hemos podido ayudar a otras mujeres, ella es como un ángel de la guarda que apareció en nuestras vidas.
El día 3 de marzo de 2016 me armé de valor y decidí denunciar. A mí me pasó ese hecho tan denigrante, pero no pudo conmigo. Me puse la camiseta y dije: “Estoy aquí levantando la voz por esas mujeres que hoy están en silencio porque el Estado no quiere escucharlas, porque supuestamente eso ya pasó y les dicen: vuelva el viernes o el lunes, los funcionarios están en reunión…”
Este es un mensaje para la comunidad en general, para que así tengamos una vida diferente y digna, porque nosotras las mujeres merecemos respeto y que esto no se vuelva a repetir”.
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