La democracia en Boyacá y Cundinamarca en tiempos de paz
Entre 1938 y 2018, en Colombia se contabilizaron 432.494 víctimas a las que se atribuye como variable dentro del móvil de ocurrencia la diferencia política.
En el marco de las actividades de diálogo social, dentro de la estrategia ‘Sacar las armas de la vida política’, la Comisión de la Verdad realizó el espacio de escucha ‘Democracia en tiempos de paz: entender la política desde la diferencia’. El objetivo de este espacio de escucha, fue analizar desde el aspecto político la validación y respeto por la diferencia en procura de la convivencia democrática y la no repetición del conflicto armado que ha trascendido a lo largo del tiempo en nuestro país y que en esta oportunidad tenía como epicentro los departamentos de Cundinamarca y Boyacá.
Entre los participantes estuvieron Marta Ruiz, comisionada de la Comisión de la Verdad; Myriam Criado Rojas, coordinadora de la territorial Cundinamarca y Boyacá de la Comisión de la Verdad; María Emma Wills, politóloga y docente de la Universidad de Los Andes; Angélica Gómez López, vocera nacional de la Comisión de género y empoderamiento de las mujeres del Partido Alianza Verde; Marcos León Calarcá, representante a la cámara del Partido Farc; Gabriel Riaño, defensor de derechos humanos y miembro del Partido Polo Democrático, y David Pabón Jiménez, miembro del Partido de la Unidad.
Durante sus intervenciones, el representante del Partido Farc, Marco León Calarcá, fue enfático en afirmar que “el problema que tenemos en este país es que no hemos logrado superar ese conflicto en la cabeza. Nosotros como partido político venimos de una guerrilla la cual es consecuencia de unas violencias que aparentemente se terminaron y donde se dieron procesos de dejación de armas y compromisos que desafortunadamente no se cumplieron”.
De acuerdo con Calarcá, esta situación no ha permitido que haya un avance de un proceso real de reconciliación. “Cuatro años después de la firma del Acuerdo de Paz que construimos en La Habana, todavía nos consideran a los que estuvimos en la guerrilla de las Farc como enemigos, todavía se nos estigmatiza y no se abre el espacio de la reconciliación, ni siquiera a través de la verdad”, agregó el representante político.
Mientras tanto, David Pabón Jiménez, miembro del Partido de la Unidad, señaló que la guerra y el conflicto armado se han dado desde hace décadas y se siguen viviendo en diferentes regiones de Boyacá. “Desde el tiempo de nuestros abuelos hemos vivido la violencia, por ejemplo a mi abuelo, que era liberal, fue asesinado por los conservadores y en eso influye mucho la presencia del Estado y la opresión del Estado lo que ha hecho que el pueblo se alce en armas, por eso digo que el conflicto viene de mucho tiempo atrás. Para nadie es un secreto que en Boyacá todavía se vive en una guerra y la gente no puede hablar mucho porque lo pueden asesinar o amenazar a la familia. Boyacá continuamente se encuentra en guerra, ya que los grupos armados pasan de frontera a frontera y se meten a las ciudades, pero todo mundo lo calla por miedo y ese miedo y espacios como este son importantes para dar a conocer esta situación y no callar más”, señaló Pabón.
De otra parte, Angélica Gómez López del Partido Alianza Verde, recordó los hechos de violencia que se presentaron a causa del narcotráfico, el paramilitarismo y los grupos armados que azotó a Cundinamarca en la década de los ochenta y noventa.
“Cundinamarca fue protagonista en el conflicto armado por su posición estratégica, y geográfica, por su cercanía a Bogotá y además que colinda con Boyacá, Tolima, Meta y Caldas. En nuestro departamento tuvimos a comienzos de 1.980 16 frentes de las Farc lo que también fortaleció la presencia de grupos paramilitares que fueron fortalecidos por el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, quienes no solo alteraban en el orden público con masacres y hechos victimizantes sino que además afectó la participación política”, aseveró Gómez López, quien dejó claro que a partir de ese momento la participación política en ese territorio ha disminuido, ya que aquellos que quieran ejercer la política y pensar diferente corren riesgo de morir.
“Debido a la presencia fuerte del paramilitarismo y otros grupos armados en ciertos territorios la posibilidad de participación política es mínima y más en las mujeres y esto se debe también a la ausencia de Estado que hemos tenido desde ese entonces. Lo que debemos hacer es construir desde las diferencias, porque esa es la democracia y democracia es permitir opinar siendo distintos sin que nuestra vida corra riesgo por eso”, afirmó.
Como conclusión del espacio los participantes coincidieron en que para construir un territorio de verdadera paz es necesario reconocer que la vida es sagrada y que se deben respetar por las diferentes ideologías, sin distingos de religión, raza o afinidad política.
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