La masacre invisible de San Pedro de Urabá
Hace 20 años un grupo de campesinos del corregimiento del Alto San Juan fueron asesinados por las FARC-EP. La comunidad sigue luchando para que se reconozca este hecho que partió su historia, los desplazó y los empobreció.
Hacia las 5 de la mañana del 25 de abril de 2001 la población del corregimiento del Alto San Juan (San Pedro de Urabá), al norte del Urabá antioqueño, advirtió la presencia de un grupo de guerrilleros. Alrededor de esa hora integrantes de las FARC-EP arribaron a la casa de Santander Velásquez, líder de la Junta de Acción Comunal de la vereda La Rula, y se lo llevaron. Horas más tarde lo mataron junto a dos campesinos de la región: Albeiro Funieles González y Guillermo González Fajardo.
Con esa acción —cuentan los pobladores de San Pedro de Urabá— comenzó la historia de una masacre que marcó sus vidas. Decenas de familias se desplazaron, abandonando la tierra y los animales que les permitían sobrevivir. Veredas completas desaparecieron. El hambre, la pobreza, el miedo y la desconfianza, se instalaron en San Pedro de Urabá.
No hay claridad sobre el número de víctimas de este hecho, pero la comunidad asegura que un grupo de campesinos, que nada tenían que ver con el conflicto armado, perdieron la vida allí. Entre las víctimas están también José Manuel Hoyos Contreras, Guillermo Enrique Sevilla Díaz y Luis Gregorio Díaz. Los pobladores dicen, además, que la guerrilla se llevó ganado, cerdos y gallinas; y que ingresaron a algunas casas destruyendo o robándose todo a su paso.
Veinte años después, los pobladores continúan luchando para ser reconocidos como víctimas de una masacre que cambió para siempre la historia de su pueblo: el campo dejó ser el principal medio de subsistencia, las comunidades se desintegraron, los procesos organizativos se vieron afectados porque nadie se atrevía a asumir los liderazgos.
Para ese momento grupos paramilitares controlaban casi por completo San Pedro de Urabá; habían instalado allí campos de entrenamiento y cultivos de coca. Mientras el paramilitarismo expandía su dominio, la antigua guerrilla de las FARC-EP intentaba retomar, a sangre y fuego, esos territorios que habían ocupado en el pasado. En ese plan de retoma territorial, la peor parte la padeció la población civil: eran señalados de auxiliar o pertenecer al grupo rival, quedaron en medio de las confrontaciones armadas, sufrieron la desaparición y el asesinato de sus vecinos, quedaron confinados en el municipio por temor a convertirse en víctimas de cualquiera de los bandos, tuvieron que cambiar sus formas de supervivencia.
La comunidad de San Pedro de Urabá tiene muchas preguntas alrededor de esta masacre. Durante el último año un grupo de víctimas ha trabajado con la territorial Urabá de la Comisión de la Verdad para reconstruir los hechos y las afectaciones, y poner en orden sus demandas de verdad. Al mismo tiempo la Comisión de la Verdad está trabajando con firmantes del Acuerdo de Paz de las FARC-EP para responder a esas preguntas y reconocer los impactos de este hecho.
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