”La verdad en Colombia necesita del testimonio de todos”: Francisco de Roux
Palabras del presidente de la Comisión de la Verdad durante la rendición de cuentas del primer semestre de 2020.
Amigos y amigas, y primero ustedes, víctimas de todos los lados, jóvenes que de niños fueron metidos en la guerra, mujeres abusadas y violadas, empresarios y comerciantes secuestrados y extorsionados; campesinas y campesinos desplazados, indígenas sacados de sus resguardos, negros obligados a dejar sus comunidades, soldados sin piernas, sin manos y ciegos, madres que buscan a sus hijos desaparecidos, mamás de falsos positivos, familiares y amigos de políticos de todos los partidos asesinados, sobrevivientes del genocidio de la Unión Patriótica. Hijas de policías que se llevaron a la selva y nunca volvieron, exguerrilleros a quienes les mataron hermanos y hermanas y han visto asesinar a sus compañeros que dejaron las armas, organizaciones de derechos humanos y de juntas de acción comunal cuyos líderes fueron masacrados; comunidades de fe y tradiciones religiosas huérfanas de orientadores espirituales asesinados, mujeres y hombres y trans de las asociaciones LGBTI torturadas y eliminadas. Jóvenes de Bogotá, Cali, Samaniego, Nariño, Bajo Cauca, Pacífico y Catatumbo profundos, que enterraron recientemente a sus compañeras y compañeros, miles de colombianos y colombianas en el exilio por causa del conflicto armado interno, todas y todos.
Gracias por acompañarnos en esta rendición de cuentas que es primero para ustedes.
Embajadora de Bélgica, Jana Sikmundova, gracias por estar presente con sus palabras. Gracias a toda la comunidad internacional con la que vamos a reunirnos esta tarde y a las organizaciones de Naciones Unidas, y a la Embajada de Suiza que hace dos días nos permitió un encuentro del Sistema con las empresas de su país en Colombia. Gracias General Javier Ayala comandante del CCOET por su presencia en este acto. Gracias Patricia Linares presidenta de la JEP, y a Luz Marina Monzón, directora de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas por su voluntad de ir juntos, en sistema, complementando y enriqueciendo el camino de la transición.
Y gracias a quienes se unen particularmente desde las 27 regiones y ciudades y desde las comunidades étnicas de todo el país.
Estamos ante ustedes para dar cuenta de la tarea que se nos ha encomendado y que hemos mantenido vigente en medio del COVID-19.
Vivimos un momento grande para la verdad. Aunque seguimos recibiendo ataques de quienes no conocen el cuidado de la comisión por escuchar a todas las voces, contrastar lo puntos de vista, llegar a todos los rincones; lo cierto es que estamos sintiendo la fuerza con la que la búsqueda de la verdad emerge y prevalece.
Cada vez más nos adentramos en un tiempo de oportunidad en el que contribuir al esclarecimiento de la verdad con el testimonio de víctimas o con el reconocimiento de responsabilidades, se convierte en honor de reputación; sea usted mujer violada, niño llevado a la guerra, guerrillero que secuestró, soldado que hizo un falso positivo o empresario que pagó a paramilitares. Este es el tiempo en el que la sociedad se abre a la verdad, para desde allí comprender, valorar la audacia, acoger, y si es posible, dar paso a la reconciliación.
Nadie debería perder esta oportunidad.
Lo estamos viviendo en la determinación del partido de la rosa o Partido Farc. Dieron el paso a dejar de lado la palabra retención y reconocer el secuestro con toda la barbarie que conlleva: el infierno para los secuestrados, la destrucción de la libertad, la intimidad, la dignidad. Pidieron perdón. Un perdón que tiene la autenticidad de quien reconoce públicamente que se han destruido a sí mismos: “con el secuestro herimos de muerte nuestra legitimidad y nuestra dignidad”, dijeron.
Y han procedido a reconocer que sí llevaron niños, muchos niños a la guerra. Y han dicho que se abren a todas las verdades y a aceptar todas las responsabilidades.
La Comisión de la Verdad y las entidades que formamos el Sistema Integral basado en la Verdad, hemos trabajado por crear las condiciones para que esta ventana de oportunidad pasajera, de lugar al acontecimiento de la manifestación de la verdad sanadora.
Pero si bien es nuestra responsabilidad crear las condiciones, no podemos comprometernos a que la verdad sincera y el reconocimiento de los responsables aparezca. Eso siempre será un impredecible de la libertad humana. Como lo es, mucho más, el perdón de las víctimas, a quienes debemos acogida y profundo respeto.
Si algo hemos aprendido, es que el perdón jamás puede ser manipulado, jamás puede ser utilizado para legitimación política. Estamos ante lo sagrado de seres humanos destruidos y desaparecidos y su dignidad no tiene precio, no puede feriarse o cambiarse por nada.
Un momento significativo para generar condiciones para que se dé como un milagro y como una gracia el reconocimiento, lo experimentamos en el dialogo que tuvo Ingrid Betancourt con la comisión. Su testimonio, desde lo hondo humano, directa y respetuosa, sin odios y sin miedos, contribuyó a la toma de conciencia de todos los que hoy están en la paz y fueron del secretariado de las FARC en armas.
También estamos viviendo esta ventana de oportunidad que acoge la verdad, cuando los paramilitares piden llegar a la Comisión de la Verdad. Y en este escenario, la Comisión invita hoy, públicamente, a los jefes de las autodefensas y paramilitares a presentarse para contribuir con la verdad histórica, moral y política, y para dignificar a quienes fueron sus víctimas. Rodrigo Tovar Pupo, Salvatore Mancuso, Carlos Mario Jiménez, Héctor Germán Buitrago, Carlos Antonio Moreno Tuberquia y otros. Hemos recibido sus mensajes, con algunos de ustedes hemos empezado la escucha, los esperamos a todos. Las víctimas de Colombia les esperan. La Comisión les ofrece la plataforma estatal para convertir lo que fue una desgracia en la posibilidad de ser parte en la construcción del país que se merecen los niños y niñas, sus nietos, y los jóvenes de Colombia.
Dentro del régimen de condicionalidad ponemos de nuestra parte todo lo indispensable para que los comparecientes ante la JEP que, en criterio de la Comisión, están en condiciones de aportar a la verdad total que las víctimas esperan y el país necesita, lleguen lo antes posible a la Comisión.
También debo decirlo, las Fuerzas Militares del Colombia se han puesto en esta tarea de la verdad. Nos han entregado volúmenes de estudio como el reciente tomo de ‘Aletheia’, y esto ha dado lugar a conversaciones cada vez más de fondo sobre la realidad que dio lugar a la compresión de las víctimas de crímenes de lesa humanidad y de DIH al interior de las personas y familias del ejército, la armada, la aviación y la policía; y nos ha permitido adéntranos en el análisis de las muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate, que tanto dolor carga sobre las madres de los falsos positivos, y nos pone en el camino de despejar la realidad del paramilitarismo con todas sus conexiones.
Esperamos que nos entreguen la totalidad de la información reservada que la Comisión necesita y que es un derecho insoslayable de las víctimas. Queremos resaltar este escenario de conversación y análisis franco, sincero, crítico, respetuoso, seguro de la libertad que emerge de la verdad.
Queremos ante esta disposición creciente en el país de enfrentar la verdad, agradecer la actitud de algunos empresarios, a la ANDI y la Cámara de Comercio de Bogotá y de otras ciudades por su apertura a diálogos que están abiertos. Pero necesitamos mucho más. El empresariado en los diversos niveles que lo conforman tiene una tarea inmensa en la paz de Colombia. Ustedes decidieron correr riesgos en este país, ustedes han perseverado a pesar de las dificultades, no se han ido, ustedes planifican a largo plazo a 30 y 40 años, no tienen el cortoplacismo de la mayoría de las decisiones de los políticos.
Muchas de las iniciativas de inversión fueron afectadas por la incertidumbre, la extorsión y el secuestro, y en algunos casos el asesinato de directivos y técnicos. Hubo quienes de manera seria se vieron involucrados por distintas razones en el pago a grupos armados, autodefensas y paramilitares. La verdad en Colombia necesita del testimonio de todos. Este es el momento propicio para recoger estas historias y dignificar a las víctimas. Sin la voz de importantes empresas y grupos empresariales será incompleta la explicación que necesita el país.
Lo mismo vale decir para los líderes espirituales, los periodistas, las empresas de comunicación, las universidades.
En las últimas semanas, en medio de la Pandemia, hemos recibido el impacto de la victimización en el campo de la salud, el sufrimiento de los trabajadores y trabajadoras en su dedicación, el efecto conmovedor hasta el extremo, y los análisis de la Comisión y de un grupo de aliados sobre el tema.
Hemos participado en el dolor de los secuestrados del kilómetro 18, en el acto tenido en el Templete de Cali. Y la voz de dos centenares de organizaciones y comunidades.
Hemos recibido aportes llenos de inspiración de los artistas y de la cultura y de los jóvenes.
Hemos participado, el pasado sábado, en el Encuentro Internacional de la Paz, para decir allí que lo sagrado no son las instituciones, ninguna, ni las empresas. Que el Estado existe para proteger la vida en todos los sentidos; y la vida con dignidad en las personas, que es eso lo que lo legitima y lo carga de autoridad. Que los soldados y policías son grandes cuando entregan la vida por proteger a cada ciudadana y ciudadano, y más cuando se trata de personas cuya dignidad igual no entienden grupos que se creen con más derechos porque tienen propiedades o títulos. Lo más grande de los soldados y políticas es cuando dan la vida por un habitante de los barrios populares, por un campesino, por una indígena, por una niña negra. Eso es lo que hace legítima a sus instituciones que son tan importantes para el país.
El COVID-19 nos enseñó que, ante una crisis extraordinaria, los ciudadanos y ciudadanas, los empresarios, los educadores, las iglesias y sobre todo los gobiernos, estaban dispuestos a tomar medidas extraordinarias. La pandemia del conflicto armado colombiano es mucho más profunda y ha causado muchísimas más víctimas que el COVID-19 y requiere ya cambios extraordinarios. No podemos esperar 20 años cuando hay que encontrar una solución urgente e implementar mejorados y acrecentados los acuerdos de La Habana. El Plan Marshall en Europa se hizo en 4 años, y en dos años se ha querido tener la vacuna del virus. La pandemia del conflicto armado colombiano tiene que resolverse pronto.
En el día de ayer, después de considerar la calidad de personas de gran valor que se presentaron a la convocatoria para elegir a un nuevo comisionado o comisionada, y teniendo presente el legado y el mensaje que nos dejaron Ángela Salazar y Alfredo Molano, y sopesadas todos desafíos y tareas del último año de la comisión y las inmensas expectativas que se ciernen sobre nosotros, y con sincero agradecimiento sobre todo con la mujeres que se ofrecieron a esta tarea, el Pleno de la comisión, de manera unánime, eligió a Leyner Palacios, desde el corazón del Pacífico, de las comunidades negras, y de todas las víctimas de Colombia, como nuevo comisionado.
Felicito a Leyner y lo invito a que se dirija a todos ustedes.
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