“La violencia sexual por cuenta del conflicto armado era un tabú. No se hablaba de este delito”: lideresa del Pacífico
La Comisión y el Movimiento por la Paz (MPDL) se unen para escuchar a las víctimas de violencia sexual.
“Hoy me estoy haciendo un homenaje a mí misma. Desde lo que me hicieron, no me había vuelto a poner un vestido”, dijo una de las mujeres víctimas poniéndose de pie y recibiendo el aplauso de sesenta de las asistentes en el encuentro sobre Conflicto Armado y Violencia Sexual, realizado en Cartagena el pasado 22 de noviembre.
Según el Observatorio de Memoria y Conflicto, en Colombia hay registradas 15.738 víctimas de violencia sexual entre 1958 y 2018. Pero los casos apenas empiezan a documentarse y denunciarse.
“Empezamos una lucha. La violencia sexual por cuenta del conflicto armado era un tabú. No se hablaba de este delito. Los secretarios de gobierno nos decían que si había algún ‘casito’ era porque las mujeres se lo habían buscado, porque eran unas ‘brinconas’, nos decían. Empezamos a demostrar que no era así. Éramos niñas”, dijo una de las lideresas que acudieron de las regiones del Pacífico y El Caribe.
El muralismo es una de las herramientas narrativas para motivar la expresión de las víctimas. También ha ayudado a socializar en los territorios la existencia de este delito.
“Mi mural se llama ‘Si las montañas de los Montes de María hablaran’. Detrás de eso hay mucho dolor, de la sangre que corrió. En ese palo de caucho me enterraron viva y sobreviví para contar esta historia, para que nunca más se repita. Nunca más”, cuenta una mujer del municipio de San Onofre, Sucre.
“Estamos hablando. Y esperamos que poco a poco otras mujeres también hablen de la violencia sexual que vivieron. Ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) queremos que se le dé el valor y el sentido al daño causado y que quienes se sometan a la JEP reconozcan este delito. Y en cuanto a la Comisión de la Verdad, esperamos la visibilización y relevancia de estos hechos y sus atrocidades cometidos contra el cuerpo de nosotras”, dijo Ana Isabel Vergara, quien junto a treinta mujeres en El Guamo, Bolívar, conforman la Asociación de Mujeres Víctimas con Visión.
La comisionada Alejandra Miller explicó: “El objetivo es llegar al análisis de las formas en que se repitieron o diferenciaron comportamientos y dar cuenta de los patrones de violencia y la victimización. No solo es conocer lo que pasó, sino explicar las razones”.
Las comisionadas Alejandra Miller, Ángela Salazar y Marta Ruiz presentaron el enfoque de género, étnico y territorial para trabajar con víctimas y escucharon las experiencias, aprendizajes y recomendaciones de las participantes, para que el proceso de documentación de testimonios de las mujeres sea “una experiencia transformadora”.
Dunia Fajardo, de la Ruta Pacífica en el Caribe, señaló que “La verdad de las mujeres no se limita al registro de los hechos. No es solo un listado de hechos horribles, también es la comprensión de cómo lo vivieron las mujeres, cómo lo sufrieron y cómo afrontaron esas situaciones de violencia en el marco del conflicto armado”.
Para Fajardo, a pesar del horror, que apenas ahora empieza a conocerse, también es necesario mostrarle al país las formas de afrontar estos delitos de lesa humanidad a partir de redes de apoyo colectivo. No obstante, hizo la salvedad, es necesario adelantar procesos de acompañamiento integral.
Impactos de la violencia sexual
Es bonito bañarse. Pero cada vez que me baño es una tortura para mí. Me cuesta bañarme: mujer víctima de violencia sexual.
Julia Cogollo, del Movimiento por la Paz, presentó los impactos diferenciados del conflicto armado en mujeres y niñas. En los casos que ha asesorado como responsable del componente de Género y Derechos Humanos de MPDL Colombia, encontró que las mujeres tienen cicatrices graves en sus cuerpos. Muchas necesitan cirugías para reconstruir sus senos, sus genitales y sus rostros, donde quedaron las secuelas de las agresiones que recibieron.
Hay impactos físicos, como la pérdida del útero; trastornos psicóticos y efectos sociales, como el aislamiento, y afectaciones en la vida comunitaria y familiar, así como en la lesión a las culturas de mujeres negras e indígenas.
“El cuerpo de las mujeres no puede volver a ser un territorio de despojo, un territorio de guerra. Como Comisión, queremos contribuir a develar y revelar la violencia sexual de las mujeres, que solo se logrará escuchando la voz y el corazón de las mujeres”, dijo la comisionada Marta Ruiz, quien también llamó a habilitar un diálogo que active la imaginación social, para generar una oportunidad de convivencia y no repetición.
La intención es que a trevés de procesos de esclarecimiento y reconocimiento, el país conozca lo que ha pasado en la vida de las mujeres víctimas de violencia sexual. Que se abarque desde elementos cotidianos que transformaron su mirada, su posibilidad de hablar, de salir a la calle, de darse un baño sin dolor, hasta la pérdida de sus derechos y participación social y política.
La Comisión de la Verdad contará con mujeres líderes que tienen experiencia en el acompañamiento psicosocial de las mujeres víctimas, quienes serán entrenadas para ser documentadoras comunitarias de casos de violencia sexual, como parte del esclarecimiento de la verdad del conflicto armado en Colombia.
Aprendizajes y recomendaciones
La documentación es uno de los primeros pasos para que la víctima inicie la ruta de atención de su caso. Varias organizaciones sociales en el Caribe y el Pacífico se han capacitado para prestar un servicio de acompañamiento, basado en una red de apoyo comunitario.
Cuando escuché a otras mujeres, supe que no era la única y me animé a contar mi historia. Llevo mis siete cicatrices y la de muchas mujeres víctimas de violencia sexual": líder de San Onofre.
En el panel “Documentación como estrategia transformadora”, representantes de experiencias de Cauca, Tumaco, Urabá, Buenaventura, Bolívar y Bogotá sugirieron a la Comisión de la Verdad que implemente una estrategia de registro de historias, liderada por mujeres que ya hayan pasado por tratamientos psicosociales comunitarios y que puedan brindar la confianza a las víctimas.
Entre otras propuestas, dijeron: “Tómense su tiempo en la toma de testimonios y tómense el tiempo que la víctima requiera. Por favor, escúchennos sin interrupción y con nuestro propio lenguaje”.
Lograr llegar a la verdad necesita de la construcción de confianza y empatía a partir de procesos de acercamiento. Por ello, las organizaciones participantes, como el Proceso de Comunidades Negras y Afrodes, consideraron fundamental que mujeres negras documenten los casos de mujeres negras.
Además, se recibieron aportes para adoptar protocolos de seguridad físicos y emocionales, que se tenga en cuenta el análisis del contexto territorial y que se contemple un proceso de respuesta para el acceso a derechos y la reconstrucción de los proyectos de vida individual y colectiva.
“Cerramos con broche de oro con la propuesta de un gran encuentro de reconocimiento el próximo 8 de marzo de 2019. Ese es el gran sueño: que un día haya una gran plaza llena de gente que escuche estas historias, gente encalambrada, para que ese día su corazón le cambie”, dijo Julia Cogollo, del Movimiento por la Paz.
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