Los planchones del río Sinú
Por las aguas del río Sinú, en Montería, navegan embarcaciones artesanales que transportan a los habitantes de una orilla a otra. Estas mismas aguas llevan consigo la historia de décadas de conflicto armado.
Los planchones de Montería son embarcaciones mecánicas que funcionan sin motor ya que obtienen su movimiento de las corrientes del río Sinú. La dirección se la da un trabajador que utiliza las guayas para atravesar el río. En estos vehículos habitantes y turistas viajan de orilla a orilla por un valor de 600 pesos.
El Sinú es uno de los tres ríos más importantes de Córdoba, pasa por 17 municipios en un recorrido total de 415 kilómetros. Conecta de sur a norte a la ciudad de Montería, allí ha adquirido mayor relevancia debido las fallas del transporte público convencional.
Córdoba siempre ha basado buena parte de su economía en la ganadería. En sus inicios como departamento los planchones fueron el medio de transporte utilizado para pasar ganado y otros animales de un lado al otro del río. En el diseño de estas embarcaciones se evidencia la semejanza a un corral.
Cada planchón tiene un nombre y un diseño que lo hace único. Con el tiempo estos vehículos artesanales han conectado su imagen con la identidad de la ciudad de Montería, y han provisto al río Sinú, a la avenida primera y al malecón un aire turístico.
Sin embargo, la historia del río Sinú también está marcada por el conflicto. Su cauce empieza en el Nudo de Paramillo, una zona estratégica para los grupos armados, ya que desde allí se accede a Antioquia, Urabá, Chocó, el sur de Bolívar y la costa Atlántica. A finales de los años setenta llegaron las Farc por el golfo de Morrosquillo, posteriormente a la zona también llegaron los paramilitares Fidel y Carlos Castaño. Las aguas del Sinú también han sido un corredor para transportar droga.
La riqueza del río Sinú, su ecosistema de ríos y ciénagas, ha sido también territorio de disputa. En 2001 el líder indígena Kimy Pernía, que defendía los recursos hídricos del departamento, fue secuestrado. “Más de 80 balsas con indígenas de los ríos Verde y Sinú atravesaron la represa de Urrá para protestar por su desaparición”, según el portal Rutas del Conflicto. Seis años después se conoció que Carlos Castaño había ordenado el asesinato de Kimy y su sepultamiento en una fosa común en el Nudo de Paramillo. Después Salvatore Mancuso ordenó desenterrarlo y arrojar su cadáver a las aguas del río Sinú.
A pesar de la historia de violencia que corre por sus aguas, el río Sinú sigue siendo fuente de vida, de trabajo y de esperanza para las comunidades ribereñas. Los planchones que navegan lentamente por sus aguas también son una posibilidad de sustento económico para sus propietarios y un servicio de bajo costo para los monterianos. Actualmente 49 planchones se mueven a lo largo del río Sinú, distribuidos en Tierralta, Montería, Cereté, San Pelayo, Cotorra, Lorica y San Bernardo del Viento.
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