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Comisión de la Verdad

“Los retos de la democracia nunca han sido tan duros”

El pasado 4 de marzo, el sociólogo Boaventura de Sousa y Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, conversaron en la Universidad Javeriana sobre democracia, paz y los peligros que las acechan. Compartimos la transcripción completa.

CONVERSATORIO | March 20 de 2019

“Los retos de la democracia nunca han sido tan duros”

En el marco de la llegada de Boaventura de Sousa como nuevo miembro del consejo asesor de la Comisión de la Verdad, y como Lección Inaugural de la Maestría en Estudios Internacionales, la Universidad Javeriana de Bogotá fue el escenario del conversatorio ‘Verdad y democracia: la construcción de nuevas ciudadanías’. Esta es la transcripción completa de la conversación que el sociólogo portugués sostuvo con Francisco de Roux, presidente de la Comisión.

Boaventura de Sousa

Quiero comenzar por decir que el problema que tenemos hoy en día es que las democracias, muchas veces, pueden morir democráticamente. Porque a veces eligen a líderes fascistas y anti demócratas. Y también mueren porque no dejamos participar a quienes quieren participar en los sistemas democráticos.

Este tema de la democracia depende totalmente de la idea de realidad. ¿Por qué? Porque sin hechos reales no hay democracia. La democracia está hecha de hechos, de percepciones y de opiniones. De esa manera, si la realidad se puede manejar como uno quiera, la democracia también se puede manipular.

Entonces, el problema es saber si aún existe una democracia o si es otra cosa que todavía no podemos nombrar. Si democracia se define democracia como deliberación, soberanía popular, si democracia es la voluntad del pueblo, entonces en muchos países la democracia no existe hoy en día. Entonces, ¿Qué democracia es esta? Yo acostumbro a decir que esto es una  “democracia de baja intensidad”. Y que la lucha es la de crear una democracia de “alta intensidad”.

Es aquí donde la búsqueda de la verdad es fundamental para construir democracias sólidas, consistentes y duraderas. Necesitamos ver lo que la verdad no es. Para ver cómo podemos combatir, y fortalecer lo que verdaderamente es una búsqueda de verdad para poder construir nuestras democracias.

Hay tres modos de producción de ignorancia en nuestra sociedad que son hostiles a la democracia.

La primera, es la que llamo “ignorancia arrogante”. Yo he escrito, en muchas ocasiones, que todo sistema de conocimientos es un sistema de desconocimientos. Porque cuando nosotros los profesores enseñamos en la universidad, no podemos imaginar que nuestros estudiantes son una “tabula rasa”. Que no tiene ningún conocimiento. Al contrario, hay conocimientos de sus familias, de las redes sociales, de todo.

Hay muchos conocimientos además del conocimiento que enseñamos en la universidad. Por eso, siempre debemos tener presente este “no conocimiento” que producimos al producir conocimiento.

Hay un gran filósofo del siglo XV, Nicolás de Cusa que escribió un libro fabuloso que recomendaría a todos: De Docta Ignorantia. Es decir: “la ignorancia esclarecida”. Es de saber que cuanto más sabemos, más sabemos que no sabemos. Es una cosa socrática que Cusa lleva a un nivel más sofisticado y que sirve para entender lo que pasa en nuestro tiempo. Cusa escribió esto hace siglos pero aún es muy verdadero.

Este sistema de conocimientos es un sistema de desconocimientos. Sistema que muchas veces es arrogante porque nosotros pensamos que el conocimiento que enseñamos en las universidades es el único válido y que el otro conocimiento, no universitario, no es válido. Hay otros conocimientos que no son universitarios y que también son válidos. Para otros tipos de actividad, para otros criterios de validez que tenemos que  también debemos considerar.

Desde el siglo XVII, entendemos que hay un solo tipo de conocimiento válido que es la ciencia moderna. Que además, en ese entonces, tuvo que eliminar otros tipos de conocimiento: la filosofía y la teología. Dos disciplinas que, hasta el siglo XIX, tuvieron que luchar contra la ciencia y perdieron.

Hoy en día, nuestras universidades son sobre todo universidades donde se estudia la ciencia moderna. Yo soy un científico social y por eso aprecio mucho la ciencia. Pero la ciencia tiene un problema. No porque no sea válida, sino que quiere ser la única verdad válida. Y esto es un problema porque obliga a volver “ignorancia” a todo aquello que no coincide con su verdad.

Voy a darles ejemplos que demuestran cómo hay diferentes verdades. Inclusive desde acá, desde las aulas de clase. El primer caso, le sucedió a una estudiante mía cuando estaba aquí, haciendo un proyecto de investigación. Una indígena colombiana, que en este momento está refugiada en Canadá.

En ese entonces, era mi estudiante en la Universidad de los Andes, o en la Nacional, no me acuerdo. Ella estaba era en la clase de derecho. Era una de las pocas arhuacas que estaba cursando la carrera de derecho. Entonces, el profesor de derecho civil, explicaba que la tierra es un bien inmóvil y que obviamente es objeto de propiedad y que hay títulos individuales de propiedad que son legítimos y que el propietario puede disponer de la tierra como quiera.

Esta estudiante, levantó el brazo y dijo: “Profesor, en mi comunidad la tierra no nos pertenece. Nosotros pertenecemos a la Tierra. Por eso no podemos disponer de la tierra para nada”.

El profesor miró a la estudiante y contestó: “Mira yo aquí estoy enseñando el código civil y no me interesa para nada los conocimientos de tu comunidad.”

La estudiante llegó a mi oficina llorando y diciendo: “Profesor, lo que considera mi comunidad sobre la tierra ¿no es verdad? ¿Es mentira?”

Yo le respondí “No. Es verdad. Tu comunidad tiene razón. Tú perteneces a tu tierra, a tu territorio. No puedes disponer de él. Aquí hay dos verdades. La eurocéntrica, la verdad de la universidad. Y hay una verdad intercultural, la de tu comunidad, la de los pueblos indígenas de este país que tiene otro concepto de la tierra y territorio. Porque es la Pachamama, es la tierra madre. De donde vienen todos los seres vivientes, la fuente de vida. No podemos comprar y vender la fuente de vida. Porque es la fuente de vida es la fuente de todo, es indisponible.”

Y le digo: “Tú vas a ser mejor que tu profesor, porque vas a conocer el concepto de propiedad occidental, porque quieres ser una abogada. Pero por favor no vayas a perder tu concepto de propiedad de tu comunidad. Porque solo así puedes defender a tu comunidad y su lucha por el territorio. Hay dos verdades.”

El profesor al negar la posibilidad de una segunda verdad, estaba creando de una manera arrogante, ignorancia. Transformando a esta estudiante arhuaca en una ignorante.

Este es un caso que simboliza muchos otros. En la universidad, nosotros enseñamos el conocimiento de los vencedores. Enseñamos el conocimiento de los vencedores, no la de los vencidos. Enseñamos la historia de los vencedores, nunca la de los vencidos. Por eso hay que descolonizar la Universidad. Es una tarea tenaz, en Europa, acá, en África y en Asia.

Otro ejemplo, en una ciudad europea. Había una comunidad gitana, del pueblo rom, que el día de las elecciones municipales, llegaron a las mesas de votos unas en un grupo de 50, 60 personas para votar en conjunto. Y dicen: “Nosotros somos un pueblo que deliberamos colectivamente cuál es nuestro candidato. Y por eso no tiene sentido votar individualmente. Nuestro voto es colectivo”.

La señora de la mesa del voto se quedó perpleja. ¿Cómo podría aceptar un voto colectivo? La democracia representativa que conocemos no conoce esto del voto colectivo. Aquí esta otra forma en que esta gente estaba votando de una manera legítima para su cultura. Pero para la cultura esta ciudad Europea, la dominante, era completamente extraño. Algo que no se podía reconocer, parecía  un fraude.

Recientemente, hubo un caso de este tipo en Bolivia. Un caso que se salvó porque el presidente del tribunal electoral conocía y había estudiado justicia intercultural.

En unas elecciones recientes, una gran comunidad indígena votó 99.99 a favor de un candidato. El partido de la oposición presentó una queja, una denuncia al tribunal electoral de Bolivia. Veían esto como un fraude. No creían que fuera posible que en una comunidad el 99.9% votará por la misma persona. Entonces, el  presidente del tribunal electoral envió al personal del tribunal a estudiar el caso. Así, supieron que la comunidad pasó cuatro días de deliberación para decidir cuál era el mejor candidato. Y finalmente, decidieron por un mismo candidato. Es decir, lo que parecía un fraude desde el punto de vista occidental de la democracia representativa, había sido un ejercicio democrático fuerte. Porque nosotros no pasamos cuatro días pensando cómo vamos a votar. Nosotros decidimos en un minuto, una hora.

Entonces, nuestras sociedades, muchas veces no están preparadas para para reconocer verdades interculturales. Porque tienen miedo de que las verdad intercultural puedan hacer peligrar la naturaleza del Estado. Porque el Estado es monocultural. El Estado que nosotros tenemos en el continente americano, como en África, es una herencia directa del estado colonial. Todo el estado ha sido creado con la idea de un estado, un derecho, una educación, unas fuerzas armadas, una ley, etc. Esta idea de unicidad es muy propia del Estado.

Por eso hay tantos problemas para crear estados plurinacionales. Vean lo que está pasando en España, una crisis brutal. En mi juicio, causada por un problema de la identidad nacional española que aún no está resuelta.

Entonces, esta primera ignorancia arrogante de no reconocer otras realidades hace que la realidad sufrir a la democracia. Porque la gente que quisiera participar, no participa en sus propios términos.

La democracia incluye de una manera excluyente. También, ese es el sistema de nuestra educación. Incluimos de una manera excluyente ¿Por qué? Porque reservamos para nosotros los criterios de inclusión. Si los criterios de inclusión son incluyentes, la inclusión es excluyente. Aquí hay mucho que hacer.

La segunda forma de ignorancia, es la que llamo: la “ignorancia indolente”, perezosa. Es una ignorancia que se establece, sobre todo, en procesos como este que se va a vivir en Colombia. Y con el que voy a participar desde la Comisión de la verdad. Es ¿Hasta qué punto vamos a saber la verdad de todo lo que pasó?

Cuando decimos que la verdad está en las víctimas, es porque optamos por las consecuencias. No por la verdad de las cosas. Es entonces, que tenemos que saber qué tipo de verdad queremos.

Aquí hay muchas perplejidades, porque la verdad no es el único valor que queremos impulsar. Porque el valor primordial es la paz, la reconciliación, un modo de convivencia nuevo.

¿Cómo se va a relacionar la verdad con la necesidad de paz?

Me gusta que nuestra moderadora, Carolina, hable de los conceptos de reconciliación y justicia.

En Suráfrica en el proceso de transición después del apartheid. La palabra justicia no existía. Verdad y reconciliación sí. De hecho, esto hace parte de los problemas que viven hoy en día. Porque se intentó la paz, se intentó la reconciliación pero no se intentó la justicia.

Allá, el 3% de la población es blanca, y es dueña del 97% de la tierra cultivada en Sudáfrica. No se tocó la cuestión de la tierra. Una parte importante del apartheid.  El post-apartheid no tocó la cuestión de la tierra. ¿Por qué? ¿Porque no la tocó? ¿Por qué era la más dolorosa de las causas? No de la verdad, sino de las consecuencias. De la marginalidad de las poblaciones negras. De la discriminación del apartheid como sistema social, del hecho que la mayoría de la población no tenga acceso a las tierras

Claro que no vamos a decir que Nelson Mandela no fue el gran líder del siglo XX, porque si lo fue. Fue un hombre que todos nosotros admiramos. Pero sabemos que hubo negociaciones. Negociaciones que en parte tuvieron esta consecuencia: “Si ustedes quiere resolver el problema de la tierra, va a haber guerra. Si quieren paz, no toquen la tierra.”

Y en Sudáfrica finalmente se está discutiendo sobre la tierra. Con las revueltas y la protesta social, ahora el  Estado está en una crisis brutal. Por eso, el nuevo presidente, Ramaphosa, decidió que hacer una nueva ley de tierra que no sea la que estaba en la constitución del 76.

El problema de las tierras no es solo muy difícil de resolver en Suráfrica. Obviamente, también lo es en Colombia, en Brasil, y en todos los países que salieron del colonialismo europeo.

Tenemos aquí una ignorancia que es indolente. Porque queremos resolver un problema sin condiciones reales para la paz. Y así, la paz no puede sobrevivir. El conflicto vuelve,  la lucha vuelve, las muertes vuelven.

Entonces, hay un desafío para vencer la ignorancia indolente. Hay que ser menos perezosos. Pero ¿cuál es el precio? El precio es quizás más conflicto social. Pero nosotros estamos hartos de un conflicto social. Nosotros estamos en un supuesto posconflicto. 

Pero ¿por qué matan tantos líderes? Y todos sobre problemas del territorio. No es aquí en Bogotá que los están matando. Los están matando donde la tierra es más importante.

Finalmente, hay una tercera ignorancia. Esta es la ignorancia que yo llamo: “malévola”, intencional, las fake news. Esta es quizá la más tenaz como potencial destructora de la democracia.

Como ustedes saben, yo vivó parte del año en EE.UU. en Madison-Wisconsin. Y en los 35 años que llevo allá, he visto la evolución de los fake news. Especialmente, como fueron preparados en los EEUU de una manera muy sofisticada, muy científica.

En este momento, la distopía de George Orwell que todos conocen, 1984, es un proyecto científico del MIT. En este momento, en el MIT, una gran universidad norteamericana, hay muchos estudios para manipular la opinión de la gente. Técnicamente, científicamente con estudios publicados en las mejores revistas de habla inglesa.

Claro, gran parte de estos estudios fueron hechos para la sociedad de consumo. Por ejemplo, si te gusta el rojo. Entonces, debo saber dónde el rojo coincide con otras cosas para que todo lo que sea rojo, subliminalmente o directamente, se te presente para que tú lo compres. Y si tu no lo compras, hay estudios de “segunda generación” que estudian ¿Por qué en este caso no compraste? ¿Por qué no fuiste por el rojo? Algo pasó y eso no es arbitrario. Es decir, 1984 como un proyecto científico.

Por ejemplo, los casos de Cambridge Analytica que Inicialmente estudios eran para la sociedad de consumo resultaron siendo usados para el marketing político. El marketing político es el gran cliente de este tipo de sistemas. Una alianza entre big data y los algoritmos. Nosotros tenemos que estudiar los algoritmos, porque los algoritmos, que no son inocentes de ninguna manera, son una manera de distorsionar, de manera invisible, la opinión pública.

Lo estudios más recientes de gente como Roger McNamee, algo así como el tutor de Mark Zuckerberg, han descrito como Facebook se ha convertido en un instrumento que va a destruir la democracia. Es duro, para todos nosotros. “¿Qué es esto? ¿En mi bolsillo? ¿La destrucción de la democracia? Yo que soy un demócrata. No puede ser. Algo debe estar errado.” Claro que no está hablando de ustedes. Está hablando del uso masivo de los big data y los estructuras de preferencias que el algoritmo produce.

Cathy O’ Neil escribió Armas de destrucción matemática, donde dice que tenemos enemigos fuertes en estos tipos de ignorancia. Formas de la ignorancia, que a mi juicio,  están siendo articuladas y producidas incesantemente. La ignorancia se produce activamente. Es una producción activa de no conocimiento.

Son las fábricas del miedo, del odio y de la mentira. Por eso nosotros tendremos que luchar contra el odio. El miedo es, básicamente, la transformación del adversario en enemigo. Con el adversario, yo dialogo. Con el enemigo, yo mato, destruyo.

La fábrica del miedo es la fábrica que mata la esperanza. Que te dice que no hay esperanza, que es así, que no puede ser de otra manera, que vamos a vivir siempre así, con toda la injusticia, sufrimiento y tantas muertes de inocentes.

Otro gran filósofo, Baruch Spinoza nos ha dicho, en el siglo XVII, que nosotros necesitamos de dos sentimientos. Y de un cierto equilibrio entre los dos: el miedo y la esperanza.

Sin miedo nos suicidamos, no hacemos nada. Y obviamente, con solo la esperanza nos convertiríamos en locos, en voluntaristas locos.

Las fábricas del odio están es haciendo que tengamos miedo. Para que gran parte de la población del mundo tenga solamente miedo y que una pequeña parte, tan solo el 1%, tenga solo esperanza.

Por eso les digo que los retos de la democracia nunca han sido tan duros. Por eso, nunca ha sido tan importante luchar por la democracia.

Siempre  que vengo a Colombia, veo tanto sufrimiento, tanta lucha, tanto atropello a la democracia, al mismo tiempo, tanta voluntad de hacer crecer, de animar esta democracia de Colombia. Y en esta lucha estoy también. Y estoy con ustedes. Me alegra tenerte aquí a la juventud porque son esperanza.

Francisco De Roux

En el que creo es su último libro, Boaventura nos invita a luchar a la radicalización de la democracia, a una democracia de “alta intensidad” que ponga en primer plano la dignidad humana y la protección de la naturaleza que nos importa tanto a nosotros.

Yo quisiera colgarme de las palabras de Boaventura, y hacer algunas consideraciones sobre la Comisión de la Verdad en la que Boaventura es ahora parte del consejo asesor.

La Comisión de la Verdad, junto a La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la unidad para encontrar a los desaparecidos, que se ven atacadas, creo yo, por las fake news. Somos una entidad absolutamente autónoma. No dependemos de la presidencia de la república como sí depende el Centro de Memoria Histórica, no dependemos del Congreso de Colombia con todas sus complicaciones y no dependemos de la rama judicial. No dependemos de nadie. Dependemos tan solo de la financiación del gobierno y eso es algo complicado. Ya hemos tenido un recorte del 40%, pero fuera de eso, somos autónomos.

Es importante recalcar que nosotros no somos una ONG de Derechos Humanos, somo una institución constitucional, nosotros no somos un grupo de oposición, no estamos contra nadie. Ni contra el Gobierno, ni contra un partido político, ni contra los ex combatientes de las FARC, ni contra el ejército, ni contra los empresarios.

Estamos en contra de las fake news, estamos en contra de la mentira, del miedo, de los silencios cómplices. En eso estamos cuando luchamos en esta tarea complicadísima de acercarnos a la verdad.

Boaventura comenzó hablando sobre el asesinato de líderes, haciendo alusión a las 82 que han sido asesinados este año.  Esa es parte de nuestros desafíos en este momento. Porque la comisión de la verdad que debe trabajar por el esclarecimiento de lo que pasó en el conflicto. Por el reconocimiento de la dignidad ciudadana de las víctimas, convertidas en ciudadanos por la democracia y el reconocimiento de responsabilidades. Debe trabajar por la convivencia en los territorios, por la reconciliación, y la no repetición.

Pero nos encontramos con que las cosas se siguen repitiendo. Estaba yo en el Catatumbo y en Cúcuta, hace tres días, con el comisionado Saúl Franco. Y una de las cosas que me impresionó, es el grito de las comunidades pidiendo la protección de sus líderes. Un lugar donde el conflicto es mucho mayor del que tenías ante de la paz. Y también en ese clamor de las comunidades al gobierno de Colombia para que se reinicie la mesa de negociación con el ELN y que o haga también con el EPL. Porque ellos saben que mientras haya mesas de diálogo, aunque no se consiga la paz, se disminuye el asesinato de las personas.

Pero yo quiero entrar en las consideraciones que Boaventura hacia sobre verdad y realidad porque es un punto crucial para nosotros en la Comisión.

Quisiera comenzar por compartir un ejemplo, que a mí me pareció muy iluminador. Encontramos a una señora campesina en su rancho. Que nos dijo:

“¿Se han fijado en el pequeño cuarto medio destruido que está acá afuera del rancho? ¿Dónde los campesinos guardaban los granos y poníamos las herramientas? Cuando yo sentí la explosión, inmediatamente pensé en mi niño de 11 años. Tuve que salir y esperar a que el fuego y el calor se acabarán. Para entrar y saber que pasaba en el pequeño cuarto. Cuando logre entrar, allí estaba mi hijo. Allí estaba Mi niño de 11 años. Estaba reventado contra las paredes. Pegados sus pedazos de cuerpo y de sangre por todas las paredes. Fui, con mucho dolor y con lágrimas, y traje un platón y comencé a recoger a mi niño de las paredes. Y a recoger en el platón todo lo que pude recobrar de mi niño”.

Y se quedó en silencio un rato. Y dijo: “Yo quiero que me digan la verdad. Yo quiero que el gobierno me diga la verdad. ¿Por qué mandaron a esos señores aquí en esta vereda donde todos los campesinos vivíamos en paz? O si no, ¿Quién vino? ¿Quién dejó esa granada en el patio de nuestro rancho? ¿Quiénes les dieron la orden? ¿Qué intereses los movían? ¿Qué propósitos tenían sobre nuestras tierras? Yo quiero que me digan la verdad.”

El ejemplo que es tan doloroso, pero es uno de miles de ejemplos que hay en Colombia, muestra una cosa que es impresionante.

Boaventura ha estado hablando de cosas que nos interesan mucho. Y sus reflexiones me hacen pensar en un artículo que leí en la última revista, Études, de los jesuitas de Francia que hablaba sobre la “de-realización” epistemológica. Es decir, esa tendencia que tenemos de separarnos completamente de la realidad. La realidad ya no importa. Salgamos de la realidad. La realidad no cuenta. Lo que cuenta es que tú tengas un discurso capaz de movilizar a las masas. Suficientemente coherente. Capaz de mostrarle a la gente las amenazas que tienen y generar miedo. Y poder decir: “síganme a mí que yo puedo garantizarles a ustedes la seguridad”. Eso es lo que importa. Y ese discurso no tiene nada que ver con la realidad.  Ese discurso funciona, ese discurso paga. Paga tanto que pone el presidente de Brasil. Tanto paga que con ese mensaje Trump llegó a la presidencia. Tanto paga que se ganó el Brexit en Inglaterra. Tanto paga que nosotros lo hemos vivido en Colombia.

Esto crea un problema muy complicado. A corto plazo paga. Pero a largo plazo crea generalización de la desconfianza. Total. Porque si no hay realidad, no hay mentira. La mentira es siempre es una elaboración consciente para engañar a otro a sabiendas que la realidad es distinta. Pero si no hay realidad, entonces todos somos mentirosos o no existe la mentira. Y tampoco, entonces, existe la corrupción que es la manipulación de la realidad para sacar ventajas políticas o económicas en contra de lo que económicamente o políticamente esté ocurriendo.

No podemos negar que ahí están los niños ciegos por las minas antipersonales, están las madres de Soacha, reclamando a sus hijos víctimas de los falsos positivos, están los soldados sin piernas, o los guerrilleros sin brazos que los vemos por todas partes. Están los pueblos bombardeados y sus ruinas. Es una realidad que ¿Quién la puede negar? Ahí está.

La Comisión tiene como tarea, antes que nada, de pararse en la realidad de las víctimas. Tan profundamente sufrida. Está la multitud errante de los desplazados. Hay 400.000 entre Bogotá y Soacha. Aquí los tenemos. Como tenemos, en este momento, la realidad de los venezolanos por nuestras calles.

Después de que esta señora nos pone en esta realidad tremenda de su niño en el balde y nos dice: “Yo quiero que me digan la verdad”.

Boaventura se estaba refiriendo a las causas, a la justicia. Y es ahí donde viene el problema complejo. La verdad es otra cosa, la verdad es tratar de comprender, explicar. Pero ¿cómo explicar? ¿Cómo poder decir realmente lo que pasó? ¿Qué orígenes tiene eso que está ocurriendo?, ¿Por qué lo hicieron? ¿Quiénes dieron las órdenes para que actuaran de esa manera? ¿Por qué nosotros nos teníamos que ver involucrados tan tremenda? Uno podría querer escaparse y no querer decirlo, pero esa realidad brutal está allí presente.

Somos nosotros mismos, los colombianos con ocho millones y medio de víctimas. Eso no lo hay en otra parte de américa latina. Y yo creo que en muy pocas partes del mundo.

Aquí es donde tenemos un desafío descomunal. Por su puesto, que al emprender ese camino hacia la realidad, procuramos acercarnos lo más posible a los sobrevivientes. Es que ellos son los más cercanos a lo que sucedió.

Pero también tenemos que ir hacia atrás, a las causas históricas, a las razones políticas y económicas, a las razones culturales. Ese es el camino a la verdad. Que por supuesto es un camino de nunca acabar. Porque hay muchas versiones. Muchas maneras de explicarlo. Y siempre el esfuerzo es cómo llegar a las explicaciones más verosímiles. Este es el gran desafío que nosotros tenemos.

Ahora, hay otro elemento que yo quisiera poner sobre el tapete. Y que tiene que ver mucho con los sentimientos. Al final Boaventura se refería a Spinoza para hablar del problema de los sentimientos.

Nosotros, todos los que estamos aquí, somos partícipes en Colombia de lo que en las ciencias sociales se conoce como el “El trauma social y cultural”.  Y nosotros lo vivimos profundamente. ¡Todos! Lo pasamos a través de whatsapp todos los días. ¿En qué consiste eso? En sociedades que han sufrido profundamente y de manera muy generalizado el impacto de la violencia.

Es muy difícil encontrar familias que no hayan sufrido, en la misma familia, o en su vecindario, el golpe del secuestro, de la masacre, de la desaparición, del asesinato violento en Colombia. O lo han sufrido en el trabajo con sus compañeros, en su vereda, en su vecindario.

Esa la primera parte que origina el trauma social. Una violencia que tocó todos los estratos de la sociedad. Claro, para los campesinos, los negros, y los indígenas, fueron la muerte y el desplazamiento forzado. Mientras que para las clases altas fue, sobre todo, el secuestro y la extorsión. Pero tocó todas las partes de la sociedad.

Pero el trauma aparece, cuando aparecen los discursos políticos fuertes capaces de dominar el espacio de lo público. De controlar el espacio de lo público con elaboraciones sobre ese trauma. Y con esas elaboraciones controlar a la sociedad. Sobre todo cuando esos discursos son absolutamente opuestos el uno del otro, excluyentes, y cargados del golpe original del dolor y la violencia.

En todas partes, el golpe de la violencia ha producido en nosotros, inmediatamente, sentimientos de rabia, de indignación, e incluso de venganza.

Pero cuando los líderes políticos y montan un discurso para manipular esos sentimientos de dolor, de venganza y pasan a través de la televisión, de las columnas de los periódicos, e inclusive en las predicaciones de los curas, esos sentimientos nos cogen y escapar de esos sentimientos es muy difícil.  No podemos aceptar que el otro sea parte y la capacidad de exclusión se hace hondísima. “O ustedes o nosotros. Pero acá no cabemos todos.”

En ese sentido, a mí me parece que lo que hizo el Papa Francisco con nosotros fue muy valiosos. Estuvo cuatro días con nosotros tratando de sacarnos de la polarización en la que estábamos. Pero de esos cuatro días dedicó uno entero a estar solo con las víctimas. A los obispos les dijo una cosa: “Dejen de seguir dando normas para este pueblo a ver si a base de normas los sacan de la violencia. Pongan sus manos en el cuerpo ensangrentado de su pueblo. Entonces entenderán.”

Ese es el gran desafío que nosotros tenemos. No va a ser fácil. La Comisión de la Verdad para tratar de explicar lo que ha pasado, para bajar a las causas de fondo, vamos a tener contradicciones muy difíciles, con muchos puntos de vista. Avanzar a la democracia solo se puede con el coraje, de hasta donde sea posible la verdad, avanzar hacia allá. Ayudar a que este país “enrostre” las verdades que nunca ha tenido el coraje de “enrostrar”. Tenemos un mandato que nos obliga a eso

¿Cuál fue el efecto del conflicto sobre la democracia? ¿Cuál es el efecto del narcotráfico sobre nuestras instituciones y sobre la guerra? ¿Cuál es el efecto del paramilitarismo sobre nuestras instituciones y las luchas armadas que produjeron tanto dolor? ¿Qué fue lo que pasó y por qué sobre las víctimas más frágiles?

Para esto nos sirvió mucho habernos sentado una semana con los afrocolombianos, los negros de Colombia, que nos llenaron de su experiencia venida desde cuando llegan aquí como esclavos. Y otra semana con los indígenas de Colombia, que ayudaron a comprender muchas de las cosas que nos decía Boaventura. Respecto a la manera en cómo conciben su sociedad.  Y nos metieron en sus rituales porque con ellos se conversa sino desde la sacralidad.

Bienvenido a la comisión de la verdad y ojalá nos ayudes con ayudes como ayudas a la juventud.

Moredadora: Carolina Cepeda

Yo me tomo la palabra para hacer una pregunta. Aquí estamos los convencidos. Los que creemos que hay que construir un consenso. Creemos que la justicia es necesaria, creemos que la verdad es fundamental. Pero ¿Qué pasa con estos que están afuera? ¿Qué pasa con los que no se enteraron y si se enteraron dijeron “por allá no me aparezco nunca”

Y como ciudadanos convencidos y comprometidos con una serie de procesos políticos, ¿Cómo creen que debemos actuar en nuestra vida cotidiana?

Francisco De Roux

Quisiera hablar de la justicia.

Está claro que una de nuestras tareas es la convivencia en los territorios. Por supuesto la convivencia trae a colación unos elementos éticos muy importantes: el buen vivir en los territorios, la búsqueda de felicidad entre la gente, la posibilidad de compartir con los otros a pesar de que pesamos distintos, a construir en la diferencia. Y tú misma, Carolina, nos has invitado a luchar por la construcción en la diferencia.

Pero está otro elemento que es el elemento de la justicia y nosotros también tenemos que luchar por eso. Y es que la justicia implica todas aquellas cosas por las cuales tenemos que luchar o si no, no habrá vida con dignidad entre nosotros.

Son las cosas que si no hacemos, fracturamos el propio sentido de nuestras vidas. Las cosas que no podemos dejar pasar. Como lo es el asesinato de líderes en Colombia. De lo contrario, no tenemos cara de ser ciudadanos. ¿Cómo es posible que tengamos un Estado que protege a las empresas, como protege Hidroituango, y no puede proteger a su gente? Que valen mucho más cualquier niño de Colombia que una empresa. Una empresa es un negocio. Un niño tiene un valor incalculable, absoluto. Y luchar por la justicia tiene otro precio. Muchas veces vas a perder la felicidad por luchar por la justicia. Pero si no das esa lucha, la vida no vale la pena, no tiene dignidad.

Creo que la única forma, a mi juicio, de hacer lo que dices ¿cómo ganamos a los otros? A los que no quieren compartir de ir tras la verdad y la democracia, están ustedes los jóvenes. Yo creo, que nosotros los viejos fuimos un desastre. Nosotros somos la generación del narcotráfico, de los paramilitares, de las FARC, del ELN, y del EPL. Por favor cojan este país y cámbienlo ustedes.

Boaventura de Sousa

Por mi parte, comenzaré con algo más abstracto y luego a algo más concreto. Yo pienso que nuestras sociedades, en general, son sociedades capitalistas, colonialistas y hetero patriarcales. Es decir, hay tres modos de dominación que se articula y que nunca están solos.

El capitalismo es la injusticia socio-económica, la desigualdad.

El colonialismo es la degradación ontológica de los que, porque tienen otro color de piel, o porque tienen otra historia, no son verdaderamente humanos. En nuestras sociedades no hay humanidad como realidad. Nosotros somos un proyecto de humanidad. Porque, en la realidad no hay humanidad sin sub-humanidad. Hay gente en nuestra sociedad que es tratada como subhumana. Imaginen lo que está pasando en el mediterráneo. Miles de refugiados que se mueren en este cementerio líquido que es el mar. Son humanos como nosotros. Pero, ¿para la Unión Europea son humanos? No. Son subhumanos. No valen lo mismo. Y por eso pueden ser tratados de esta manera. En nuestras sociedades hay tanta humanidad como sub-humanidad. 

Y obviamente, está el hetero patriarcado donde el sexismo es una forma de dominación. La semana pasada en Brasil, un hombre asesinó a una mujer trans en la calle. Sacó su corazón y puso una figura de una santa en el lugar donde estaba el corazón. Y dice: “esta mujer estaba dominada por el demonio”. Es así.

Fíjense que, en Brasil, cuando el capitalismo se hace más agresivo el racismo aumenta y la lucha contra el patriarcado y el sexismo aumenta también. Hoy, el capitalismo en Brasil es más agresivo después del impeachment de la expresidenta Dilma. El exterminio de jóvenes negros en las periferias, y la violencia contras las mujeres, el feminicidio aumentó.

Es decir, la dominación está articulada, mientras que la resistencia está fragmentada.

Los que luchan contra el capitalismo, por ejemplo, los sindicatos y los grupos de izquierda lucharon contra el capitalismo, pero muchas veces fueron racistas y sexistas. Por su parte, muchas luchas antirracistas fueron capitalista y sexista. Y muchas luchas antisexistas, feministas, han sido capitalistas y racistas. Por eso hay un feminismo indígena, por eso hay un feminismo negro.

Si nosotros queremos fortalecer la democracia tendremos que luchar en estos tres frentes. Y siempre de una manera articulada. No vamos a cambiar la sociedad de un día a otro. No estoy proponiendo una utopía. Propongo cosas realistas, cambios reales para fortalecer la democracia y que disminuyan las injusticias socioeconómicas, el racismo y el sexismo en nuestra sociedad.

Esto tiene que ser articulado en la lucha social. En Colombia, este sería el momento para articular estas luchas.

Los acuerdos de la Habana son un documento que la juventud no ha leído. No solo es interesante leerlo, también es importante. Claro que las cosas que no están como están en el acuerdo. Hay muchas cosas que han salido, que se han omitido. Estamos en un proceso que llamo: una “sociología de ausencias”. Se van omitiendo, se van olvidando cosas que son importantes: las drogas, la tierra, la forma de estado.

Entonces, hay que ser fuertes en lo que tenemos que discutir y vamos a discutir. Es muy importante. Hay mucha gente, como dice Carolina, aún hay mucha gente que no quiere más verdad, más democracia. Es gente que quiere silencio, producir ausencia de temas.

Aquí hay un tema que es muy difícil de enfrentar en nuestras sociedades: ¿en este conflicto hubo vencedores y vencidos?

Si ustedes miran la historia de las comisiones de verdad, en el posconflicto todas tuvieron que, en uno u otro momento, hablar de esto. Han habido casó con un vencido claro. Cuando hay un vencido claro, las cosas se resuelven con tribunales.

Por ejemplo, Tribunal de Nuremberg. El nazismo fue vencido, se acabó. No resolvió todo.

Durante el apartheid hubo un vencedor y un vencido. Claro, ahora sabemos que hubo un “empate”. Mandela era vencedor pero al mismo tiempo vencido porque no pudo resolver el problema de la tierra y eliminar ese problema.

¿Quiénes son los vencedores y quienes son los vencidos?

Es fácil de decirlo. Pero difícil de contestar sociológica y políticamente. Porque diferentes personas, diferentes opiniones políticas tienen diferentes maneras de entenderlo.

Cuando no hay consenso sobre esto, ¿cuál es la solución? Olvido. Lo que me preocupa más en Colombia es una amnesia, es ese olvido total. Para que todo pase como si nada hubiera pasado.

Cuando estoy acá en Bogotá, no me sorprendo por los resultados del referendo y de las elecciones. Porque aquí no pasa nada. Cuando uno ve los gráficos de las elecciones, sus resultados, uno ve como hay dos Colombias. La Colombia que vive enteramente en el conflicto porque lo vive en la carne. Y la que no lo. La que no lo vive es dominante y tiene control de los medios d comunicación. Y así se produce un silenciamiento total. En las universidades, por ejemplo ¿No son máquinas de olvido? ¿De amnesia? Como si todo fuera pasado. En nuestras universidades, son universidades donde el conocimiento asume que hay un vencedor y se olvida del vencido, de él no se habla, se le silencia totalmente. Las universidades deben ser los espacios donde los jóvenes puedan conocer estas historias.

En mi Whatsapp, tengo una noticia. El padre De Roux la tiene también. Hoy mataron a uno más aquí el Cauca. Fue abordado por dos personas y lo mataron. Está aquí en mi bolsillo pero quizás también está en sus bolsillos. Está en las noticias, y si está en las noticias, vienen después o antes del fútbol. Todo se banaliza. Estamos en sociedades donde el horror se banaliza. Y cuando el horror se banaliza, son las clases pobres, negras, indígenas, campesinas las que sufren y sufren en silencio.

Por eso me uno y felicito a la Comisión de la Verdad y al padre de Roux por su coraje, entusiasmo y dedicación. La Comisión es un grito en contra del silencio y contra el silenciamiento. Todos ustedes pueden luchar contra este silencio podrido. Porque no es el silencio de una paz, de una convivencia donde se han curado las heridas.

Si no reconocemos que hay heridas, no las podemos curar. Si no reconocemos que hay racismo, no podemos luchar contra el racismo. Hace 10 años, la gente me decía en Brasil: “Brasil es una democracia racial, no hay racismo”. Y los negros jóvenes muertos, 3 por día en las ciudades de Fortaleza y Río. Por la brutalidad racial. Entonces hay racismo.

Hay que denunciar para poder combatir.  Hay que denunciar el silenciamiento para tener esta voz. Ustedes son voceros de la verdad de lo que pasó. Porque ustedes son los que se van a beneficiar de una sociedad de convivencia sana.  Convivencia sana que no está manchada con sangre podrida, de cuerpos muertos en fosas comunes. Sino de gente digna que ha sido identificada y que ha reclamado la verdad. Ustedes van a ser los que se van a beneficiar por esta sociedad pero hay que luchar por la ella. Nadie va a luchar por la sociedad si ustedes no lo hacen.

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