Mujeres y jóvenes afrocolombianas se reunieron con la Comisión de la Verdad en Putumayo

Los pasados 29, 30 de noviembre y 1 de diciembre, la Casa de la Verdad de Puerto Asís convocó a cerca de 45 mujeres y 15 jóvenes afrocolombianas para la última fase de un diagnóstico comunitario con población afro-putumayense. Este último encuentro, que se enfocó en mujeres y jóvenes, buscaba estudiar la interseccionalidad de las categorías asociadas a la pertenencia étnica afrodescendiente y el género en el Putumayo.

Este encuentro se realizó con el objetivo de que estas mujeres afrocolombianas, quienes en su mayoría son procedentes del Pacífico colombiano, y que migraron por motivos como la ampliación de la frontera económica (en muchos casos cocalera) o desplazamiento forzado, puedan aportar desde su experiencia y vivencias al objetivo de esclarecimiento.

La Comisión les informó y brindó herramientas para promover su participación de manera integral y segura en los diferentes escenarios y etapas adelantados por la entidad. Para este fin, en un primer momento se presentó el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, en particular la Comisión de la Verdad, haciendo énfasis en el enfoque de género y de pueblos étnicos y la importancia de que las mujeres afrocolombianas, a quienes el conflicto armado les atravesó sus vidas y sus cuerpos de unas formas particulares, participen de dicho escenario.

Luego, a través de una metodología de preguntas colectivas, se buscó que las mujeres identificaran como el machismo y las violencias basadas en género atravesaban sus vidas. Las mujeres fueron contestando preguntas como: ¿alguna vez en una cita has pagado los tragos o la comida?, ¿alguna vez te tocó salir con chaperón para que tus papás te dejaran rumbear?, ¿qué te dicen cuando te emborrachas?, ¿qué te dicen cuando se te sale la piedra?, ¿alguna vez tu familia te ha cantaleteado siendo ya adulta?, ¿quién cuida de los niños o hace el oficio en la casa o finca?, ¿alguna vez te han tirado un piropo y cómo te ha hecho sentir?

Las respuestas fueron variopintas, mientras muchas compartían los deberes del hogar y el cuidado de los hijos, otras aceptaban que eran ellas quienes llevaban esa carga encima, y otras argumentaban que a sus hijas si les habían enseñado a ser independientes. Aunque se habló mucho de paridad entre hombres y mujeres, el balance final permitió ver que aún son muchos los micromachismos que sufren e incluso reproducen las mujeres en el Putumayo.

Pero las respuestas no solo manifestaron el machismo, sino también el racismo. Comentarios como que a las mujeres blanco mestizas no les decían nada cuando bebían pero que a las mujeres afrocolombianas sí, o que muchas sentían que las sexualizaban más por sus fenotipos afrodescendientes, fueron develando poco a poco los dolores que estas mujeres han sufrido.

Posteriormente, las mujeres se ubicaron en línea para hacer un ejercicio que les permitió analizar qué tanto tenían garantizados sus derechos. Una a una se les fueron haciendo preguntas sobre su acceso a derechos humanos, sociales, políticos, económicos y culturales. Cada vez que alguna de ellas consideraba que este derecho lo tenía garantizado de manera efectiva daba un paso hacia adelante. A pesar de que las preguntas fueron muchas ninguna de ellas alcanzó a llegar a la línea que medía una garantía de derechos aceptable.

Tras este ejercicio, con pliegos de papel periódico y marcadores en mano, las mujeres empezaron a dibujarse a sí mismas, y a identificar cómo veían su cuerpo y cómo era visto por los demás, qué pasaba con aquellas que socialmente se consideraba que tenían cuerpos diferentes, cómo veían sus cuerpos los distintos actores armados que habitaron o transitaron sus territorios, qué les permitían estos actores hacer y sentir, qué les prohibían, qué lugares habitaban ellas, dónde les gustaba pasar su tiempo y cómo el conflicto armado había afectado esos lugares, que les gustaba hacer, qué sueños tenían y cómo la guerra había afectado su proyecto de vida.

Sentadas en diferentes círculos, mientras iban conversando estas preguntas, las mujeres fueron trazando sus cuerpos e identificando cómo la guerra los había atravesado. Luego llegó el momento de socializar, y el grupo de jóvenes sorprendió con una canción.

Al día siguiente, las mujeres se organizaron en grupos para trabajar en la construcción de líneas del tiempo donde pudieran identificar los impactos del conflicto armado que habían vivido, haciendo un énfasis especial en las violencias que habían experimentado por el hecho de ser mujeres afrocolombianas. También, se crearon líneas del tiempo para identificar hechos que tuvieran que ver con política, Estado, economías extractivas y cocaleras, y participación política de mujeres y jóvenes afrocolombianas y las resistencias y transformaciones generaron las mujeres y jóvenes en sus territorios.

El último día las mujeres escucharon las presentaciones de otras instituciones como la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la Unidad para las Víctimas y la Defensoría del Pueblo, lo que les permitió conocer un amplio espectro de las instituciones estatales que deben responder a sus necesidades como víctimas del conflicto armado.

Espacios como estos permiten que las comunidades conozcan la labor de la Comisión de la Verdad y que el esclarecimiento de la verdad empiece a incluirla voz invisibilizada y acallada de las mujeres afrocolombianas víctimas del conflicto.