Ellas quieren que se les reconozcan como las ‘Madres de Barranquilla’. Así como el país identifica a las Madres de Soacha. O América Latina y el mundo, a las Madres de la Plaza de Mayo de Argentina.
Ellas también perdieron a sus hijos, a sus esposos, a sus hermanos. Luchan, sin cesar, porque se sepa la verdad. Porque el país y el mundo entiendan su dolor, pero también valoren su tesón.
“Queremos que se sepa que en Barranquilla se llevaban a los jóvenes de las calles, los engañaban, y los asesinaban en otros lugares. Los llevaban a Valledupar, poblaciones de Cesar y La Guajira y los asesinaban. En definitiva, que se entere toda la sociedad que en Barranquilla también existieron las ejecuciones extrajudiciales”, dice Arelys del Carmen Aragón Granados, a quién le desaparecieron a un hermano en un viaje entre Barranquilla y Valledupar y días después apareció baleado, señalado de pertenecer, supuestamente, a un grupo subversivo.
Arelys del Carmen y otras 15 personas acudieron a la Casa de la Verdad en Barranquilla para contar sus historias y cómo han afrontado sus destinos en búsqueda de sus familiares o el esclarecimiento de los hechos en los que los involucraron.
“En Barranquilla hay cerca de 200 casos documentados. Queremos que los responsables nos digan el porqué asesinaron a nuestros jóvenes y los hicieron pasar por guerrilleros. Queremos visibilizar esto para que todo el mundo sepa y no haya más familias sufriendo lo que nosotros estamos pasando. Muchas de nosotras no saben dónde están los restos de sus seres queridos”, agrega.
Estas mujeres conformaron una organización que brinda apoyo y asistencia profesional a las víctimas de personas desparecidas y que fueron objeto, de acuerdo a sus señalamientos, de ejecuciones extrajudiciales. La bautizaron como la ‘Asociación de Familias Unidas por un Solo Dolor’.
Una a una se fueron encontrando en las oficinas de la Fiscalía, del CTI, de la Defensoría del Pueblo y al enterarse de que habían vivido historias semejantes decidieron trabajar unidas.
Ellas quieren correr el velo que hay en el imaginario público de que “en Barranquilla no se vivió el conflicto armado”, que era un remanso de paz. Sin embargo, sus testimonios coinciden en que hubo acciones sistemáticas de personajes siniestros que se movilizaban en una camioneta de color oscuro y que se llevaban con rumbo desconocidos a sus víctimas, en su mayor número, jóvenes entre los 17 y 25 años.
Muchas no volvieron a saber de sus hijos y aún hoy los buscan o tienen la esperanza de encontrarlos vivos, a pesar de que sus desapariciones se registraron en los años 2006 al 2011.
Johana Pacheco, otra de las víctimas de la Asociación, dice que la Comisión de la Verdad es la esperanza que han aguardado por cerca de una década para, por fin, conocer la verdad de las razones por la que sus compañeros fueron desaparecidos. “Es un derecho que tenemos, que nos digan toda la verdad”, puntualiza.