“La alegría nos permite avanzar en medio de la desesperanza”
Tres mujeres afro, que han dedicado sus vidas a defender los derechos de su comunidad, reflexionaron sobre cuáles son los desafíos de ser mujer, negra y lideresa social en Colombia.
“Vamos a darnos un autoabrazo de reconocimiento y luego vamos a saludar a quienes están a nuestro alrededor. Estamos en un mundo de desconocidos y nos necesitamos los unos a los otros”. Con estas palabras de Aura Dalia Caicedo se dio inicio al conversatorio ‘Ser mujer, negra y lideresa social en Colombia’ que contó con la participación la lideresa Audes Stella Jiménez y Danny Ramírez del equipo de Enfoque Étnico de la Comisión de la Verdad.
Un dato que sirvió desconocido, y que sirvió para dar inicio a la conversación, es que en el Pacífico la defensa de los derechos humanos y la participación de las mujeres afrodescendientes se mezcla con su liderazgo espiritual. “Somos un resto de todos aquellos que quedaron en el Mediterráneo, somos un resto que sobrevive. La lucha libertaria del cimarronaje y el palenque fueron posibles gracias a la fuerza potente del aché, que es la espiritualidad que tiene que ver con el respeto a la madre naturaleza”, explicó Aura Dalia Caicedo.
La espiritualidad es una fuerza colectiva que le ha permitido a los pueblos afrocolombianos resistir, consolidar procesos organizativos y generar un conocimiento sanador como el que tienen las mujeres parteras del Pacífico.
“Una matrona tiene la capacidad de saber si un bebé viene bien o mal, incluso si viene volteado y su cabecita no viene en la posición correcta para el parto. Con la sabiduría, el conocimiento y principalmente con la conexión y su fe, la partera acomoda al bebé con sus manos y salva muchas vidas en territorios inhóspitos donde ni siquiera hay un puesto de salud”.
Aura Dalia convocó a la sociedad colombiana a reconocer ese aporte cultural para lograr transformaciones profundas, que no solo sanen el dolor que ha causado el conflicto sino las condiciones de pobreza histórica de esta población.
“¿Por dónde empezar cuando se mira a Buenaventura, Tumaco, Chocó o Guapi? Es fácil caer en la desesperanza”, mientras afirmó que la respuesta se encuentra en la garantía de los derechos, “una deuda histórica”. Al mismo tiempo, afirmó que estos se deben garantizar en la conexión que tienen los pueblos afrocolombianos con sus territorios.
Por su parte, la lideresa Audes Stella Jiménez presentó sus reflexiones sobre la dignificación de la mujer negra como un asunto cotidiano. Allí destacó que decisiones como llevar el cabello rizado o vestirse con atuendos tradicionales también son actos políticos de autoreconocimiento. “Desde que nos peinamos, las mujeres hacemos una apuesta de resistencia. Llevar el cabello naturalmente es una manera de resistir porque hasta el cabello ha sido colonizado”, dijo.
La comprensión del cuerpo es una diferenciación para las mujeres negras. Es un hecho que, según Audes, está conectado con toda la experiencia de libertad. “Es la belleza que queremos mostrar. Es una manera de decir: aquí estamos. Nuestros atuendos y nuestro maquillaje son maneras de posicionarnos en una sociedad racista y excluyente”.
Todas las panelistas coincidieron en que actualmente está creciendo y se está fortaleciendo un movimiento nacional de mujeres negras que también vincula una transformación generacional, “por ningún motivo vamos a permitir que las jóvenes vuelvan a padecer lo que vivieron nuestras abuelas”.
Para que no continúe la exclusión y la discriminación de la sociedad negra, las panelistas señalaron la importancia de la educación, la participación política, la superación de la pobreza y el reconocimiento del legado cultural afrocolombiano en el conjunto de la sociedad.
“Nuestras ancestras aportaron a la economía nacional. Los acumulados de la riqueza tuvieron que pasar por las manos, los sudores y la sangre de las mujeres negras”, insistió Aura Dalia. A la vez que hizo un llamado a no volver a violentar los arraigos y a no hacer una política pública tímida frente al desarrollo de los pueblos negros.
En el conversatorio, también se alertó sobre el racismo, que sigue vigente en el país, y en la necesidad de reconocer el legado africano como un aporte a la construcción humana, valorando los procesos de mestizaje cultural en la sociedad colombiana.
"Tenemos que seguir luchando por una educación que reconozca la diversidad cultural y que de a entender que no hay una sola forma de ver el mundo. Urge una educación que reconozca la cosmovisión del pueblo negro y su forma de relacionarse con la tierra", dijo Audes Jiménez.
Asimismo, se habló de los alabaos y las oraciones que potencian la voz sanadora de las mujeres negras. “La alegría es un valor y además es un pilar de la cultura de los afrodescendientes. ¿Qué tal si los tambores no siguieran sonando? ¿Qué tal si la marimba se silenciara? ¿Qué tal si el guasá dejara de sonar? ¿Qué tal si nuestras voces se callaran? ¿Qué sería de nuestro pueblo con tanta agonía? La alegría nos permite avanzar en medio de la desesperanza. Nuestra apuesta es a favor de la vida", dijo Aura Dalia Caicedo.
Finalmente, Danny Ramírez dio tres claves para sumarse a las luchas del movimiento social afro en Colombia, “cuestionarse los privilegios, ceder la palabra a las voces oprimidas, especialmente de las mujeres negras, y ceder espacio a quienes no lo han tenido”.
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