“Hacemos memoria y nos encontramos aquí para reconstruir los hechos horrendos que ha vivido el país”

Muy buenos días, traer a la memoria presente las voces de aquellas vidas segadas, las palabras cargadas de desesperanza, las jornadas de trabajo junto a las comunidades, traer al hoy sus nombres, sus luchas, sus anhelos, sus miedos, sus familias, permite conectarnos con lo que ha sucedido y sigue sucediendo con los líderes y lideresas, defensores y defensoras de los derechos humanos.

Héctor Abad Gómez, uno de esos tantos líderes asesinados, concordaba con la afirmación de que “la violencia era la partera de la historia”, sin embargo, también se preguntaba frente a esta afirmación si ¿esto tiene, necesariamente, que seguirlo siendo? A lo cual se respondía con un No rotundo, argumentando que “ya es tiempo de que nos detengamos a meditar qué debemos hacer para que este postulado histórico se cambie por otro, más humano, más ético.

Hacemos memoria y nos encontramos aquí para reconstruir los hechos horrendos que ha vivido el país, porque como decía Primo Levi, judío que vivió el holocausto nazi, es importante tener presente “de lo que es capaz el ser humano”. Es necesario estar atentos, observarnos y cultivarnos, porque en nosotros puede habitar lo peor, pero queremos recordar que también habitan siempre sentimientos de enorme nobleza y que, por ello, también sabemos que todo ser humano tiene derecho a una segunda oportunidad sobre la tierra.

También queremos recordar que, como comunidad, como ciudadanos de un mismo país, todos tenemos la obligación de ayudar a construir las condiciones materiales, políticas, culturales y éticas, que impidan que tomar las armas sea un camino, sea una opción. No queremos más hombres y mujeres destruyendo su propia vida en la guerra, no queremos como decía la canción: “ni padres ni hijos, ni sobrinos, ni nietos asesinando vidas”

En esta ocasión, hemos decidido ocuparnos de una dinámica de violencia que sigue permanente en esta sociedad y ha sido visible y tristemente normalizada. Las victimizaciones y los asesinatos sufridas por los y las lideresas, defensores y defensoras de derechos humanos, que ha significado una pérdida irreparable, un menoscabo a los derechos individuales de cada uno de ellos, pero también a los derechos colectivos, porque un líder, una lideresa, un defensor o defensora de derechos humanos es para la sociedad la conciencia, el signo mayor de la solidaridad, la defensa del bien común.

Este acto de hoy, que es un momento ritual de un proceso largo de preparación, está dedicado al reconocimiento por parte de los responsables, del asesinato de la hermana Yolanda Cerón Delgado, pero en ella queremos reconocer también la vida y entrega de miles de líderes y lideresas asesinadas a lo largo de este conflicto armado y clamar por el respeto a la vida de aquellos que siguen representando el interés de las comunidades, de los territorios, del país y defienden todos nuestros derechos.

Damos una sentida bienvenida y agradecemos a la familia de Yolanda Cerón Delgado, al Consejo Comunitario Acapa, a la Pastoral Social de la Diócesis Tumaco, a la Diócesis, a los líderes compañeros de la hermana Yolanda y a los responsables de los actos de violencia que hacen presencia voluntaria en este espacio.

A través de sus testimonios, estas personas, contribuirán a que los sobrevivientes y dolientes y la sociedad colombiana conozcan las razones de lo sucedido. A que la Comisión de la Verdad integre en su comprensión y análisis estas respuestas que muchas veces han sido silenciadas. Esperamos que, unos y otros, víctimas y responsables puedan aliviar su dolor y su culpa, para que juntos podamos transitar hacia un país reconciliado.

De igual manera, agradecemos la presencia y acompañamiento del equipo de la estrategia de Reparaciones del Centro Nacional de Memoria Histórica, quienes han construido un proceso de memoria sobre la vida y legado de Yolanda Cerón Delgado que será presentado públicamente el 19 de septiembre del presente año en Tumaco.

A la Pastoral Social que trabaja en distintos territorios a lo largo y ancho del país, a las comunidades del Pacífico Nariñense, a la Casa de la Memoria de Tumaco, a las distintas comunidades de fe, a la Compañía de María de la cual hizo parte Yolanda, a las organizaciones internacionales que han apoyado el trabajo comunitario de líderes y lideresas, defensores y defensoras de derechos humanos. A las personas asistentes a este acto de reconocimiento y a todas las personas que están conectadas a través de diferentes canales de transmisión de la Comisión.