“Ponemos la esperanza en ustedes, las y los jóvenes campesinos de Colombia”
La Comisión de la Verdad recibió el informe ‘Resistencia y persistencia, un relato sobre los efectos de la violencia en el proyecto de vida campesino, contado por las mujeres y los jóvenes de la ANUC’.
“Las campesinas nos hemos enfrentado a toda clase de victimización: la discriminación, la autoridad patriarcal y machista, la estigmatización, el señalamiento, el abuso; la negación del derecho a la tenencia de la tierra, al crédito, a tener una vivienda digna, a la salud, a la educación, a las comunicaciones, a las tecnologías”, expresó María Eduarda Roa, una mujer campesina perteneciente a la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos de Colombia (ANUC), el pasado 7 de julio durante la entrega a la Comisión de la Verdad del informe ‘Resistencia y persistencia, un relato sobre los efectos de la violencia en el proyecto de vida campesino, contado por las mujeres y los jóvenes de la ANUC’ que realizó esta organización junto con con CITpax Colombia. Este informe hace parte del proceso de escucha plural que lleva a cabo la Comisión y servirá como insumo en el riguroso proceso investigativo que realiza la entidad.
El documento está compuesto por tres capítulos, en el primero se examinan los elementos que representan lo femenino-campesino al indagar por dos ideas fundamentales: el ser campesinas yel proyecto de vida de las mujeres campesinas. A lo largo del relato, se abarca la invisibilidad del trabajo de las mujeres campesinas en los escenarios privado y público, así como la lucha por los derechos a la tierra que comienza en el propio hogar y se extiende fuera de este. También, se presentan algunos relatos sobre su labor en la economía del cuidado y la imposibilidad de vincularla a derechos por la tierra, que dan cuenta de construcciones sociológicas recientes para las mujeres campesinas.
“La narración evidencia que las mujeres han construido una conciencia propia de lo campesino que riñe con los discursos dominantes sobre el campesinado, que se expresa políticamente, entre otras, a través de la ANUC. Los relatos dejan en claro una premisa: pensar que el concepto campesinado representa las voces de las mujeres campesinas resulta inapropiado. El relato único oculta las diferencias de poder entre hombres y mujeres, y privilegia un relato de los hechos en los que las mujeres tienen un rol marginal o hasta invisible. Muestran, además, cómo han sido convertidas en objetivo por ser mujeres, campesinas e integrantes de la organización por parte de distintos actores, armados y no armados, en distintos momentos de la historia”, describió Ángela Marcela Cepeda, investigadora CITpax, durante la entrega del informe.
En el segundo capítulo se examinan los daños dejados por la violencia contra las mujeres campesinas y sus proyectos de vida familiares campesinos. El daño es examinado desde la perspectiva individual y colectiva partiendo de una pregunta que no tiene una respuesta obvia: ¿es posible hablar de daño individual? En el caso de las mujeres campesinas, la respuesta es más compleja, pues debe abarcar los daños ocurridos a otros, así como el dolor de sobrevivirlos; los daños psicológicos, sexuales, económicos, los derivados de la violencia institucional, entre otros, que significan para las mujeres una la ruptura de lo femenino que toca todas las dimensiones del ser mujer y todos los momentos del curso de vida de las mujeres campesinas. Además, los daños colectivos en la estigmatización por ser mujeres, ser mujeres campesinas y ser integrantes de la ANUC; los devastadores efectos de las violencias sobre la organización, relacionadas con la subordinación a la política electoral, y, finalmente, los daños a la naturaleza, especialmente a los ríos y la tierra.
El tercer capítulo es una visión del presente y el futuro, obtenida a partir de los diálogos intergeneracionales. En este, las mujeres relatan lo que ocurrió después de los daños y cómo se convirtieron en mujeres “necias” e “incómodas” para los proyectos económicos extensivos que se contraponen a sus proyectos de vida familiares campesinos. El informe cuenta cómo después de mucho dolor y de mucho silencio, las mujeres están alzando la voz que por tanto tiempo les habían obligado a callar. Y en su parte final presenta algunas de las recomendaciones planteadas por las mujeres y los jóvenes campesinos.
“Las mujeres campesinas necesitamos reconstruir nuestros proyectos de vida, necesitamos que nuestros derechos sean reconocidos, necesitamos no ser discriminadas, no ser agredidas por nadie ni por nuestros compañeros, ni por nuestra organización, ni por el Estado”, enfatizó Teresa Alvarado, mujer campesina perteneciente a la ANUC.
El evento contó con la participación de Pontus Ohrstedt, jefe de la oficina del Coordinador Residente de las Naciones Unidas en Colombia; Emilio Cassinello Aubán, director del Centro Internacional de Toledo para la Paz (CITpax); Natalia Casij, subdirectora del Centro Internacional de Toledo para la Paz-Colombia; Ángela Marcela Cepeda, investigadora CITpax; Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad; las comisionadas Alejandra Miller y Ángela Salazar; Mauricio Katz, secretario de la Comisión de la Verdad; Faysulis Torres, integrante de ANUC Chocó, y Luis Alejandro Jiménez, presidente de la ANUC Nacional, quienes hicieron la entrega oficial del informe.
Al recibir el informe, la comisionada Alejandra Miller expresó: “La comisión, en estos casi dos años de trabajo y más de 8000 testimonios recogidos, ha podido constatar algo que ustedes seguramente saben mejor que nadie, pero que vale la pena siempre resaltar al pueblo colombiano: esta guerra definitivamente le pasó por encima la ruralidad de este país, al campesinado, a los territorios étnicos, a las comunidades indígenas y afrodescendientes, y por supuesto a las mujeres”.
Por su parte, la comisionada Ángela Salazar dijo: “Nosotras, las mujeres, tenemos una situación de desventaja desde el tema del género y lo vivimos más fuertemente en el marco del conflicto armado, eso permitió ampliar más y profundizar más en el tema de la tenencia de la tierra”.
Para terminar, Francisco de Roux concluyó: “Queremos decirles que ponemos la esperanza muy sinceramente en ustedes, las jóvenes y los jóvenes campesinos de Colombia. En ustedes está la paz del país y sabemos que ustedes tendrán el coraje y la grandeza humana para continuar adelante a pesar de tantas dificultades. Nadie como ustedes, justamente por ser víctimas, por haber sufrido en sus cuerpos, sus familias, en sus tierras la barbaridad de la violencia, tiene tanta autoridad moral para hablarle a Colombia. No dejen de hacerlo”.
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