Quibdó no se rinde en su lucha por la paz
La capital de Chocó ha sufrido el conflicto armado por décadas, sin embargo, sus habitantes resisten y siguen trabajando para lograr la tan anhelada paz. Esa paz que les ha sido esquiva, pero a la que no renuncian.
Podría decirse que el conflicto armado colombiano se ensañó con el departamento del Chocó y con su capital, Quibdó. Su posición estratégica, las salidas al mar y la falta de oportunidades para sus pobladores convirtieron a esta región en un objetivo de los grupos armados.
Allí históricamente confluyeron guerrillas, paramilitares, bandas emergentes, narcotraficantes, pandillas, todos luchando por tener control zonal y sacar el máximo provecho de las economías ilegales.
Masacres como las de Riosucio y la de Bojayá son los hechos violentos más recordados en el departamento, sin embargo, según numerosos informes los habitantes de Quibdó y otros municipios aledaños vivían a diario en la zozobra de asesinatos, extorsiones, tomas y atentados.
Además de la violencia física, las comunidades afro vieron amenazada su identidad cultural, pues muchas de las acciones de los grupos ilegales directa o indirectamente buscaban acabar con sus ritos y costumbres propias.
Incluso se habla de cómo el racismo fue un factor diferencial en el conflicto armado colombiano y se evidenció el impacto desproporcionado que tuvo la violencia en Chocó.
El proceso de paz de La Habana se vio como una luz de esperanza en Quibdó y en el territorio chocoano. Los habitantes de la región confiaron en que finalmente el Estado haría presencia fuerte en el todo el territorio nacional.
No obstante, los territorios que dejaron las Farc fueron ocupados rápidamente por disidencias u otros grupos armados que, con sevicia, han instaurado su poder, afectando a la población civil.
Los asesinatos de líderes sociales y el reclutamiento de jóvenes para nuevos grupos ilegales persisten y son apenas dos ejemplos de cómo la violencia nunca se ha ido de Chocó.
Pese a todo, los habitantes de Quibdó siguen soñando con la paz, esa paz que les ha sido esquiva, pero a la que no renuncian. Quieren conocer la verdad de lo sucedido en el conflicto, quieren saber el porqué, pero sobre todo quieren dejar atrás esa violencia que los ha marcado.
Hoy, las asociaciones de jóvenes, de madres y de víctimas apoyan el trabajo de la Comisión de la Verdad, luchan por esclarecer lo ocurrido y confían en que la reconciliación está cerca y con ella la anhelada paz.
“Muchos sabemos los hechos victimizantes que han ocurrido en Chocó, pero hay verdades ocultas y eso es lo que tenemos que esclarecer. Esto solo será posible con el apoyo de toda la comunidad y saber esta verdad será fundamental para poder vivir en paz en nuestros territorios”, asegura la comisionada Ángela Salazar
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