Sanquianga, donde las semillas del litoral son semillas de esperanza
En la subregión de Sanquianga, norte del Pacífico nariñense, la violencia del conflicto armado parece no tener fin. Sin embargo, las tradiciones ancestrales y las esperanza de las nuevas generaciones son los caminos de resistencia ante la violencia.
En Sanquianga germinan las semillas de esperanza en la mirada de niñas y niños en las orillas de los ríos, en los sonidos entremezclados de las marimbas con los de las olas del mar, en los relatos de resistencias entonados por las voces de las cantaoras, en las recogidas de concha como herencia de los ancestros, y en las luchas de líderes y lideresas por la dignidad y el territorio. Este fotorrelato es un reconocimiento al pueblo negro de El Charco, La Tola, Santa Bárbara de Iscuandé, Mosquera y Olaya Herrera.
La guerra ha modificado el álbum familiar de las personas del municipio El Charco. Heriberto fue víctima de un artefacto explosivo cuando tenía 10 años. Hoy su presencia se enmarca en una foto, único recuerdo físico que conserva su familia.
En la subregión Sanquianga, 99.785 personas han sido víctimas del conflicto armado interno, de las cuales 69.361 han sido víctimas de desplazamiento forzado (Registro Único de Víctimas al 30/09/2021). En este territorio se pueden ver casas abandonadas, reflejando el desarraigo obligado al que son sometidos sus habitantes.
Desde 1995 hasta hoy, familias de los cinco municipios de la subregión han vivido desplazamientos masivos de forma repetida. En 2021, 476 personas de La Tola fueron víctimas del desplazamiento forzado a raíz de enfrentamientos e intentos de control territorial de parte de grupos armados.
A pesar de que la población ha tenido que huir para proteger su vida, los pueblos negros recurren a la fuerza ancestral para afrontar el dolor y construir nuevas maneras de sobrevivir.
En esta subregión cuando la marea baja, queda al descubierto el mangle, paisaje característico de la región. De allí se extraen moluscos y mariscos típicos que son fuente de sustento de las familias.
Esta terraza con plantas medicinales pertenece a una partera y médica tradicional que perdió a seis de sus ocho hijos en el conflicto armado: “La medicina tradicional es nuestra fuerza, parte de nuestra esencia. Es un saber que debemos proteger”.
Por las características de manglar y estero de Sanquianga, el transporte fluvial es el más utilizado por las comunidades. El río Tapaje hace parte de la red hidrográfica de la subregión que, por su ubicación geoestratégica, ha sido codiciada por actores armados para el transporte de coca.
La construcción palafítica es una de las características de las viviendas en la subregión de Sanquianga, un territorio colectivo en el cual se han reconocido 28 consejos comunitarios para comunidades negras.
Las calles son un punto de encuentro para el juego, el diálogo, la economía, la gastronomía y la cultura. Allí se entretejen espacios de alegría, goce, intercambio, lucha y resistencia desde lo propio.
En los caminos de agua en Sanquianga hay una serie de riesgos que aumentan por la presencia de actores armados. Por tradición, los botes y las lanchas llevan un nombre y hay quienes ven en la fe en dios la fuerza de vida y la esperanza de regresar a salvo a casa.
Conchar en Sanquianga es una práctica cultural y tradicional de las comunidades. Además de estar en la base de la alimentación, es una de las principales fuentes de ingreso para las familias.
Vender conchas es una de las principales actividades económicas. En Ecuador se pueden vender por el doble o el triple del valor que se paga en Colombia.
También, la pesca hace parte de la esencia misma del pueblo negro, esta ha determinado diferentes modos de subsistencia y pervivencia dentro del territorio. Una práctica que se cimenta en la transmisión de saberes entre generaciones.
El pescao seco es un alimento tradicional de la región que comúnmente se encuentra en las plazas de mercado y en las calles de los municipios de Sanquianga.
La ‘piangua encocada’ es otro de los platos típicos de la región, así como las cocadas, el arroz de coco y el pescado encocado. El coco es un ingrediente fundamental en las cocinas de los hogares y restaurantes.
Por las calles y a orilla de los ríos se ven comerciantes en carretas ofreciendo los productos que cultivan o encuentran en el territorio. Cocadas envueltas en hoja de plátano, ciruelas y guayabas.
En medio de la situación de abandono de la costa de Sanquianga, emergen expresiones culturales para la convivencia pacífica en el territorio. La escuela de música es una oportunidad para que las nuevas generaciones estén al margen de la guerra.
Beatriz Hernández es cantadora y compositora de El Charco. Es, además, profesora del proceso musical ‘Semillas del Litoral’, una escuela de música que apuesta por la paz a partir de los sonidos tradicionales del territorio.
Wilber Castro, más conocido como ‘Profesor Pimpi’, es un músico tradicional de El Charco y maestro de música en ‘Semillas del Litoral’, allí enseña a niñas y niños a resistir en el territorio desde lo propio.
Francisca Cuenú, más conocida como ‘Pachita’, es oradora tradicional de la región y representante de la escuela de formación étnica ‘Sé quién soy’, que trabaja por la defensa y fortalecimiento de la oralidad y la cultura de las comunidades negras.
Los niños de las comunidades negras son la esperanza para la pervivencia de la cultura, las tradiciones y las formas de relacionarse con el territorio. Desde el juego y viendo a las personas adultas en sus oficios, se transfieren los saberes del pueblo negro, un pueblo que se resiste al conflicto armado y que anhela vivir en paz.
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