“Todas las formas de violencia pasaron por el rio Magdalena”
El Magdalena es uno de los ríos más importantes del país. Sus aguas, que atraviesan más de 11 departamentos, albergan las historias de miles de víctimas del conflicto armado.
Puerto Berrio, Puerto Triunfo, Puerto Boyacá, Puerto Salgar y La Dorada son algunos de los municipios que sufrieron las épocas más cruentas del conflicto, allí la Comisión de la Verdad, comprometida con el reto que significa explicar las causas del conflicto, escuchó a algunas de las víctimas de dichos municipios para identificar los hechos significativos que se han desencadenado en la región del Magdalena Medio.
De la totalidad de las víctimas del conflicto en Colombia, el 6% pertenece al Magdalena Medio y la mitad de los habitantes de esta zona son víctimas de una guerra que no cesa, en la que los homicidios, las amenazas, la desaparición forzada, el terrorismo, el secuestro y los delitos contra la integridad sexual, son los hechos más reiterados.
Los habitantes de estas zonas se consideran sobrevivientes del conflicto y en la actualidad, en especial las mujeres, son quienes lideran la reconstrucción del tejido social. Son ellas quienes llevan en su interior los relatos y los daños que la violencia les dejó y además cargan con la responsabilidad de mantener unido su grupo familiar.
Este es el caso de Cenobia* quien relata que, en el 2002, su hijo fue desaparecido en Puerto Boyacá: “Desaparecieron a mi hijo que era de la comunidad LGTBI. Él trabajaba con ellos (los paramilitares) para llevar el sustento a la casa, pero ellos no los querían, lo torturaron, lo desmembraron y lo tiraron al rio”, y agrega que: “En la ansiedad de buscar a mi hijo encontré muchos otros LGBTI muertos, pero nunca a mi hijo. Supuestamente los paramilitares se desmovilizaron en el 2006, pero aquí siguen desapareciendo y matando gente”. (*nombre cambiado para proteger la fuente).
Las mujeres y el río Magdalena
El paramilitarismo, nacido en Puerto Boyacá, hizo del río Magdalena un contenedor de cuerpos desmembrados que, según las sobrevivientes, fueron aumentando desde los años ochenta. Incluso, cuando en 1991 se comenzó a elegir a los alcaldes por voto popular, Gustavo Londoño, alcalde electo de Puerto Boyacá, fue asesinado, desmembrado y su cuerpo tirado al rio Magdalena, solo se encontró una pierna para darle sepultura.
A finales de los años noventa, las mujeres, en una acción de duelo por la pérdida de sus seres queridos, se unieron para manifestarle al comandante paramilitar Ramón Isaza que querían sus hijos de vuelta, esos que aún tenía vivos a su servicio.
En un territorio donde dominaba la intimidación y la muerte, el solo el hecho de ser mujer se convertía en objeto de guerra: “Si era bonita y le gustaba a algún comandante, se la llevaban y la violaban, no se podían resistir de ninguna manera. Muchas de estas niñas no regresaron”, aseguran los habitantes de la zona.
Representantes de ASMUDGEC, una organización que acompaña 22 casos de niñas entre 3 y 12 años víctimas de abuso sexual dicen que “la guerra tiene una deuda con las mujeres”.
Diana María Ocampo - Fundadora de ASMUDGEC
Las mujeres que lloraban sobre el río a sus muertos, transformaron su rol. De padecer los abusos de la guerra, pasaron a ser quienes emprenden acciones de cambio en la región. “He entendido que no me puedo quedar ahí con ese dolor, tengo que aprender a perdonar, de la violación me quedó una hija y era tomar la decisión de tenerla o no tenerla”.
Claudia Patricia Velásquez - Red de Mujeres de Caldas
Con el tiempo algunas mujeres rompieron el silencio y fueron más allá, se organizaron para acoger a otros, en especial a otras mujeres. Este es el caso de Ludirlena Perez, sobreviviente de secuestro, desplazamiento forzado, violencia sexual, tortura y empalamiento. Ella es en la actualidad lideresa y ganadora del reconocimiento mujer CAFAM 2019.
Ludirlena Perez - Lideresa
En este punto, el enfoque de género en la Comisión es clave, ya que permite que se dé una especial atención al impacto que ha tenido el conflicto armado en las mujeres, los niños y las poblaciones LGBTI. Lo que será una gran herramienta, en el reto que será la tarea del esclarecimiento en el Magdalena Medio, una región que alberga una amplia diversidad social y cultural en sus territorios.
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