“Tú eres de San Pedro, tú eres paramilitar”
¿Qué tiene que suceder para que esa espiral de estigmatización y violencia se rompa? Para empezar, los habitantes de San Pedro de Urabá decidieron hablar. Y esperan que el país les escuche.
En diferentes momentos de la guerra actores legales e ilegales han acusado a los pobladores de esta región de ayudar al grupo armado dominante en su territorio. Estos señalamientos se han traducido en muertes, desplazamiento y pobreza. Los sampedreños se organizaron para romper con esa espiral de violencia. En este video contamos una parte de la historia.
Los pobladores de San Pedro de Urabá, municipio en el norte de la región del Urabá antioqueño, llevan por lo menos 50 años recibiendo acusaciones de los actores armados de ser colaboradores o miembros del grupo rival. Los han tachado de ser “el enemigo” y, a nombre de esto, los han asesinado, desplazado, desaparecido, confinado. Esta manera de estigmatizar a un grupo de personas ha sido combustible para la violencia en Colombia. Grupos armados de todos los bandos han utilizado este tipo de violencia para exterminar al adversario y justificar la violencia. Los pobladores de San Pedro de Urabá quieren escribir una historia distinta y, por eso, han decidido hablar.
En los años noventa muchas personas que migraron desde el sur de Córdoba fueron señaladas por los grupos guerrilleros como colaboradores de las disidencias del EPL o de grupos de autodefensa. En las épocas en las que las FARC-EP reforzaron su presencia en el territorio, a mediados de los noventa, la población fue tildada de guerrillera. A comienzo de los años 2000, cuando las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) tenían casi el dominio total del territorio, y establecieron allí sus campos de entrenamiento y cultivos de coca, la población pasó a ser señalada como colaboradora de las autodefensas. Además, el paramilitarismo empezó a ejercer un fuerte control social para "limpiar" la zona de la influencia guerrillera. La historia se ha repetido una y otra vez.
En 2019, la Comisión de la Verdad inició un proceso de escucha con las víctimas de San Pedro de Urabá. A partir de ese momento, la población expresó su deseo de romper el silencio para reconstruir lo sucedido, para reclamar justicia y reparación, para desenterrar unas verdades que les permitiría comprender su historia. En 2020 se vinculó al proceso a excombatientes de las FARC-EP firmantes del Acuerdo de Paz, para buscar respuestas, para que reconozcan sus responsabilidades en esa historia de horrores en la que han participado todos los grupos armados. Uno de los hitos de este proceso tendrá lugar en septiembre, con un encuentro público entre las víctimas y firmantes del acuerdo.
Este proceso está centrado en las dinámicas y hechos de violencia cometidos por las FARC-EP entre 1994 y 2002, período en que la guerrilla estaba intentado retomar su control en el norte de Urabá dominado por los paramilitares. En ese momento la estigmatización fue una de las violencias que más golpeó a la comunidad. En los relatos de la población aparece constantemente la frase “tener cédula de San Pedro era una condena a muerte”. Esto llevó al desplazamiento de muchos; a la ruptura de lazos familiares, comunitarios y organizativos; a la pérdida del sentido de pertenencia; a la pobreza de aquellos que tuvieron que abandonar la tierra que les daba de comer.
¿Qué tiene que suceder para que esa espiral de violencia se rompa? Para empezar, los habitantes de San Pedro de Urabá decidieron hablar. Y esperan que el país les escuche.
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