Un viaje por la verdad, con pasaporte para niños, niñas y jóvenes
Estudiantes de los colegios que visitan la FILBo realizan el 'Viaje por la verdad', a través de estaciones de juego dialogan sobre las víctimas y lo sucedido en el conflicto armado colombiano.
Son las 9 de la mañana. Se abren las puertas de la FILBO en Corferias. En el auditorio del pabellón Colombia 200 años, la Comisión de la Verdad tiene una programación para conversar con los estudiantes que visitan la Feria por estos días en Bogotá.
Un pasaporte es el pase de entrada con el que la Comisión invita a un viaje por la verdad, que se convierte en recorrido lúdico por un conjunto de estaciones para explorar distintas maneras de reflexionar sobre la verdad como bien público, empatía, creación, memoria histórica, antídoto ante el miedo e incluso arte para establecer conexión con las víctimas.
El colectivo artístico Cuarta Raya del Tigre y el colectivo de estudiantes ANDES se sumaron al diseño y puesta en escena de esta propuesta pedagógica mediante el programa “Voluntarios por la Verdad”.
Ana Cristina Navarro, coordinadora de pedagogía, lo explica: “Con jóvenes que no tienen ni idea del conflicto porque nunca les hablan de este tema ni en su escuela ni en su casa, lo que buscamos con esta pedagogía del juego es mover las emociones, la conciencia y la empatía más allá de sus entornos”.
Diego Santamaría, director del colectivo artístico Cuarta Raya del Tigre, comenta que se sumaron a la jornada con juegos porque consideran que acercarse a la verdad es un valor social constante y al volverse juego y arte permite compartirse con distintos grupos.
“Los niños, las niñas y jóvenes tenemos la responsabilidad de la no repetición. Podemos hacernos cargo de lo que nos pase hacia adelante. Por eso, será importante conocer el relato de lo que sucedió en el conflicto armado y será uno de los grandes logros del proceso y, en adelante, proteger a las personas y detener la violencia”, agrega Santamaría.
Los bates locos
Mientras que un pequeño grupo con los ojos vendados pasa al centro y otro está afuera con sus bates listos, una de las voluntarias pedagógicas da la indicación y grita: “al ataque” y se observan distintas reacciones durante un breve e inocente combate.
Luego vienen las preguntas de la conversación, como: ¿qué situación viven los que están adentro? ¿Cómo podemos ayudar? ¿Qué situación se representa de nuestra situación actual?
“Unos se hacían atrás y otros adelante y había unos bates allí. Pero fuera del círculo había mayoría. Nos empezamos a pegar, pero los de adentro tenían menos personas y obviamente perdieron. Mi reflexión es que hay personas que no tienen nada para defenderse”, dice un adolescente de 16 años.
El teléfono de la verdad y versos en emoyis
Como parte de este “viaje”, niños, niñas y jóvenes se animan a escribir en la pizarra los versos que escuchan a través de dos tarros unidos por cuerdas y anotan los mensajes que reciben. El hilo más corto es el que permite escuchar la verdad del interlocutor.
Se debe escuchar a través de los vasos, interpretar los mensajes y poner en la pizarra lo que se entendiende.
“La verdad está en contra del miedo” es el mensaje que escribe en la pizarra un joven de 17 años, mientras comenta: “Muchas veces se piensa que, por decir la verdad, les van a hacer algo. Es mejor afrontar la verdad que quedarse con ese miedo por dentro”.
Santamaría resalta el uso de estrategias poéticas para desatar conversaciones con la niñez y la juventud que generan reflexiones como: “No somos responsables de la guerra, pero somos responsables de que no se repita”.
Luego, los participantes traducen sus emociones a través de emoyis (versos creados a partir de emoticones).
Las noticias falsas contra las cuerdas
La conversación en torno al esclarecimiento de la verdad requiere de la creación de entornos de confianza. Por ello, se dispone de un tendido de recortes de noticias que para poder leerse deben ser bajados y puestos a la altura de la mirada.
Esa metáfora se entrelaza con textos que traen información manipulada que los participantes deben develar y luego traducir con una conciencia sobre lo que se lee y se cree en estos tiempos. ¿Qué me quieren decir? ¿Cuándo me quieren mentir? ¿Qué recursos tengo para detectar información falsa y cómo contrastarla?
“Todos estamos viviendo en una mentira. No estamos viviendo en una verdad. La verdad sería que el conflicto armado nos está dañando a nosotros y a nuestra comunidad. Deberíamos aprender la lección. Por ejemplo, tú trataste mal a una persona y aprende, para no repetirlo”, asegura una de las participantes, de 11 años.
El twister de la Violencia
Con la obra “Violencia”, de Alejandro Obregón, como telón de fondo de un twister, se pone en juego la destreza física y la coordinación motora de los participantes, que son guiados por quienes observan desde afuera.
A la derecha y a la izquierda los participantes reubican sus posiciones hasta que gana quien queda en pie, con una conversación sobre la necesidad de participación y construcción conjunta frente a la problemática del territorio y quienes están fuera.
“Consiste en que los personajes que están afuera nos digan cómo ubicarnos en el twister y mirar las dificultades de estar allí, así como pasa en la guerra. Muchas veces nos tiemblan los brazos y hay un dolor en el cuerpo y así más profundo, supongo que en el corazón también. Hay muchachos por fuera y yo considero que aquí en Colombia yo soy de las que están por fuera, porque no estoy dentro de la guerra. Uno no siempre debe quedarse afuera, sino ponerse en los zapatos de los que están allí”, cuenta una joven de 16 años.
Cocodrilos y ranas
En el piso se encuentran pequeños lagos para que las ranas tomen su alimento mientras sorpresivamente son atacadas por cocodrilos; mediante máscaras que les identifican se asignan los roles en el enfrentamiento entre ellos.
“Recién acabo de jugar Cocodrilos y ranas, que más o menos se trata de cómo los cocodrilos les quitan su territorio a las ranas… y no solo de sus tierras, sino también de sus familias… las ranas, que en este caso serían los pueblerinos, tenemos que unirnos. Mejor hablemos sin guerras, por favor”, reflexiona uno de los adolescentes de 14 años.
Kevin González, de la Asociación Nacional de Estudiantes de Secundaria ANDES, facilita este juego y cuenta que sirve de pretexto para identificar las emociones, posibles circunstancias y dilemas que enfrentan los territorios cuando están sometidos a múltiples conflictos. De allí surge la reflexión sobre el valor de las organizaciones y comunidades para la preservación del territorio.
ANDES hace parte del Consejo Nacional de Paz a través de la representación de Deisy Aparicio, delegada del movimiento estudiantil. Ella resalta que el trabajo de su organización lleva 25 años en la construccion y de paz y convivencia y que buscan motivar a los estudiantes para que conozcan la narativa del conflicto, hagan parte de la dignificación de las víctimas y busquen que en Colombia no se repita lo que ocurrió.
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