Catatumbo y frontera, la verdad en medio del conflicto
La frontera y el permanente conflicto en Catatumbo son dos factores que complejizan el esclarecimiento de la verdad del conflicto armado en Norte de Santander. Allí el conflicto nunca menguó, no ha pasado.
“O tenemos el coraje de enfrentar las grandes verdades que el país siempre ha temido decirse o nos precipitamos en una continuación de nuevas y nuevas guerras como las que se están viviendo aquí en el Catatumbo”, enfatizó el padre Francisco De Roux, presidente de la Comisión de la Verdad durante el X Congreso Fronterizo de Derechos Humanos – Garantías para la paz en la Frontera, que organizó el Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH).
Para el expresidente Ernesto Samper, quien también hizo parte del X Congreso, “Norte de Santander es una zona de experimento y ejemplo por el cuidado de los derechos humanos y el Derecho Internacional Humanitario, en un conflicto permanente. Hay que hacer un acuerdo con el Gobierno para que se atienda lo acordado en La Habana y con los grupos armados para que no se involucre a la sociedad. Si se puede en Catatumbo, se puede en el país”.
Ashcayra Arabadora, representante del pueblo indígena motilón barí, que habita en los municipios de Catatumbo, explica que para los barí “las fronteras no existen, entendemos que es un límite imaginario, pero el concepto es importante para esclarecer hechos. También entendemos que los actores armados o grupos armados llegan al territorio y cruzan la frontera en ciertos puntos”.
Hay que enfrentar esto: o nos decimos las verdades o aceptamos vivir en la mentira y la oscuridad. Este país se nos acabó y la Comisión de la Verdad está para decirlo, Francisco De Roux
“La frontera es casi otro país”, dijo el comisionado Carlos Beristain, quien a su cargo tiene el trabajo de la Comisión en el exterior de Colombia y temas de frontera. Mientras que María José Pizarro, representante a la Cámara, expresó que se requiere el “reconocimiento nacional de lo que pasa en la frontera, a la vez que se construyen nuevas narrativas al respecto”. Samper opinó que en el escenario actual de la región “se acabó el concepto de la realidad fronteriza”.
El pueblo barí, como lo explica Ashcayra, “necesita que el territorio sea saneado espiritualmente primero, hablamos de las fosas comunes y las personas que fueron enterradas en el territorio. Queremos que las familias o quien tenga que ver en ese sentido puedan tener una sepultura, sus ceremonias tradicionales y la tranquilidad. Y liberar a la madre tierra o ishtana de los cuerpos allí extendidos”.
Hasta el fondo por la verdad
En la opinión pública y en diversos escenarios se preguntan con preocupación por el trabajo de la Comisión para esclarecer la verdad del conflicto, a pesar de que en varias zonas del país el conflicto en vez de disminuir ha aumentado y se ha complejizado, como en Catatumbo y Cúcuta. De Roux aclaró que, justamente, “buscamos una verdad que dé respuesta a preguntas muy profundas que nos seguimos haciendo como institución de Estado: ¿Por qué el Catatumbo sigue en crisis humanitaria profunda? ¿Por qué la tierra que se iba a devolver no se ha devuelto? ¿Por qué las mujeres se siguen preguntando por la violencia sexual en la guerra? ¿Por qué Cúcuta vive tranquila mientras es una de las zonas más violentas?”.
El comisionado Beristain, quien también es psiquiatra, añadió que “la indolencia es un mecanismo de adaptación al conflicto”. Y De Roux reiteró: “Debemos seguir haciendo preguntas y es justamente lo que la Comisión quiere hacer, irnos hasta el fondo, con absoluta independencia, a sabiendas de que es inmensamente difícil y duro, pero que si no nos decimos la verdad no será posible conseguir un futuro compartido y construido entre todos en Colombia”.
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