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Comisión de la Verdad

Niñas, niños y adolescentes le hablaron a Colombia

Durante dos días, niños y niñas víctimas de la guerra, adultos que la sufrieron siendo niños y responsables de esas victimizaciones reflexionaron públicamente sobre los impactos de la guerra en la vida de generaciones de niñas, niños y adolescentes.

ENCUENTRO | November 27 de 2019

Niñas, niños y adolescentes le hablaron a Colombia

Por meses, niños, niñas y jóvenes de diversas regiones de Colombia se prepararon para hablarle a los comisionados de la verdad, y a todo el país. Desde Soacha, Tumaco, Cali, Currulao, Caloto, Pueblo Rico y muchos otros municipios llegaron a Medellín para participar en el tercer Encuentro por la Verdad y engrosar una voz que ha sido silenciada en una cultura en la que hablan los adultos.

Que tengamos el coraje de decirnos la verdad, que necesitamos la sombra de la paz para descansar de la guerra, que nos podemos reconciliar, que se les explique por qué han sido víctimas de una guerra que nunca entendieron, que se reconozca el reclutamiento forzado, que se diga en toda Colombia que ningún niño es guerrillero, paramilitar o delincuente. Estos fueron, en medio de sus historias de vida, los mensajes de niñas y niños y también de adultos que fueron víctimas en la infancia o la adolescencia.

Uno por uno, cerca de 20 personas narraron las historias de las cicatrices que la guerra les dejó.

 ► Vea aquí el Encuentro por la Verdad #NuncaMásNiñosYNiñasEnLaGuerra en su totalidad

 

No éramos guerrilleros

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Jorge Eliécer Arboleda fue el primero en darle su testimonio a los comisionados y a más de 700 asistentes. 26 años. Sobreviviente de la masacre perpetrada por el Ejército contra niñas y niños de la vereda La Pica, de Pueblo Rico, un municipio en el suroeste de Antioquia. En un paseo de la escuela, fueron sorprendidos por las balas. Vio a sus dos hermanos menores morir. A sus papás, divorciarse. Vio cómo se deterioraba la salud mental de su papá, quien ha intentado suicidarse. “19 años después estamos acá buscando la verdad, para que no sigan diciendo que éramos guerrilleros. Que los nombres de nuestros niños queden limpios”, dice Jorge, sabiendo que en primera fila estaba Daladier Rivera, mayor del Ejército Nacional, quien pediría perdón y se comprometería con la no repetición más tarde, en la jornada.

 

Dónde están

Tres meses después de la masacre de Pueblo Rico se dio la Operación Berlín. 18 de noviembre de 2000. Murieron 74 niños reclutados por las Farc. Uno de los sobrevivientes en quien lo cuenta. Entre el público estaba Rodrigo Londoño. Quien da el testimonio les pide a las Farc que digan dónde están los restos de los desaparecidos, de los niños muertos en la guerra, de los que intentaron huir para volver a sus casas.

 

 

Victimarios, ¿cómo quieren ser recordados?

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“Soy una víctima del Estado. Mis padres, Mario Calderón y Elsa Alvarado, fueron asesinados sin previo aviso por mercenarios contratados por paramilitares y altos mandos del Ejército […] No tenemos tiempo infinito, y por lo menos si desenterramos la verdad de cómo se consolidó esta guerra, la sabremos antes de que el conflicto en Colombia pase de los padres a los hijos y el ciclo se repita. La justicia transicional es, a mi parecer, la mejor opción que las victimas tendremos de obtener justicia en un país que ya tiene un Galán, un Gaitán un Eduardo Umaña, un José Antequera, un Carlos Pizarro, un Jesús María Valle, un Bernardo Jaramillo, un Jaime Garzón, un Carlos Alvarado, un Mario Calderón, una Elsa Alvarado. A ninguno de estos personajes les hemos podido destapar claramente sus verdugos, quizá si designamos el modus operandi de tales estructuras de poder, podremos detener a los futuros verdugos antes de que actúen”.

Fueron las palabras de Iván Calderón Alvarado, a quien escuchó con atención Fredy Rendón, antes ‘El Alemán’. “A ustedes los victimarios, les corresponde un compromiso aún mayor con las víctimas, la nación, ustedes mismos y sus familias. ¿Cómo quieren ser recordados?”.

 

 

Los responsables

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Este fue el primer Encuentro por la Verdad en el que participaron responsables de diferentes actores del conflicto. Ellos reconocieron públicamente lo que sucedió con los niños, niñas y adolescentes.

Rivera, Rendón y Londoño. Tres exintegrantes de actores armados. El primero, mayor retirado del Ejército, pidió perdón por el asesinato de Darwin, un joven que hicieron pasar como guerrillero, es lo que se conoce en Colombia como ‘falsos positivos’. El segundo, antiguo jefe paramilitar, admitió que cientos de niños, niñas y adolescentes fueron reclutados y utilizados por los grupos que comandaba. “Empujamos a cientos de niños a un laberinto del cual muchos no pudieron salir”. El tercero, excomandante máximo de las Farc, reconoció que el acto no repara lo irreparable, pero sí los pone de cara al país y terminó con el poema ‘Niños de guerra’, de Alicia Pérez Hernández.

Al cierre del acto de reconocimiento Camila, una de las presentadoras, dijo que “cuando le pedimos una respuesta al Estado no nos referimos a una respuesta militar”. El público aplaudió a la niña de pie. La jornada cerró con un concierto.

 

 

¿Qué ha pasado con niñas y niños en la guerra? 

 

Encuentro de escucha y reflexión

 

El segundo día de reconocimiento, hubo un encuentro de reflexión sobre las condiciones históricas, estructurales y contextuales que han permitido que los niños, niñas y adolescentes hayan sido involucrados en la guerra y se reconoció a colectivos que desde su trabajo han contribuido a la prevención, protección y resistencia de los niñas, niños y adolescentes, involucrados en las dinámicas del conflicto armado, a través del poder transformador del arte y la cultura.

En esta segunda jornada, que tuvo lugar en el Museo de la Memoria, también en Medellín, la Comisión reconoció la resistencia desde el arte de la Corporación para la Comunicación, Ciudad Comuna, de Nuestra Gente – Casa Amarilla, y de la agrupación Crew Peligrosos.

Los comisionados y asistentes escucharon siete testimonios más. Hernando Barón, hermano de uno de las víctimas de la masacre de Villatina. Rosa Estupiñán Obando y Rosa Estupiñán, madre y hermana de Eliberto, un niño usado para llevar una carga explosiva a la Estación de Policía de El Charco, Nariño. Nancy Arboleda, profesora de la I. E. Iberia, ubicada a las afueras de Tumaco, una escuela que ha perdido un tercio de su población estudiantil por cuenta del conflicto. Alexandra Escobar, de Tumaco, a quien le asesinaron a su hijo de 17 años. José Ubaque, desplazado de Lejanías, Meta, porque su papá era de la Unión Patriótica. Jhon Ferley Ciro Ruíz, de Casa Kolacho, sobreviviente de la Comuna 13. Yonnis, de Urabá, quien perdió a su mamá a manos de grupos paramilitares. Juan Daniel Otoya, de Cali, secuestrado con sus padres y su hermano en Cali.

Con sus historias continúa este proceso de escucha, esclarecimiento, reconocimiento de la Comisión de la Verdad. “Esta es también la historia de las cosas que nos salvan. Yonis nos decía que a él y a sus hermanos los salvó la Hermana Rosa. Y ayer estuvimos en un evento en el que estuvo un exjefeparamilitar que había dado la orden de matar a la hermana Rosa. Y a la hermana Rosa la salvó de esa orden estar con los niños.  Es un ejemplo de cómo no hay salvadores ni salvados y la Comisión es parte de ese proceso”, dijo el comisionado Carlos Beristaín.

La Comisión, como en todos sus procesos, asume el compromiso de tener en cuenta estos testimonios para la elaboración del informe final, tanto para el esclarecimiento de la verdad en Colombia como para las recomendaciones de no repetición, de manera que caminemos hacia el llamado de este encuentro: #NuncaMásNiñasYNiñosEnLaGuerra

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