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Comisión de la Verdad

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¿A dónde van? y ¿por qué se van?

La semana pasada se conmemoró la Semana Internacional del Detenido Desaparecido.

Junio 04 de 2020

 

Por: Carolina López Giraldo, Coordinadora del Centro de Estudios sobre Conflicto, Violencia y Convivencia Social de la Universidad de Caldas.*

Las siguientes cifras dan cuenta del drama de la desaparición de personas en Colombia: el Centro Nacional de Memoria Histórica hace referencia a 80.472[1] víctimas de desaparición; mientras que la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas sostiene que son cerca de 120.000. En Caldas, el universo aproximado de personas dadas por desaparecidas sería de aproximadamente de 10.118 casos entre los cuales se encontrarían las siguientes tipologías: 3.039 desaparición forzada, 335 reclutamiento ilícito; 785 secuestro; 687 ejecución extrajudicial; 52 masacres; 5.223 desaparición. (Cifras del informe de Fundecos, Equitas, Cedat, 2020)[2]. Hablar de más de 120.000 personas dadas por desaparecidas, es hacer referencia a un método sistemático y generalizado de esta atroz violación de derechos humanos.

Mientras que existen testimonios que hablan que algunas instituciones del Estado presenciaron la generalización de los casos en varios territorios de Colombia, las organizaciones de familiares, víctimas y de derechos humanos se hacían camino en América Latina.

 

 

En Colombia algunas de las primeras organizaciones de víctimas de personas desaparecidas forzadamente fueron, el Colectivo 82 y la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes), estas organizaciones anunciaban públicamente al país la dolorosa tragedia humanitaria que empezaría a generalizarse desde principios de los años ochenta: la desaparición forzada. Años más tarde surgirían otras organizaciones como Familiares Colombia y el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), entre otras.

Las estrategias de búsqueda de sus seres queridos y los años de historia y lucha de las víctimas y organizaciones, les han permitido a estas personas esclarecer algunas verdades sobre los patrones de ocurrencia del fenómeno de la desaparición que hoy se posicionan ante la opinión pública.

 

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Periodos de brazos cruzados ante el delito de la desaparición forzada.

Durante los años ochenta y mediados de los noventa, la detención arbitraria seguida de la desaparición forzada con móviles eminentemente políticos, estuvo asociada a la desaparición de: activistas sociales y políticos, activistas y dirigentes estudiantiles, militantes de los partidos Comunista, Unión Patriótica y M-19, entre otros, la mayoría de ellos opositores del statu quo en Colombia.

En la segunda década de los años noventa la desaparición de personas estuvo asociada al reclutamiento forzado o enlistamiento de personas, principalmente hombres, en las filas de grupos armados ilegales, en proceso de consolidación y expansión.

Mientras que, durante la primera década del 2000, la desaparición forzada estuvo asociada a la limpieza social y la perpetración masiva y selectiva, en la cual líderes sociales, comunitarios, jóvenes, integrantes de la comunidad LGTBI, o cualquier persona podía convertirse en la siguiente víctima desaparecida del barrio, la vereda, o la ciudad. En este periodo histórico, la desaparición forzada como estrategia masiva de violación de derechos humanos alcanzó el nivel de degradación de esta práctica violenta, y la imposición del control social, político y económico en varios territorios del país. Todo esto en el marco del escalamiento del conflicto armado entre el paramilitarismo, la guerrilla y la fuerza pública.

 

“Les privaron de su vida y hasta de su propia muerte”

Fue la lucha y la memoria viva de las organizaciones de víctimas y de familiares quienes impulsaron sin descanso la incidencia nacional e internacional necesaria para la institucionalización del reconocimiento del delito de la desaparición forzada en Colombia. Luchas reflejadas en la Ley 589 del 2000 y en la Ley 1408 de 2010, que fija los lineamientos normativos para su dignificación, localización e identificación.

Nada será suficiente en esta incansable lucha por buscar a sus seres queridos y buscar la verdad  de los hechos que les privaron de su vida y hasta de su propia muerte. Las víctimas, conscientes de las limitaciones y dificultades de las instituciones creadas para satisfacer sus derechos, consideraron que las de conversaciones de paz entre las FARC-EP y el Gobierno nacional constituía una oportunidad histórica para sus luchas y reivindicaciones. A través de encuentros nacionales e interlocución directa en la mesa de conversaciones impulsaron la creación de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD), institución que se espera cumpla a cabalidad con su mandato de buscar, recuperar, identificar y entregar de manera digna los cuerpos de personas dadas por desaparecidas en Colombia.

Ante la Comisión de la Verdad se precisan las respuestas necesarias para esclarecer entre otras las siguientes verdades: ¿Para qué desaparecieron más de 120.000 personas en Colombia? ¿Por qué la desaparición de personas se constituyó en uno de los patrones de macrocriminalidad más sistemáticos y generalizados en todo el país? ¿Por qué los perfiles de las víctimas son en su mayoría hombres pobres y de bajos estratos socioéconómicos? ¿Quiénes son los responsables? ¿Cuál ha sido el papel del Estado en este Crimen de Lesa Humanidad? ¿Dónde están nuestros desaparecidos? ¿Cuáles son los aprendizajes, experiencias y transformaciones de las víctimas y organizaciones que han liderado los procesos de búsqueda durante tantos años? ¿Cuáles son las garantías necesarias para que la desaparición de personas no se repita?

A los lectores de este artículo les pregunto: ¿Cómo solidarizarnos con las miles de víctimas de desaparición de nuestro país? ¿Cómo aportar para que ningún miembro de mi familia o ciudadano colombiano sea desaparecido nunca más? Sera preciso entre todos encontrar respuestas: ¿A dónde fueron? y ¿Por qué se los llevaron?

El tejido social y organizativo de los familiares víctimas de desaparición en Colombia se ha visibilizado y apropiado socialmente, a medida que han avanzado los procesos de búsqueda de sus seres queridos. La búsqueda está acompañada de infinitas preguntas, por eso las preguntas no cesan.

“Primero se llevaron a los judíos,
pero como yo no era judío, no me importó.
Después se llevaron a los comunistas,
pero como yo no era comunista, tampoco me importó.
Luego se llevaron a los obreros,
pero como yo no era obrero, tampoco me importó.
Más tarde se llevaron a los intelectuales,
pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.
Después siguieron con los curas,
pero como yo no era cura, tampoco me importó.
Ahora vienen por mí, pero es demasiado tarde”
Bertolt Brecht.

 

*Las opiniones de esta autora no representan a la Comisión de la Verdad.

 

[1] Observatorio de Memoria y Conflicto. Desaparición Forzada. Recuperado de: http://centrodememoriahistorica.gov.co/observatorio/wp-content/uploads/2018/08/Desaparicio%CC%81n_15-09-18.pdf

[2] Fundecos, Equitas, Cedat (2020). Plan Regional Integral de Búsqueda de Personas Desaparecidas en la región del Magdalena Caldense.

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