El municipio de Vista Hermosa, Meta, es un territorio de diversidad, no solo porque está en la serranía de la Macarena, donde convergen los ecosistemas de las montañas andinas, los llanos del Orinoco y las selvas de la Amazonía. Su población también tiene un origen muy heterogéneo. Surgió de corrientes migratorias de personas desplazadas desde diversas partes del país: algunos, expulsados por las condiciones económicas, venían de departamentos como Santander y Boyacá; otros huían de la falta de oportunidades desde otras zonas de los Llanos; y finalmente otro grupo dejaba regiones afectadas por el conflicto armado, como el Tolima.
“Había una vez en un rinconcito de Colombia, un mágico pueblo llamado Vista Hermosa, este pueblo estaba lleno de riquezas naturales y también de mucha alegría. Este pueblo era habitado por personas de muchos lugares, por eso estaba lleno de mucha diversidad cultural, estas personas foráneas y los locales formaron un grupo llamado FRAP (Fuerzas Revolucionarias del Amor por las Plantas), este grupo se encargaba de cuidar la fauna y flora, pues muchas personas no eran conscientes de lo valiosas que son”, escribe Daniela Montoya en su cuento Colarcel.
Cuentos como el de Daniela hacen parte de los productos del proyecto SembrArte, la experiencia de Casas de la verdad con sentido en Vista Hermosa en 2021, un proceso artístico para la construcción de la memoria, el diálogo y la movilización social, orientado hacia la reconciliación en el municipio.
Este proyecto fue realizado por la Fundación Atuca, cuyo trabajo se ha caracterizado por intervenciones psicosociales con enfoque ambiental en distintas regiones del país. También contó con la participación de organizaciones locales como la Junta de Acción Comunal de la vereda Cooperativa, la Asociación Comunitaria Ecoturística Acetur Vista Hermosa, las organizaciones de jóvenes Churucos y Plataforma Juvenil. Se integró también la institucionalidad pública desde la Alcaldía municipal y la Secretaría de cultura. Por último, se contó con la alianza de la organización Proactoteatro, organización proveniente de Arauca.
Los campesinos provenientes de otras zonas del país no sabían cómo manejar la exuberante diversidad de las selvas de la Serranía de la Macarena, por eso lo primero que hacían era introducir “mejoras”, tumbar los árboles, quemar pedazos de selva y sembrar maíz, fríjol, yuca, plátano, los productos que conocían. Pero tras los colonos fue frecuente que llegaran los latifundistas ganaderos que les compraron sus fincas y les presionaron para que siguieran abriendo la selva.
Con frecuencia, estas “compras” no fueron simples transacciones económicas. Las diferencias en el origen étnico, cultural, la ideología o filiación política se usaron como excusa para justificar el uso de la violencia en ellas. La historia de este territorio ha estado marcada por esa dinámica. Diversos actores que han hecho presencia allí lo han hecho desde la violencia: narcotraficantes, guerrillas, paramilitares, las fuerzas armadas. Así, la ganadería, la explotación petrolera, el desarrollo vial y muchos otros procesos se han visto también contaminados por la violencia.
Las niñas, niños y adolescentes que hoy habitan en veredas Pitalito, Cooperativa y el casco urbano de Vista Hermosa son la primera generación que puede vivir en relativa paz, gracias al acuerdo para el final del conflicto. Cuarenta y cinco de estas personas participaron en los laboratorios creativos del proyecto SembrArte, que se centraron en la revaloración de la palabra.
Los 37 cuentos que componen los tres fanzines son relatos en los que la palabra escrita permite replantear situaciones que dejaron huellas muy hondas en la vida de los habitantes del municipio. Para su construcción se partió de un recorrido por la región en el que se tomaron fotos en blanco y negro de aquellos lugares en los que hay rastros e historias de la guerra. A partir de esas fotografías los jóvenes escribieron sus cuentos y con esos nuevos imaginarios en la mente, pasaron a colorear y transformar las imágenes. Finalmente, articularon todas las fotografías intervenidas y crearon con ellas las Colchas de la Memoria, una resignificación plástica y poética del dolor causado por la guerra.
“Cuando despertó el soldadito se puso muy contento, sus piernas de payaso eran extrañas, pero muy divertidas, estaba contento pues ya no iría más a la guerra, sino a un circo a hacer reír a los niños”, cuenta Santiago Lemus, en su cuento 'Hospital de muñecos'. De manera similar los demás autores juveniles van recorriendo lugares e historias asociadas con la guerra y van exorcizando a través de narrativas cargadas de humor, ternura y la esperanza de que sus comunidades puedan cultivar otras relaciones, otras formas de vivir en diversidad.
Podría pensarse que este es un ejercicio un poco ingenuo, pero no necesariamente se trata de buscarle un final feliz a todo. Las búsquedas emprendidas por niños, niñas y jóvenes, procuraba sobre todo recabar en la posibilidad transformadora habilitada por la capacidad de imaginar. Y si bien en estas historias prevalecen ciertos estereotipos de género o modelos de enriquecimiento acelerado, que podríamos ante todo reconocer como la persistencia de herencias culturales problemáticas, en este ejercicio la palabra escrita les permitió a muchas personas ponerse en los zapatos del otro y soñar en comunidad. “El arte de contar nuestra historia” significó pensar en mundos alternativos en donde la diversidad no siempre es sinónimo de conflicto y violencia.
Las chicas y chicos de Vista Hermosa, así como las organizaciones participantes del proyecto provienen de contextos muy diferentes. Hay excombatientes, víctimas y personas que se reconocen simplemente como sociedad civil. La ficción les permitió relacionarse con la dolorosa verdad de su municipio de una manera innovadora, abriendo el abanico de posibilidades y trascendiendo las etiquetas de víctimas y victimarios.
Otra de las actividades del proyecto SembrArte fue el trabajo con artes circenses. Más allá de la formación en las técnicas básicas, el montaje buscó darles a los chicos la oportunidad de trabajar las emociones y sentimientos asociados a conceptos como amor, verdad, conflicto, convivencia y empatía. Palabras que se viven como experiencias vitales y se interpretan como acciones corporales y escénicas, más que como discursos. La palabra y el cuerpo fueron entonces símbolos para aproximarse a la verdad.
Otro de los resultados a resaltar en el proceso liderado por la Fundación Atuca, es el Jardín de la Memoria que fue plantado en los terrenos de la Casa Campesina, en el casco urbano de Vista Hermosa. Unas instalaciones que inicialmente fueron construidas para alojar a los campesinos que venían al pueblo desde zonas rurales alejadas y que con el tiempo terminó convertida en objetivo militar y estigmatizada. Actualmente, ha sido recuperada entregándose su administración a la Organización Churucos.
El Jardín de la Memoria fue plantado con al menos 15 especies consideradas estratégicas para el futuro de la región, que van desde hierbas aromáticas hasta árboles con potencial agroforestal, alimenticio, fijadores de nitrógeno y atractores de fauna y otras especies, básicas para procesos de revegetalización estratégica. La palabra acá nombra la diversidad, convoca el conocimiento, el alimento, la salud y el equilibrio ambiental.
Es comprensible que los múltiples y complejos conflictos ambientales y sociales que vive el municipio de Vista Hermosa, la región del Ariari y la Serranía de la Macarena, no podrán tramitarse completamente mediante acciones culturales y artísticas como las que abordó este proyecto; sin embargo, SembrArte aportó de manera innegable a reconocer valores, consolidar herramientas y sembrar conciencia sobre el valor de la palabra en una generación que está llamada a hacer el cambio en este territorio.
Esa generación de jóvenes que ha conocido por primera vez la paz en su territorio mediante este proyecto, también ha conocido las posibilidades que da la palabra, para decir, para escribir, para soñar, para nombrar, para entender al otro, al diferente, al diverso y construir relaciones que no estén basadas en la violencia.
Vista Hermosa
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