Autores
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Relatos del porvenir: reconocer los árboles, los caminos y pobladores como sujetos de dolor.
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Desde el litoral, caminando por los territorios en la búsqueda de la verdad del conflicto.
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Una Maleta colombiana, la experiencia del exilio colombiano y la Comisión de la Verdad.
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Los Diálogos para la No Repetición son espacios de participación y discusión social.
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En borrador: intuiciones, experiencias, llanto, canciones, reflexiones, certezas y todo aquello que sea parte de esta transición histórica.
Boca abierta
Sandra Milena y Mariem, de dos maneras, fueron el lazo con la vida.
La Uribe es uno de esos territorios míticos de Colombia. Durante décadas, esas zonas se llamaron los Territorios Nacionales, como si los demás no lo fueran. La idea era que no tendrían dueño, aunque esa parece una idea de capitalismo y colonialismo duro. Con la idea de que la tierra es para el que la trabaja, allí fueron muchos desplazados de los años 50, expulsados por esa violencia que se llamó bipartidista, aunque además de darse entre partidos el Estado no era precisamente el árbitro. Allí nació ella y 11 hermanos. En el campo los hijos son, además del amor de todos los lugares del mundo, la sobrevivencia de la familia. A dos hermanos se los llevaron las antiguas FARC-EP, para ser reclutas de ese ejército de base campesina que se fortalecía. A ella la violó de niña un tío y les cogió pavor a los hombres, pero nadie la creyó. Como lloraba y lloraba, su tía le dio dinero para comprarse unos pantalones, pero ella se compró unos tenis para salir corriendo. Tenía 11 años. El papá de sus hijos también la golpeaba, porque el machismo y la violencia en casa están extendidas en todas las clases sociales.
Un día iba con su marido a vacunar a las yeguas. Se encontraron con las FARC-EP, que esta vez les trataron bien y le dijeron que pasaban bajo su responsabilidad porque más allá estaba el Ejército Nacional. Pero ellos no habían hecho nada, y pasaron montaña abajo. La Iglesia católica determinó hace años que ya no existía el infierno, aunque ella sabe que sí, y no hay que irse tan lejos para vivirlo. El Ejército les requisó las mulas, y la sospecha se convirtió en un delirio de horror. El recién creado Batallón de Montaña tenía hambre. Entre los brazos, ella llevaba su niña de apenas unos meses nacida a la vida. A los dos los ataron con alambres de púas, pero los golpes no le dolían porque estaba solo mirando a su niña, Sandra Milena, enrollada en la ruana. Uno de los jóvenes reclutados para la guerra, le dijo al sargento: “No haga eso mi sargento”. El mando, antes de irse, les dijo a los soldados: “Ya saben lo que tienen que hacer”.
Supongo que las órdenes se dan así para mantener la distancia o para que nadie te acuse o para que si no saben o desobedecen tengan su merecido. O simplemente son gajes de la guerra. Pero los soldados, aunque sabían lo que tenían que hacer, también sabían lo que querían hacer. Y se fueron con la ética de su desobediencia.
Cuando se quedaron solos, ella logró librarse del alambre de púas y soltó a su esposo. Después tomó a su hija entre los brazos, envuelta en la ruana, y la bañó de besos. El papá le dijo lo que cualquiera le hubiéramos dicho: enterrémosla aquí. Pero no. Caminaron siete días de vuelta por la montaña. La bebé se reventó en sus brazos, pero no la soltó. Descompuesta pero abrazada por su amor, llegó a La Uribe. Ella perdió la memoria por dos años, deambulando en el hospital de Villavicencio, entre el irse definitivamente o volver. Salka Bujari, una mujer saharaui a la que también tomé su testimonio hace años, fue detenida en 1980, en El Aaiún, por servicios de inteligencia marroquíes, cuando estaba embarazada, y dio a luz en medio de su tortura. La niña nació bien, a pesar de los golpes, y fue entregada a la familia a la que no le dijeron qué había pasado con Salka. A ella no le dijeron qué había pasado con su hija Mariem. Y se desconectó del mundo por tres años, de los 10 que estuvo en centros clandestinos de detención, desaparecida. Fueron las otras presas las que la trajeron de vuelta con su cariño. Cuando se fue recuperando, primero le llegó el sentimiento, y luego la razón.
Sandra Milena y Mariem, de dos maneras, fueron el lazo con la vida.
“Salka, te presento a Marleny. Marleny, te presento a Salka. Los demás, estamos con la boca abierta”.
Sobre el blog...
Este blog recoge experiencias del exilio colombiano, y de todos sus nombres, refugio, asilo, víctimas en el exterior, desplazamiento transfronterizo. Todo ello habla del trabajo de la Comisión de la Verdad, en esa Colombia fuera de Colombia. Ese otro país, inexistente en este otro dentro de las fronteras.
Las víctimas que tuvieron que huir. Los defensores de derechos humanos perseguidos. Los secuestrados que se fueron después de ser liberados. Los militantes políticos que huyeron detrás de las balas. Las mujeres campesinas que salieron con sus familias. Los líderes cuya vida corría peligro. Las amenazas para la vida que unen tantas diferencias de periodos históricos, responsables y afectados, incluyendo familias y comunidades.
De todas esas víctimas, sobrevivientes, historias y escuchas de las que somos testigos, habla este blog. Y ojalá dialogue con quienes lo lean.
Carlos Martín Beristain
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